Cap. 26

708 79 6
                                    

—Henry —llamo su atención a punto de subir a la cama—, se me volvió a acelerar.

—¿En serio? —se acerca y pone su mano en mi pecho, notando el pulso notablemente acelerado—. Tienes razón, estás de nuevo así.

—¿Qué hago?

—No lo sé. A lo mejor necesitas tranquilizarte de alguna manera. ¿Cuándo empezó a pasar?

—Cuando limpiabas mi cara de helado. Que lo hicieras tú me pilló por sorpresa.

—¿De verdad? A lo mejor se nos pone el pecho así cuando hacemos cosas el uno por el otro que al final nos gusta.

—¿Tú crees? —asiente con la cabeza—. ¿Sabes una cosa? Creo que solo me pasa esto contigo —me acerco a abrazarlo, no me esperaba que también tuviera el pecho como yo.

—Esto... ¿Nos vamos a dormir? —no me separo de él—. Hugo, hay que dormir. Larry espera para apagar la luz.

—¿Podré estar así en la cama? —le miro con un sonrojo notorio, diciendo que estoy un poco vergonzoso.

—Claro. Como ayer. Dormimos abrazados, con tu brazo rodeando mi barriga y mi brazo en tus hombros —oculto mi rostro en su pecho—. Por eso quiero volverlo a repetir, porque el pecho me lo pide —su mano acaricia mi cabello y lo vuelvo a mirar—. Así que vamos a la cama, Hugo.

—Va-Vale —el nerviosismo desaparece cuando me separa de él y me agarra de la mano para llevarme a la cama.

Subimos y le decimos a Larry que puede apagar la luz, haciéndolo de inmediato al tener tanto sueño que está algo gruñón.

En nuestra cama, Henry me rodea con sus brazos y me pega a su cuerpo, haciendo que mis manos estén en su pecho y mi frente oculta entre su cuello y su hombro, rozando su piel con mi nariz. Huele al mar de este mañana, la fuerza de esta tarde y su sonrisa de esta noche.

Los dos tenemos el pecho acelerado de nuevo, aunque el sueño es más fuerte y nos hace cerrar los ojos. No sin antes susurrar unas últimas palabras.

—Esta noche no me separaré de ti por si tienes alguna pesadilla, Hugo. Así que duerme tranquilo.

—Gracias —sin saber lo que hago, le doy un beso en la barbilla, el cual hace soltar una leve risa de su parte—. Buenas noches.

—Buenas noches —dice con una amplia sonrisa que se nota en sus mejillas.

La hora de dormir ya afecta a mis párpados y mi cuerpo ya no obedece ninguna orden. Dormir en sus brazos me tranquiliza.

Me tranquiliza totalmente.

Mi Querido GorditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora