Capítulo 43

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Días después

Pablo


Cuando abrí los ojos lo primero que noté fue que la luz del sol penetraba fuertemente nuestras ventanas iluminando completamente la habitación entera con luz natural. Me di media vuelta y me encontré con una de las modelos más populares del momento, es decir a mi novia, de pie frente al pequeño espejo de la pared de nuestra habitación. Victoria estaba usando un pijama que solo consistía en un short de algodón gris y un top del mismo color. Se amarró el pelo en un rodete, frustrada, y sin quitarse la mirada de encima. Acto seguido acarició sus brazos y abdomen con mucha calma y lentitud. Yo no lograba terminar de descifrar la expresión de su rostro, pero no era una amable. ¿Qué estará pasando por su cabeza?. Ya lleva días así.

Se puso de medio lado y evaluó el reflejo de su perfil de pies a cabeza con detenimiento y concentración. Primero lo hizo del lado derecho, y luego del izquierdo. Parece que había algo en ella que no le gustaba por lo fruncido de su ceño. Se sacó el top y el short quedando prácticamente desnuda con aquella tanga de color negra que tanto me gusta. En un momento giró su cabeza sobre su hombro para chusmear y ver si yo estaba despierto, pero fingió un poco de demencia al darse cuenta que estaba atento a cada uno de sus movimientos.

Se agachó para recoger su pijama del piso y mencionó algo sobre ir al baño, pero la detuve.

— No hace falta que vayas al baño. Quedate acá.

Dije desde mi lugar y observé como dudosamente ponía su pijama del piso a la cama, atenta a mi mirada. Pero ella me observaba diferente, parecía cohibida y avergonzada de estar desnuda frente a mí a plena luz del día.

— ¿Qué pasa, Vicky? ¿Por qué me miras así?

Noté cómo dejó ir un pequeño suspiro antes de darse vuelta y pararse frente al espejo nuevamente. Se encogió de hombros al mismo tiempo que sus ojos volvían a recorrer cada esquina de su cuerpo.

— ¿Si te pregunto algo, me prometes que me dirás la verdad?

Preguntó sin dejar de observar su reflejo.

— Sí.

Contesté sin dejar de absorberla con mi mirada.

— ¿Debería estar más flaca? Es que, no sé - titubeó - La agencia me dice que debería reducir cintura y brazos. Y que también tenga cuidado con mis muslos .

Me tuve que sentar apenas comenzó a hablar porque me acabo de despertar y me estaba costando muchísimo entender la información que mi cerebro intentaba procesar.

— Pero decime la verdad, Pablo. No me digas solo lo que quiero oír nada más porque sos mi novio - continuó desde la misma posición.

Reí y troné mi cuello.

— Vicky, ¿es por eso que de repente tenes menos apetito?

Pregunté entre risas y eso la hizo girar para mirarme de frente, dejándome nuevamente con un primer plano de su lindos pechos y torso desnudo.

— No es algo para reírse. Un abdomen hinchado y piernas con exceso de celulitis pueden costarme mi trabajo. Esto es lo único que se hacer y por lo que he laburado tan duro desde los catorce años.

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