Capítulo 23

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Camila recogió sus carpetas de la mesa, se despidió de su cliente y salió de la sala de audiencias. Amanda la esperaba afuera.

—¡Vaya, me impresionaste! Si hubiera sido ese tipo te firmo un cheque por un millón de dólares de inmediato. El pobre, creo, se orinó en sus pantalones.

—De esos hay muchos que quieren hacerse los vivos y dejar a sus esposas con una pensión miserable para sus hijos, mientras ellos se desligan de toda responsabilidad y viven la gran vida.

—Si me separo alguna vez, eres mi carta ganadora.

—Espero que puedas pagar mis honorarios. —Camila sonrió, mientras salían del tribunal.

—Bueno, y dime cual es la temática del capítulo de hoy en la dimensión desconocida, porque en la fiesta pensé que moría. Tu suegra lanzaba llamas por la boca. ¿Qué paso contigo y Marco ayer? ¿Qué te dijo?

—Bueno, no dijo mucho, pero acepté ser su novia oficialmente. Desde anoche estoy comprometida.

Amanda se giró, dando un grito, se lanzó encima de Camila y la abrazó.

—¡No lo puede creer! Pensé que no estaría viva para escuchar algo así.

—No lo disfrutes tanto.

—¿Qué? No me digas que ya te arrepentiste.

—No, pero no sé si vaya a durar tanto. —Camila entró a una pequeña cafetería.

—Camila, sabes que lo quieres, ¿no crees que ya es suficiente? —Amanda se sentó en una mesa, cerca de una ventana.

—No es eso. ¿Recuerdas que mi jefe estaba en la comida?

—¡Verdad! ¿Qué te dijo sobre tu embarazo?

—No mucho —Camila levantó su mano para llamar al garzón—. Deja tomar algo de azúcar antes de desmayarme.

—¿Es broma? Me hiciste atravesar medio Santiago y ¿ahora me harás esperar?

—Está bien, menos mal que estás sentada —Camila realizó una honda inspiración—. El puto de mi jefe se acuesta con la mamá de Marco.

—¿Qué? —Amanda dio un pequeño grito.

—Imagínate como estoy yo.

—¿Estás segura? Sé que Maléfica es una verdadera perra, pero ¿no estarás viendo bajo el agua?

—¿Disculpa? Yo no divago, Alfredo me lo dijo y, además, casi me amenazó con enviarme a la China si decía algo.

—Creo que yo también necesito azúcar. —Amanda levantó la mano para llamar nuevamente al mesero.

Después que hicieron su orden, Camila bebía un capuchino con extra azúcar.

—¿Qué vas hacer?

—No sé, no creo que Marco sepa. Lo bueno es que tengo una carta bajo la manga para enfrentar a la horrorosa de mi suegra, pero no me siento bien engañando a Marco con algo así.

—No creo que debas decir nada.

—¿Cómo no voy a decir nada? Me conoces no soy de las personas que se guarda este tipo de cosas. Además, estoy segura que hay algo más. Alfredo me dijo que el padre de Marco lo había llamado para asesoramiento, la especialidad de mi jefe son los divorcios y pensiones alimenticias. Aquí algo huele mal.

—¿Algo como qué? Es difícil hablar de pensión alimenticia si tu hijo aún no nace.

—Sé que hay algo, Melanie ya está buscando información. —Camila se recostó al sentir un pequeño malestar en su estómago.

No es Divertido (Disponible en Amazon)Where stories live. Discover now