Capítulo 22

1.8K 109 25
                                    


Pablo

Argentina me recibió gris y fría. El clima en Buenos Aires se sentía melancólico, pero yo me sentía de maravilla.

Vancouver estuvo increíble, fue el viaje de mis sueños. Tanto que a última hora decidí alargar mi estadía por otra semana más. Sus bosques, su clima, los animales, la paz, la tranquilidad, el silencio. Y ni hablar de su gente. Todo muy primer mundo. La mejor parte fue que estuve solo, y aunque no tuve mucho contacto con los seres humanos gracias a que me encontraba aislado y sin internet, la soledad me asentó bien. Saqué miles de fotos y no veía la hora de llegar al estudio para ponerme a trabajar con ellas.

Cuando llegué a mi departamento me despojé de la ropa y me metí a bañar, algo que no pude hacer muy seguido en aquella ciudad del oeste canadiense ya que en la cabaña donde me hospedé, en el medio del bosque, el agua no llegaba todos los días. Pero por suerte cuando amas lo que haces esas cosas pasan a un segundo plano.

Y mientras me enjuagaba el pelo, pensé en ella. Todas las noches lo hice. Recordaba su cara, su piel, su olor y su cuerpo. Quería buscarla para sacudirla de los hombros y maldecirla por haberle dado vuelta a mi cabeza.

Hablé por teléfono con mis padres para decirles que estaba bien pero corté la llamada cuando abrí la heladera cagado de hambre y la vi vacía. Sólo tenía carne congelada y una lechuga en mal estado. Sin pensarlo llamé al delivery y pedí comida como para tres personas.

Haber viajado de un extremo del continente hacia el otro, literalmente, me dejó muerto. Puse el celular en silencio y cerré los ojos.

...

Alejandro fue el encargado de interrumpir mi merecido descanso con sus insistentes golpes en la puerta. Pero traía Fernet consigo, así que contuve mi mal humor.

Nos pusimos al día a medida que nos íbamos acabando la botella . Era sábado en la noche pero los dos estábamos muy tranquilos. Sobretodo cuando el clima seguía igual de gris y frío.

— Que paja esta lluvia.

Comentó mi vecino, y amigo, agregándole más soda a su bebida.

— Jenny y yo teníamos planes esta noche, pero lo dejamos para mañana. Ahora está en lo de Victoria.

Llevé la mirada a mi vaso casi vacío y lo moví vicioso de una lado al otro.

— Dale, ya sé que me queres preguntar por ella.

Sonreí con ironía ante su comentario y le hice fondo al líquido que me quedaba.

— Me da igual - mentí.

— Sé que te buscó antes de que te fueras.

Lo miré confundido. No recordaba haberle contado sobre eso.

— Jenny - explicó - Ya sabes que las mujeres son unas chusmas.

Suspiré sirviéndome un poco más.

— Le pedí más tiempo.

Me llevé el vaso a la boca para darle un trago y luego relamí mis labios.

— Me re engaché con ella, boludo. Vos lo sabes. Proyecté algo serio teniendo en cuenta lo mucho que detesto su estilo de vida. Pero no voy a estar con alguien que no sabe lo que quiere.

GossipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora