Capítulo 23. "La verdad sobre Eve"

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AVISO: Lo más probable es que el próximo capítulo esté en privado por cuestiones de seguridad así que si quieren leerlo, deberán seguirme. Espero que no sea una molestia. ¡Disfruten!

Eve aún estaba en estado de shock con todo lo que acababa de presenciar. Jamás se le cruzó por la cabeza que la esposa de Justin se aparecía en el mismo restaurante que ellos, mucho menos que haría un show y la llamaría puta delante de todos los presentes, pero menos se imaginó que todo aquel drama también le afectaría a ella directamente. Sin embargo, existía una muy buena razón para sentirse mal con todo esto.

Justin.

Fue casi imposible no encariñarse con él. Era una persona tan amable, tan buena, tan inteligente y tan guapo. Pero también era ingenuo y sensible. No fue necesario conocer bien a la tal Kalinda, en cuanto vio sus acciones y la forma en la que le hablaba a su marido —quien era una persona muy dulce y buena—, se dio cuenta de que era una mujer egoísta, manipuladora y cruel. Lo había engañado descaradamente con su propia mejor amiga y aún así tenía los ovarios de ir a reclamarle a Justin que supuestamente él fue el primero en serle infiel cuando lo único que había hecho todo ese tiempo era intentar salvar su matrimonio. 

Cuando enterraron al auto y vio a Justin enojado y muy, muy triste sintió ganas abrazarlo y no soltarlo nunca. Le recordaba a ella cuando su ex esposo, Duman, le había roto el corazón. Pero también sabía que apegarse tanto a ese hombre que ahora tenía estrechado en sus brazos, no era una buena idea. En unos días regresaría a su vida normal y no volvería a verlo más.

Pero eso no era lo único que la incitaba a alejarse...

La primera vez que escuchó el nombre de su esposa, o sea, «Kalinda», le recordó a uno de sus pacientes que casualmente también se llamaba Justin y tenía una esposa con un nombre parecido. Tenía varios días sin hablar con él. Dos días antes de llegar a Manhattan habían hablado y le había contado que las cosas en su matrimonio seguían mal. La situación era tan similar que le asustaba. No podía seguir con la duda... Debía preguntárselo ya.

—Justin... Quizás esto te parezca algo extraño pero necesito preguntártelo —le dijo a la vez que se separaba lentamente de su cuerpo. El ojimiel la miró con atención—. No vayas a pensar que estoy loca, ¿si?

Si todo coincidía... Iba a ser una locura.

—¿Por qué dices esas cosas? —frunció el ceño.

—Porque tengo esta duda aquí metida —señaló su cabeza—, que no me deja tranquila.

—Mira, ya sé que lo que acaba de pasar fue muy humillante... Y lamento mucho que hayas tenido que presenciarlo —dijo agachando la mirada—. Jamás quise ponerte en esa posición.

Lo miró con dulzura.

«¿Cómo puede ser tan tierno y caliente al mismo tiempo?», pensó ella.

—Oye... Tú no tienes por qué disculparte por nada. Tranquilo.

—Claro que sí —replicó ahora mirándola a los ojos—. Kalinda te insultó.

—Eso es lo de menos. A mí no me importó.

—¿Segura?

—Que sí —rió—. Pero no se trata de eso. Sólo te quiero hacer una pregunta.

—Hmm... Está bien. Pregunta.

Tomó aire profundamente.

—¿Cuál es tu apellido? —preguntó, temerosa.

El ojimiel se le quedó mirando fijamente por unos pocos segundos. Le parecía algo extraño que estuviera preguntándole eso a esas alturas y justo en ese momento, pero no le dio mucha importancia y le respondió.

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