Capítulo 22

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Camila tomó su maletín y salió de su departamento, pero mientras esperaba el elevador la puerta de su lado se abrió.

—¡Bueno días! —Borja la saludó con una gran sonrisa. Llevaba su pelo escondido en un gorro de lana negro, el cual marcaba sus facciones a la perfección.

—Hola, ¿cómo estás? —Camila desvió la mirada, y aunque su amor le pertenecía a otro, no era ciega para determinar que su vecino era un espécimen atractivo—. ¿Por qué sales tan temprano?

—Me gustan las clases de yoga pero, obviamente, eso no paga el arriendo —Borja le hizo el ademán para que ingresara ella primero al ascensor que había abierto sus puertas—. Tengo un local de tatuajes.

—¿En serio? —Camila abrió sus ojos entusiasmada y levantó su muñeca para mostrar el de ella.

—Ya lo había visto. —Borja sonrió de manera coqueta.

—Tienes razón. ¡Qué pava! —Camila fijó la vista en los números, esperando que ya hubieran llegado a destino, o si no saltaría en ese momento por la puerta del techo. ¡Qué idiota! Si se había acostado con él. Quitó las imágenes de esa noche que aparecieron en su mente de manera fugaz.

—Es un hermoso trabajo. —Borja continuó hablando de manera relajada. Camila saltó del cubículo al abrirse las puertas—. Lamentablemente, no te podrás realizar ningún otro, hasta que tu bebé nazca. —Borja caminó junto a ella.

—Hay muchas cosas que no puedo hacer, pero ya habrá tiempo. —Camila extrajo de su bolso las llaves de su auto.

—El embarazo te sienta, estás hermosa.

—Gracias. —Camila sonrió, porque Borja era un amor. No quiso confesar que su gran irrigación sanguínea no era a causa de su estado embarazoso, precisamente.

—Nos vemos. —Borja se alejó rumbo a su vehículo.

Camila lo siguió con la mirada hasta que la vibración de un mensaje en el interior de su chaqueta la hizo desviar la atención. Sacó el aparato y la pantalla le indicó que tenía un mensaje de voz de su asistente.

"Camila, no me puedes haber hecho eso, quería ver su cara, pero lo que me preocupa ahora es que le corte la cabeza a alguien en la oficina. Estoy pensando seriamente en decir que estoy enferma. No quiero que su furia la descargue con la pobre chica de la recepción, aunque no me pierdo lo que pasará hoy en la oficina. ¡Pero no me contaste cómo supo! Espera, viene el metro. Nos vemos en la oficina en diez."

Camila rodó sus ojos, poniéndolos en blanco, guardó su teléfono en su cartera, revolvió su interior y apretó la pequeña botella de gotitas homeopáticas que había adquirido para su ansiedad, porque si no las tomaba ella, se las daría a su asistente. Luego subió a su auto, emprendiendo la marcha.

Abrió la gran puerta del bufete de abogados, respiró profundamente e ingresó. Melanie apenas la vio, saltó como cohete.

—Camila, el ambiente está extraño —Melanie la dirigió hacia una pequeña cocina, en la cual ágilmente preparaba algún tipo de infusión—. Alfredo está muy serio, pero no furioso. Más bien callado. ¿No estará tramando algo?

—¿Algo como qué? —Camila recibió un tazón con té.

—No sé. Por lo general, me ladra a que disponga su mesa con café, galletas y todo lo que le gusta, pero hoy solo dijo "buenos días" y apenas Camila que se dirija a mi oficina" —Melanie comenzó a caminar de un lado a otro, perdida en sus pensamientos—. Por cierto, ¿cómo fue que se enteró?

—Anoche en la cena de la familia de Marco. —Camila dio un sorbo a su taza.

—¿Estuviste en la casa del estupendo de la escalera? Te juro que cada vez que voy a la fotocopiadora me inunda un calor y estoy al borde de agarrar al chico de personal para arrastrarlo ahí.

No es Divertido (Disponible en Amazon)Where stories live. Discover now