Capítulo extra.

2.7K 190 23
                                    

Terminé de colgar el enorme cuadro que Eve y yo habíamos estado pintado todos los domingos por la tarde. Era hermoso. No sabía que Eve tenía tanto talento pero terminó sorprendiéndome una vez más. La palabra «maravillosa» le quedaba corta a esa mujer que era tan mía. Mientras más pasaba el tiempo, más me enamoraba de Eve Moret. Y no me importaba si era muy mayor para mí, que si la gente hablaba o si ya no podíamos tener hijos, yo la amaba con todo mi corazón así como ella a mí. Había aprendido tantas cosas nuevas a su lado; cosas que desconocía por completo, ese tipo de cosas que necesitabas conocer para formarte como persona. Sí, ella me hacía mejor persona.

Dos años después de mi divorcio la vida me sonreía otra vez.

Claro que no todo era perfecto. Existían esos momentos altos y bajos pero siempre lo superábamos. Lo único que sentía a su lado era felicidad y amor. Jamás tristeza o enojo. Por el momento todo marchaba muy bien. Mi trabajo era genial, tenía a una espectacular mujer a mi lado, volví a ser tío de una hermosa niña, conocí gran parte de Asia y mi nuevo negocio empezaba a ser muy exitoso. Bueno, el negocio de ambos. Cuando Eve decidió mudarse conmigo a Manhattan, le ayudé a trasladar su escuela de yoga aquí y recientemente, como unos cinco meses, decidimos abrir una floristería para todo tipo de evento. A ella le encantaba. Y yo hacía todo lo posible para que mi mujer se sintiera cómoda y feliz en esta ciudad. Siempre la incluía en todo. Los dos queríamos crecer juntos y era justamente lo que estábamos haciendo. Amaba que fuera de esa manera porque nos entendíamos muy bien.

Hacíamos un buen equipo. Más allá de ser pareja, también éramos mejores amigos. Por esa razón nuestra relación era tan buena y sana.

Seguro se estarán preguntando qué fue de Kalinda... Pero la verdad es que no sabía nada de ella. Desde el divorcio no la había vuelto a ver. Era como si hubiese desaparecido o si la tierra se la hubiese tragado. Al principio sentí un pequeño vacío en el pecho pero terminé superándolo. La dejé ir. Me perdoné y también la perdoné a ella. Ahora la recordaba con cariño. Fueron muchos años los que estuve perdidamente enamorado de ella, no obstante, comprendí que no todo era para siempre. Que todos nos podíamos volver a enamorar.

—Amor, hoy es la boda de Fred —dijo Eve, haciéndome volver a la realidad—. ¿Puedes creerlo? Porque yo no.

Su adorable risita me sacó una sonrisa.

—¿Me lo dices a mí? —arqueé una ceja, mirándola entre divertido y serio—. Jamás pensé que ese idiota se casaría. Era un mujeriego sin límites pero siempre fue un buen tipo. Me alegro mucho por él.

—Yo también —suspiró risueña—. Siempre es bonito ver a dos parejas que se quieren tanto casándose.

Sonreí leve, tomándola por la cintura hasta pegarla a mi cuerpo.

—Nuestra boda será maravillosa, tenlo por seguro.

—Eso aún no lo hemos decidido —murmuró.

—Lo sé, cariño, pero en algún momento tenemos que planteárnoslo, ¿no? —elevé una de mis cejas—. Bien sabes que tomo lo nuestro muy en serio. Quiero que nuestro compromiso dure para siempre.

—Pero no es necesario que nos casemos, mi vida.

—Lo dices porque ya ambos estuvimos casados y nuestros matrimonios fracasaron —suspiré pesadamente.

—Oye, no es momento de pensar en eso —me tomó de las mejillas para besar dulcemente mis labios—. Te amo como tú me amas a mí y eso es lo único que importa.

—Tienes razón —asentí. Sacudí ligeramente mi cabeza y la miré de arriba abajo—. Joder, mírate que hermosa estás hoy.

Agarré su mano y le di dos vueltas, admirando lo hermosa que se veía en ese vestido rojo. Ella rió despacio y me miró con tanta dulzura que juro que mi corazón se derritió. No podía despegar mis ojos de ella. Para mí era el mujer más hermosa del mundo y no tenía que comprobarlo porque ya no tenía ojos para nadie más. Todo mi mundo giraba alrededor de Eve.

Terapias sexuales Where stories live. Discover now