Capítulo 41

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Pablo


Dormí en el sillón durante los cinco días siguientes.  Era lo mínimo que me merecía por haber sido un patán con ella. Y a decir verdad, me sorprendí de que no me mandara a dormir al pasillo. Me aguanté el dolor de espalda por la incomodidad del sillón hasta que Victoria tuvo que viajar a Miami para seguir cumpliendo con su agenda laboral de modelo solicitada, por lo que volví a dormir solo en la cama que compartimos desde hace tres meses. 

Tenía muchas cosas que replantearme. Tenía que disculparme por lo que dije borracho. Tenía que pensar. Tenía cosas que corregir. Y ahora que ella se fue por unos días, ambos mantendremos una distancia tanto física como emocional. Pero mi difícil relación sentimental era en lo último que quería pensar. Sé muy bien que cuando encuentre esa paz mental el resultado será doloroso. Para mí era muy claro que la única solución para destapar eso que estanca nuestra relación, era simplemente alargar esa distancia.

Igual intenté disculparme pero ella me cerraba todas las puertas. La perseguí a través de llamadas y mensajes durante dos días, pero me cansé de su indiferencia y la dejé en paz. Aún no me iba rendir, pero es difícil arreglar algo cuando la otra parte no quiere saber nada de vos ni lo que tengas para decir.

Por suerte en esta semana que transcurrió mi energía sólo estuvo enfocada en una cosa: mi trabajo. Le hice caso a todo el mundo y hace un par de semanas decidí mandar mi currículum a varias compañías de diseño gráfico, fotografía, y edición de Los Ángeles. Unos días atrás cerré un contrato con una de esas empresas cuyos ejecutivos se mostraron encantados con el catálogo de mis diseños para distintas marcas que he hecho a lo largo de mi vida.

Opté por quedarme con ellos, The Black and White Digital Company. Puedo trabajar remoto desde el departamento e ir la oficina solo si tenía ganas. El otro beneficio es que no soy el único latino ahí. Por suerte me hice amigo de un par de venezolanos y mexicanos con quienes salí a comer y distraerme estos días que estuve sin mi novia. Así que laboralmente me iba de diez, no podía pedir más. El único problema era la aparición de una detestable sensación que en mis veinticinco años de vida jamás sentí: la ansiedad. Ella aparece y me carcome por dentro cada vez que mi nuevos jefes me preguntan si tengo pensando quedarme trabajando para ellos mínimo tres meses, para luego evaluar si extenderme el contrato. 

Vine a Estados Unidos con y por  Victoria. Una opción viable es regresar a Argentina sin ella, dejar estos problemas atrás, y continuar con mi vida. Sigo teniendo mi departamento en Buenos Aires, y en The Landscape me aseguraron que mi puesto de trabajo seguirá apartado para mí. Pero sin dudas no es mi opción favorita. 

Quedarme en Los Ángeles solo, o con ella, dejar estos problemas atrás, y continuar con mi vida, también era otra opción.

Pero mi respuesta a las personas para quienes trabajo ahora era la misma: No lo sé aún. Y eso era una desventaja ya que nadie quiere contratar a alguien que no te puede asegurar si se va o se queda.

...


Llegué al aeropuerto de Los Ángeles media hora antes de que aterrizara su vuelo proveniente de Miami. Era la una de la mañana de un miércoles de Octubre. No había mucha gente, pero sí mucho frío. Mientras observaba distraídamente una de las pantallas de Llegadas/Salidas de los vuelos, mi mente me hizo la mala jugada de hacer un repaso de lo que habían sido mis emociones durante estas últimas semanas:

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