Capítulo 34

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Pablo


Victoria tarareaba una canción distraídamente mientras se movía de un lado a otro dentro de mi cocina guardando toda la comida que me acompañó a comprar en el super. 

Cuando estuvimos allá me arrastró a la parte de las verduras y decidí que ella tomara el control. Mientras tanto yo estuve distraído con mi celular hasta que fue el momento de pagar, aunque tampoco me molesté en revisar nada puesto que ella se veía muy tranquila y satisfecha. Pero ahora que estoy en casa no puedo evitar fruncir el ceño y poner mala cara al observar las cosas que estaban sobre mis encimeras: claras de huevo, dos tipos de avena orgánica, leche de almendras, aceite de coco, yogurt griego, harina de arroz, edulcorantes, más frutas y verduras de las que quería, pan integral, palta.

— Que asco, ¿qué mierda es esto?

Me quejé mientras tomaba en mis manos un pequeño paquete color verde que decía "Queso de Cabra".

— Tranquilo. También te elegí un buen helado.

Respondió abriendo la puerta del freezer y me mostró el helado de dulce de leche de mi marca favorita.

— Y no te podes quejar de las proteínas.

Comentó al mismo tiempo que guardaba medio kilo de carne, pollo, pavo y cuatro rebanadas de salmón para congelar.

Fruncí el ceño una vez más.

— ¿Salmón? Ni siquiera sé cocinar eso.

— Te puedo enseñar, mi amor. Es re fácil.

Respondió cerrando la puerta de la heladera con su cadera y pasó por mi lado para continuar guardando lo que faltaba.

— Sos una mentirosa y una chamuyera.

Comenté divertido y ella se giró para observarme con una ceja alzada.

— Cuando te conocí me dijiste que no hacías dieta, que comes lo que se te canta - expliqué.

Volteó los ojos odiosa, como siempre.

— Vos sos el que siempre se queja de que come muy mal. Las dietas que hago duran apenas unos días y son previos a una producción o pasarela importante.

Contestó girándose nuevamente hacia la encimera. Tomó las verduras y regresó a la heladera para guardarlas en la parte de abajo. Me gustaba como le quedaba su jean ajustado, así que le presté más atención a eso.

— Como lo que me gusta y ya. Hay un montón de cosas ricas y saludables que no tienen nada que ver con ensaladas y esas cosas, eso es lo que quería mostrarte.

Sentenció refiriéndose a las compras.

— Tengo mis permitidos de vez en cuando y no me da remordimientos al final del día.

Continuó explicando mientras seguía organizando un poco más dentro de mi heladera, a quien no le había visto tanto verde desde la última vez que mis padres vinieron.

Ahora mi modelo iba a encargarse de las carnes, pero me atravesé en su camino para marcarle un sentido beso en su mejilla que la hizo reír, pero no se quejó.

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