Capítulo 41

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Camila miró el horno y los platos de greda, los cuales en el interior tenían un tono dorado. Cruzó los dedos mentalmente para que estuviera delicioso, había trabajado toda la mañana con Julia y estaba segura que no volvería a repetir la experiencia. Le entusiasmaba aprender a cocinar, pero más le entusiasmaba la compañía de la dulce mujer, y estar cinco horas metida en la cocina, realmente, no era lo suyo.

—Muero de hambre —Martín se paró a su lado mirando hacia el interior de la cocina—. Años que no como una comida decente. Daniela tampoco no es muy amiga de cocinar.

—¡Te escuché! —gritó Daniela desde el salón.

—¡Amor, amo tus fideos! —Martín miró a Camila, poniendo los ojos en blanco.

—Sal de acá, por favor, mira que aún no arreglamos cuentas los dos. —Camila empujó a su hermano hacia fuera.

—Ya está lista la mesa. —Amanda aplaudió.

—Cinco minutos más. —Julia pasó por su lado con una gran fuente de ensalada.

Camila se acercó a su cuñada y cogió a Guillermo en brazos. Hundió su nariz en la diminuta cabeza, inhalando su olor.

—Estás muy grande, te compré un par de cosas —Camila se dirigió por el pasillo hasta uno de los dormitorios—. Este será tu cuarto para cuando vengas de visita. No me mires así, aun lo estoy remodelando, pero quedará hermoso, te lo aseguro.

—¿Dónde quieres el mural? —Diego habló desde su espalda.

—En esa pared. Voy a quitar todos los muebles. ¿Cuándo puedes comenzar?

—Gracias a tu novio mi tiempo está limitado, tendré que organizarme.

—Ya que eres el padrino, deberías poner esto en el número uno de tu escala de prioridades.

—Mi escala de prioridades está hoy día en ir a pintar un mural en el jardín de Amanda, así que habla con ella.

—Necesitaba ganar puntos en mi nuevo trabajo —Amanda abrazó a Diego, besándolo en la mejilla—, y tú me tienes que ayudar. Así que, Camila, saca número.

—Habla con Guillermo —Camila levantó a su sobrino—. Son unos tíos malos.

Diego se acercó y tomó a su sobrino.

—No las escuches, están súper locas, tú vienes conmigo a hablar cosas de hombres. —Diego salió de la habitación.

—¿Y? ¿Algo que contar? Sé que me escondes algo. —Amanda miró a Camila.

—Tendrás que esperar. —Camila escuchó el sonido del timbre y se dirigió al salón.

—Raúl, ¿trajiste las nueces? —Julia se asomó por la cocina.

—Sí.

Marco sonrió a su lado, Camila se acercó, lanzándose a sus brazos. Luego, lo besó olvidando a los presentes, y se separó cuando escuchó el sonido de una cámara de fotos.

—¿Qué haces? —Miró a Amanda.

—Es para retratar el momento, esto no ocurre todos los días —Amanda sonrió—. Te la mandaré, creo que a tu pared le falta una foto de ustedes para que después no se arrepientan, digo yo.

—Eso no va a ocurrir —Marco besó nuevamente a Camila—. Ya no se podrá escapar.

—¡A comer! —Julia apareció con una bandeja con platos.

—¿De verdad lo hiciste tú? —Martín masticó entusiasmado.

—El crédito es de Julia, ya que sin ella no podría haber picado ni la cebolla. —Camila sonrió.

No es Divertido (Disponible en Amazon)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin