Capítulo 9

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Marco se sentó en el sofá observando cómo Camila servía, al parecer, té. La sensatez que lo había arrastrado hace algunos minutos por volver y al fin hablar con ella sobre el embarazo se había esfumado al verla con otro tipo. En otras circunstancias se habría ido, porque no era de los que compartía sus conquistas, pero por alguna razón que desconocía aún se mantenía ahí. La verdad, es que la idea de tener un hijo aún no la asimilaba por completo, pero de lo que estaba seguro era que no la dejaría sola en esa circunstancia. Sí, se haría cargo, aunque tuviera que utilizar gran parte de su paciencia.

― ¿Azúcar o endulzante? ―Camila le sonrió de manera sarcástica.

―Solo, por favor. —Observó la torpeza de Camila al servir las tazas.

―Bueno, hablemos. ―Camila se sentó y cruzó los brazos por sobre sus piernas.

―Si esto es otro de tus momentos de "Cometa Halley", te aviso que al primer grito me voy. ―Definitivamente, Marco no lograba entender su actitud.

―No voy a gritar, creo que ya es hora de que hablemos y aclaremos nuestra situación ―Camila aclaró su garganta y continuó―. Primero, me gustaría esclarecer que no lo hice intencionalmente, fue solo mala suerte y no estoy preparada para esta situación.

―Eso no tienes que decirlo, me quedó claro tu desconcierto ―A Marco le agradó que al fin no estuviera gritando o hablando de manera sarcástica―. Debo decir que en mi caso es más que evidente que no estaba en mis planes ser padre, al menos por la siguiente década.

―La verdad, ni siquiera me había planteado ser madre. ―Camila bebió de su taza, evadiendo la mirada.

―¿Por qué no?

―Porque ni siquiera me he cuestionado tener una relación amorosa. Y claro, tampoco me habría gustado que mi hijo se criara en estas circunstancias.

―¿En qué circunstancia crees que estamos? ―Para Marco era obvio que no existía nada entre ellos más que algún tipo de atracción sexual, pero de igual manera quería saber qué pensaba Camila sobre sí podrían llegar a tener, quizás, una relación.

―¿No es evidente? Nos acostamos un par de veces y ni siquiera nos caemos bien.

—La verdad, mal no me caes, pero no digamos que eres la mujer más agradable de la faz de la tierra.

—A lo mejor si te bajaras de tu pedestal de "me creo irresistible", te mostraría mi lado amoroso.

—¿Tienes uno?

—¡Claro! Ahora dime, ¿tú conoces la palabra modestia?

—¿Crees que soy engreído?

—No estamos desviando del tema principal y hacer una lista de lo que pensamos de nosotros no ayudará.

—Esta vez tienes razón —Marco se levantó y giró sobre sus pies, no tenía la menor idea de qué era lo que tenía que decir—. ¿Qué tienes en mente?

—¿Sobre qué?

—Obvio que del bebé. —Marco pensó seriamente en que necesitaría algún tipo de consejero porque, al parecer, ninguno de los dos sabía cómo enfrentar un tema de esa envergadura.

—Lo único claro es que lo voy a tener. Aún no he pensado ningún plan de acción, ni siquiera sé si hay que tener uno. Lo que si me gustaría saber es... ¿Quieres ser el padre de este bebé?

—Soy el padre. —Marco la observó serio, no comprendía bien los sentimientos que nacían en él, pero sentía una gran conexión y responsabilidad de protección hacia su hijo.

No es Divertido (Disponible en Amazon)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora