Capítulo 24

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Pablo 

Me sentía frustrado y torpe. No puedo hacer nada con la mano izquierda ya que soy diestro para absolutamente todo.

Miré con bronca la prescripción del médico donde decía que tendría los dedos vendados por un poco más de dos semanas. Él lo pintó todo muy lindo: "Tenes suerte de no haberte fracturado", "La herida sanará", "El capó del auto sólo te aplastó los dedos, no te rompió ninguno", "Pudo ser peor".  Pero para mí -un fotógrafo y diseñador gráfico que necesita de ambas manos para trabajar- no había nada peor que no poder sostener una cámara por tanto tiempo.

Pasé por la farmacia en busca de mis analgésicos y luego fui la oficina para darle las malas noticias a mis jefes. Se lamentaron pero les insistí con que aprendería a maniobrar mejor mi mano izquierda para poder trabajar desde la computadora usando los programas de edición y hacer todo lo que pueda hasta recuperarme.

Ni en pedo me quedo dos semanas sin hacer nada, especialmente después de lo mucho que me costó conseguir este trabajo.

Sin embargo Alberto y Maria me convencieron de no retomar mi horario habitual, sino que yo mismo me manejara mis horas ya que el trabajo de edición ocupa un cuarenta por ciento de todo. También trabajaré desde casa así que guardé en mi usb la galería de fotos y diseños con la que estaba trabajando desde hace un tiempo para mis clientes asignados.

Alejandro ya estaba de regreso y se ofreció a ayudarme con lo que necesitara. No puedo cocinar nada, aunque tampoco lo hacía antes del incidente, por lo que ahora comemos juntos y vivimos principalmente del delivery. Intenté que la frustración no me arruinara la existencia y en cambio me enfoqué en solucionar ciertas cosas para mantenerme ocupado.

Estuve todo el día trabajando en la computadora como pude y haciendo una que otra llamada al estudio. Me puteé más de una vez porque me cuesta hacer cualquier cosa con la mano izquierda. Pero para mejorar mi día Alejandro llegó con pizzas caseras para cenar que hicieron en lo de Jenni junto con una gaseosa de un litro.

Le di dos bocados y me sentí en la gloria.

— Nunca la dejes ir.

Comenté con la boca llena refiriéndome a su chica colorada y sonrió de medio lado.

—Esa es sólo para vos.

Dijo señalando a la pizza con su dedo.

— Yo ya comí.

— Es una genia.

Respondí llevándome otro gran trozo a la boca.

— Pareces un muerto de hambre, Pablo.

Media hora después cuando terminé de comer caí muerto en el sillón y encendimos la tv para engancharnos con esos programas nacionales que no son muy buenos pero que todos ven.

En los comerciales salió un anuncio publicitario de Victoria con la nueva campaña de Mac Argentina. No entendí nada de lo que decía porque no sé nada de maquillaje, pero sentí un no sé qué en el estómago al verla tan linda y escuchar su voz saliendo de la televisión. Me costaba creer que pasé de darle un par de likes en Instagram a "la más linda del país" desde la comodidad de mi vida en Paraná a subirme en una montaña rusa de dilemas por su culpa. Ella me dio vuelta. ¿Cómo fue que me dejé llevar tanto?

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