Capítulo 17. "De mal en peor"

3.2K 248 62
                                    

Sentía ganas de llorar. No de tristeza ni de melancolía sino de rabia e impotencia. Me sentía tan jodidamente impotente con toda esta situación. Creo que nunca me había sentido tan mal en toda mi vida. O eso pensaba. Las cosas podrían ponerse peor en cualquier momento y el más afectado, efectivamente, seré yo. Kalinda actuaba muy fríamente. Y no, no estaba fingiendo... Que era aún peor.

Miles de dudas se me vinieron a la cabeza.

¿Qué pasará si me pedía el divorcio? ¿Preferirá estar con Anika que conmigo? ¿Cuál fue mi error? ¿Por qué sentía que todo se irá al carajo?

De pensar en eso último se me rompía el corazón. Amaba a mi chica. La amaba con cada parte de mí. Si me dieran a elegir entre recibir una bala o perderla, sin duda alguna preferiría mil veces un balazo en la frente que no tenerla a mi lado. Era el amor de mi vida. Nunca tuve ojos para otra chica. Desde la secundaria estaba enamorado de ella y hasta el día de hoy sentía lo mismo. Porque mis sentimientos no cambiaron. Yo me casé para amarla hasta el día de mi muerte. En ningún momento se me cruzó por la cabeza terminar con mi matrimonio.

¿Cómo podría echar a perder tantos años de relación? Eso sería como una puñalada a mí mismo. Sin embargo, me dolía. Todo lo que estaba pasando me rompía lentamente.

Y no sabía cuánto tiempo mi corazón podría soportarlo.

—No te veo nada bien, Justin.

Suspiré.

—Estaré bien —dije en voz baja, agarrando el vaso con whisky, mirando a la nada—. No es nada.

—Claro que sí. Se trata de tu matrimonio. Eso es cosa seria.

—Kalinda no quiere colaborar con una futura reconciliación —hablé con un tono amargo y frío—. Es como si le importara una mierda lo que yo sienta o piense. No me toma en cuenta para nada. Siento que me odia.

Empezó a formarse un nudo en mi garganta. Y sentí que me ahogaba.

—Hey, no digas eso —mi mejor amigo palmeó mi espalda amistosamente—. Es tu esposa, hombre. ¿Cómo crees que va a odiarte?

—Pues ve y pregúntale por qué me trata como si yo fuera una basura —lo miré sin ninguna expresión—. Te juro que estoy haciendo mi mayor esfuerzo para solucionar todos nuestros problemas pero ella no pone de su parte. La relación es de dos, no de uno solo.

—Tienes razón —apoyó—, ¿pero no crees que es mejor esperar a que se calme un poco? Aún está enojada contigo. Recuérdalo.

—¿Y cuánto tiempo se supone que debo esperar? —alcé una ceja—. ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Seis meses? ¿Dos años? Estoy cansado, Fred.

—Las mujeres son muy complicadas. Siempre quieren tener la razón y pelear por todo. Luego lloran por atención —empezó a decir, soltando una carcajada—. Se le pasará. Kalinda es una mujer con un carácter fuerte, lo sabes. Pero te ama como tú a ella. No dudes de su amor por ti.

—Tengo miedo —confesé—. ¿Y si la pierdo?

—¿Cómo la vas a perder? Están casados. Ya no son unos niños en pleno noviazgo.

—No lo sé —dije sincero pero al mismo tiempo frustrado—. Presiento que algo muy malo va a pasar. Conozco a Kalinda y ella no actúa así.

—Tómate unas vacaciones y vayan a visitar a tus padres. Creo que le gustará la idea.

Me quedé pensativo un momento.

—¿Tú crees?

—Claro —sonrió—. Es una buena idea, ¿no te parece?

Terapias sexuales Where stories live. Discover now