Capítulo 35

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Pablo 

Los viernes siempre termino de trabajar más temprano, y a pesar de que amo lo que hago, no veía el momento de estar en casa para pedirme algo de comer. Podría preparar algo con toda la comida saludable que compré ayer, pero me daba fiaca.

Ya todos se habían ido, pero habíamos instalado un nuevo programa de edición en la oficina y quise quedarme unos minutos más para husmearlo un poco ya que no tenía ningún plan para esta noche. Me sentía como un nene con juguete nuevo.

Levanté la vista cuando sentí fuertes pisadas viniendo directamente hacia mí, y tuve que parpadear un par de veces para asegurarme bien de que se trataba de Victoria. Me extrañó bastante que no me avisara que venía, y enseguida sentí una gran confusión al ver que su rostro expresaba una mezcla de enojo y tristeza.

Todos mis sentidos se pusieron alertas. Sin siquiera dejarme reaccionar me lanzó a mi escritorio lo que parecía ser una revista y la miré confundido.

 ¿Qué te pasa?

Pregunté nervioso desde mi silla.

— ¿A mí? ¡¿Qué mierda te pasa a vos?!

Retrucó perdiendo los estribos.

Todo cobró sentido cuando observé la portada de la revista.

"Descubrieron al novio de Victoria Ferrero a los besos con otra morocha. Mirá las fotos que dejan en evidencia la infidelidad de la pareja de la modelo."

Había una nota de dos páginas donde hablaban del viaje que hice con mis amigos el finde anterior. No le presté atención a ninguna de las palabras escritas, con el título era más que suficiente. Por otro lado, las fotos tomadas fuera de contexto eran algo que no se podían dejar pasar con facilidad.

Apoyé los codos sobre mi escritorio, tensé la mandíbula y masajeé el puente de mi nariz con mi dedo. Ahí estaba yo: en unas fotos con una gran sonrisa y mis manos en la cintura de la mina que estuvo hablándome al oído las dos noches que me la crucé. Y ahí estaba mi famosa y mediática novia: furiosa, con los ojos llorosos, y pidiendo explicaciones.

 ¿Qué haces leyendo estás boludeces, Victoria?

 Si me vas a engañar al menos no seas tan evidente. Es de lo único que se habla en Twitter. 

Contestó muy a la defensiva y estallé.

— ¡Pero si no es cierto!

Grité dándole un golpe a la mesa mientras me levantaba de mi silla. Agarré la revista en mis manos y la lancé a la mierda con bronca.

 ¡¿Como sé que no es cierto?!

 ¡Porque te lo estoy diciendo yo! ¿Acaso mi palabra no es suficiente para vos después de todo este tiempo?

— ¡La verdad ya no lo sé!

Contestó sin titubear y lancé una fuerte carcajada.

 No me arrastres con vos a ese mundo de chismes y gente mala leche que estoy evitando desde el día que te conocí. No lo hagas, Victoria.

Le advertí rodeando mi escritorio dando un paso hacia ella y señalándola con el dedo. Escuchamos que alguien se acercaba y tuve que respirar profundo varias veces para calmarme, pero sabía que mi rostro estaba rojo por la bronca y mis venas apunto de estallar.

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