Cap. 9

1.7K 168 34
                                    

—El primero que se va a tirar en el tobogán es Larry, nosotros te esperaremos abajo —digo, intentando que vaya él primero, porque dice que le da un poco de miedo el tobogán.

—¡No quiero! —el miedo ya le vuelve a poseer.

—Vamos, Larry. Si no lo haces, nunca sabrás si te gusta o no —dice Henry, intentando convencerlo.

—No me hagáis subir, por favor —nos suplica.

—Mira, voy a subir yo —subo las poquitas escaleras que hay y me deslizo por el tobogán, muy divertido—. ¿Ves? No me ha pasado nada. Ahora tú.

—Hazlo, por favor.

Piensa en ello por lo menos dos veces y decide subir, con miedo en el cuerpo. Sube las poquitas escaleras que yo subí hace un minuto y se queda en lo alto, mirando el tobogán con ojos temerosos de hacerse algo de daño. Le apoyamos y al final se tira con los ojos cerrados.

Cuando llega abajo, los abre y se da cuenta de que estamos delante de él, que está bien, sin rasguños en alguna parte del cuerpo.

—¡Ha sido genial! —sonríe—. ¡Quiero volver a subir!

Le dejamos que vuelva a subir y al final acabamos tirándonos como diez veces cada uno. La verdad es que estos momentos son un tanto divertidos con amigos como ellos.

El frío viento nos golpea y un estornudo suena entre nosotros. Larry fue el que ha estornudado, frotando sus brazos con sus pequeñas manos. Tirita de frío, así que me quito la chaqueta y se la pongo en los hombros.

—¿Mejor? —le sonrío y él asiente.

Nuestros padres nos ven desde los bancos del parque mientras conversan entre ellos, parece que se lo pasan bien y la madre del pequeño tímido se preocupa por su hijo. Parece que se le olvidó traer una chaqueta, pero no pasa nada, estamos nosotros aquí.

Nos vamos a los columpios y nos ponemos a jugar con ello. El balanceo hace que mi corazón palpite rápido, la altura no es que me guste, pero tampoco es que lo soporte, solo lo suficiente.

Ahora el que tiene frío soy yo, un estornudo se aproxima, pero no sale, es extraño.

—¡Hugo! —me llama Henry—. ¿Estás bien? —me pregunta con rostro preocupado.

—Sí, estoy bien —pero mi cuerpo me delata haciendo que estornude y tirite de frío.

—Estás mintiendo. Tienes frío. Toma —se quita su chaqueta y me la ofrece, pero no la acepto—. Póntela, tienes frío.

—¿Y tú qué? Te vas a resfriar.

—Yo me moría de calor con la chaqueta puesta, así que mejor te la dejo para que tú no te vayas a resfriar —me sonrojo cuando me agarra la mano y me hace coger la chaqueta—. Por favor, póntela.

Al final acepto y me la pongo, con un sonrojo en el rostro que me delata. Su chaqueta está muy caliente, haciendo que el frío se vaya de inmediato. Una gran sonrisa radiante acompaña sus mejillas rosadas, lo cuál hace que mi pecho haga un ritmo acelerado que no logro entender el porqué.

El resto del tiempo nos la pasamos jugando aún en el parque. Me sorprende que Henry no tenga frío, me gustaría ser como él, pero entonces en verano me moriría de calor. ¿Qué hace en verano para estar fresco? Es un misterio de la naturaleza.

Nuestros padres nos llaman y al acercarnos sonríen, ¿o se están riendo en su interior?

—¿Por qué Larry tiene tu chaqueta y por qué tienes la de Henry? —me pregunta mi padre.

—Yo le dejé la mía a Larry porque tenía frío, y yo tengo la de Henry porque yo tenía frío.

—¿Tienes frío, cariño? —pregunta la madre de Henry.

—No, mamá. Estoy bien —sigue teniendo esa sonrisa.

—Toma, Hugo —dice Larry mientras se intenta quitar la chaqueta, pero le detengo.

—Mejor me la devuelves en clase, ¿vale? —asiente con la cabeza e intento devolver la chaqueta de Henry—. Mejor te la devuelvo, Henry.

—No, no, no... En clase también. Tienes frío y no quiero que tengas de camino a casa. No quiero que estés malo.

—Yo... —sin saber porqué, me lanzo a él y lo abrazo bien fuerte—. Gracias —mis brazos lo rodean y lo estrujan con poca fuerza para no hacerle daño.

—De nada —me corresponde al abrazo y nos quedamos así al menos diez segundos.

Al separarnos, nuestros padres nos miran con una sonrisa tierna que me gustaría que no se pegara en mí, me ponen rojo.

Nos despedimos todos y nos volvemos a casa, yo con una chaqueta que huele bien y que calienta bastante y con un abrazo de sus rechonchos brazos. Se sentía tan bien que me gustaría no parar de abrazarlo.

No pararía de abrazarlo en toda la vida.

--------------------------
¿Contentos con que haya hecho dos capítulos seguidos en dos días? Yo me siento orgulloso porque creo que esta historia tiene el #651 más o menos, no me he fijado totalmente.

Sigamos adelante con nuestros tres pequeños.

Mi Querido GorditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora