Capítulo 15. "Consecuencias"

3.3K 241 75
                                    

—Amigo, estás jodido.

Esas fueron las primeras palabras que salieron de la boca de mi mejor amigo en cuando entré a su casa. Por la manera en la que me miraba sabía que estaba metido en serios problemas con mi mujer.

—Gracias por tu apoyo —dije sarcástico—. Me ayudas mucho.

—Tú desapareciste sin decir nada, no yo —se encogió de hombros.

—Estaba muy enojado con Kalinda —me excusé—. No podía pensar con claridad.

—Y ella está furiosa contigo, Justin. Va a matarte en cuanto te vea —dramatizó—. En vez de estar aquí conmigo, perdiendo el tiempo, deberías estar en tu casa hablando con ella y pidiéndole perdón.

—Lo entenderá.

—¿Seguro? —alzó una ceja—. Porque me dijo que si se enteraba que estuviste con otra tipa, te iba a cortar el pene —informó con total seriedad—. Y parecía estar hablando muy en serio.

—Tonterías —rodé los ojos—. ¿Por qué coños iba a irme con otra? Está loca.

—Ya sabrás tú —hizo un desdén—. Si lo hiciste o no, es tu problema. Yo no te juzgaré.

Me indigné al escucharlo. Fred me conocía lo suficientemente bien para saber que yo no era capaz de engañar a nadie, mucho menos a mi esposa. La amaba y no tenía necesidad de estar con otra mujer. En casa lo tenía todo.

—Fred —lo miré muy serio—, me ofendes.

—Es sólo un simple comentario, no te lo tomes mal.

Le envié una mirada de: “¿Estás hablando en serio?”.

—Uh, tómatelo con humor —bufó—. Sé que adoras a Kalinda y que no serías capaz de engañarla. Pero todos tenemos un límite. Las cosas están empezando a ir de mal en peor... Te recomiendo que lo arregles antes de que tu matrimonio se eche a perder. Y por favor, no sugieras otro maldito trío. Un tercero sólo acabará con tu relación. No seas tonto.

Aquellas palabras me cayeron como un balde de agua fría. Fred tenía toda la razón. Mi matrimonio podría echarse a perder y todo por mi culpa. La única intención que tenía era avivar la pasión, darle un poco de emoción a nuestra relación. Y terminé haciendo lo contrario. La cagué. Tenía que aceptar mis errores y remediarlos. Será bastante difícil que Kalinda me perdone por desaparecerme por días sin decir nada, aunque no me daría por vencido hasta lograrlo. No quería que nada cambiara entre nosotros.

No podría soportarlo.

Sobre todo porque íbamos muy bien. Paz y armonía eran las palabras que definían nuestra relación. Bueno, se podría decir que era así desde que el sexo volvió a tener la debida importancia que merece.

—La cagué hasta el fondo, ¿no? —suspiré con pesadez, echándome de espaldas en el sillón.

—Digamos que sí... Un poquito —hizo una mueca. Hundí los hombros y despeiné mi cabello. Fred colocó su mano sobre mi hombro en señal de apoyo—. Pero sé que lo solucionarás. Siempre lo haces.

—Entonces cruza los dedos por mí —sonreí de lado.

—Lo haré —rió despacio—. Bueno, ¿quieres algo de tomar? Tengo whisky y soda.

—Sí... Necesitaré un trago, gracias.

Fred se levantó del sillón y se dirigió al mini bar que tenía en su elegante y lujoso departamento. Lo llamaba “El paraíso” porque aquí traía a todas las chicas con las que se enrollaba. Un departamento de soltero que encajaba a la perfección con él.

Terapias sexuales Where stories live. Discover now