Capítulo 13. "Pesadumbre"

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Raro.

Esa era la palabra perfecta que me definía en estos momentos. Me sentía raro. Fuera de lugar. Como si estorbara y no fuera parte de esto. Sólo podía mirar al techo mientras pensaba en todo lo sucedido y era muy difícil pensar con claridad cuando tenía a mis costados a dos mujeres completamente desnudas en mi jodida cama matrimonial. Los recuerdos de la noche anterior no tardaron en invadir mi cabeza (que, por cierto, estaba a punto de estallar) y me sentía mal. Sí, maldita sea, me sentía asqueado por lo que hice anoche. Pensé que sería bueno pero estaba tan equivocado. Tal vez sí lo fue, pero sólo por un momento. Cuando estaba ebrio hasta la mierda. Estar con dos mujeres no era divertido cuando estabas casado y enamorado.

Una de esas mujeres era mi esposa y la otra su mejor amiga de toda la vida.

Aún podía recordar cómo se besaban y tocaban... Parecía muy personal. Como si ya lo hubiesen hecho antes. Y cuando estaban tocándose y besándose me hicieron sentir un maldito estorbo. Jamás creí que mi esposa lo disfrutaría más que yo.

Estaba tan enojado.

No porque Kalinda lo había disfrutado, sino porque nada salió como esperaba. Fue un desastre.

—¿Amor? —pronunció con voz soñolienta la ya mencionada anteriormente—. ¿Qué haces despierto tan temprano? Ven a dormir.

—Tengo que ir a trabajar —dije sin voltear a mirarla mientras me sentaba en la cama.

—Es sábado. Hoy no trabajas.

Podía sentir la confusión en su voz.

—Entonces iré a caminar.

—¿No te quedas a desayunar con nosotras?

—Ya te dije —hablé molesto, levantándome de la cama y tomando mi ropa del suelo—. Voy a salir.

A través del reflejo del espejo pude ver su expresión desconcertada pero no le di ninguna importancia. Estaba muy molesto. Darcy me lo dijo y no le hice caso. Maldita sea. ¿En qué coños estaba pensando? Sólo a mí se me ocurría esa estupidez de compartir cama con otra persona que no fuera mi jodida esposa. Y lo peor era que seguiría viendo casi a diario a la persona que habíamos elegido para hacer ese maldito trío.

Quería chocar mi cabeza contra la puerta de cristal de la ducha. Literal.

Entré al baño, me quité el bóxer e inmediatamente me metí a la ducha pensando que eso me relajaría. Quizás el agua fría me ayudaría a despejar la mente. Poco a poco fue relajándome hasta que unas pequeñas y suaves manos se colocaron en mi espalda, dando pequeños círculos alrededor de ella. Volví a tensarme. Ya no estaba para estos jueguitos.

—¿Por qué estás tan molesto?

Suspiré al escuchar la voz de Kalinda. Por un momento pensé que era Rose.

—No estoy molesto.

—¿Ah, no? —chasqueó la lengua—. ¿Y por qué estás tan tenso?

—Quiero estar solo.

—Creí que habías disfrutado tanto como yo lo que pasó anoche —dijo con voz triste—. Era tu fantasía y yo sólo quise complacerte.

Tenía razón. Era mi fantasía. Y me sentí mal por ella.

—Lo siento.

—¿En serio no lo disfrutaste?

—Claro que lo hice pero...

Mi voz se quedó a medias cuando su mano bajó y empezó a masturbarme con fuerza. Y maldije mi erección mañanera.

—¿Acaso no te gustó cuando ambas estábamos de rodillas chupándotela? —murmuró sensualmente cerca de mi oído—. ¿O cuando estabas dentro de mí mientras ella se sentaba en mi cara?

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