25 - Gritos de Dolor

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Capítulo 25

“Gritos de dolor ”

*

Es muy temprano en la mañana, cuando abro la puerta de la habitación me chocó con Selena quien estaba saliendo.

—¿Tú qué haces aquí?— Pregunté molesta. Hoy no tenía ánimos para soportar esta tía.

—Buscaba a mi novio. — Responde con soberbia. Ella me veía cómo alguien inferior, yo la veía como a la loca que era. Me empuja y se marcha por el pasillo.
En la habitación no hay nadie, los chicos probablemente aún estaban en el baño o yendo a desayunar.

No confiaba en esta chica, miré mi cama y bajo de ella. No lo sé, algo me decía que está demente, no venía en paz.

Ignoró mi molestia y termino de vestirme.
Me tomé el tiempo de hacerme una trenza en mi cabello, y ponerme algo de maquillaje.
Me sentí estúpida al hacer aquello solo por un chico.
Me gustaba un poco James, pero no quería arreglarme para alguien que no sea yo misma misma.
Me puse perfume, tomé coraje y bajé a desayunar.

Los chicos ya están en la mesa cuando llegó con mi te caliente.
Tomo asiento en silencio y me quedo allí existiendo.
Algo no andaba bien.

—¡Eleenaaa!— William pasa su mano frente a mi cara, subiendo y bajando.

—¿Eh?— me había ido muy muy lejos.

—¿Qué sucede? Estás muy silenciosa. — William me mira extrañado.

—¿Te..? ¿Sientes bien? Estás más pálida que lo habitual y tus ojos se ven… rojizos— Jacob se inclina y me mira preocupado.
Toma mi mano. — Tienes fiebre — afirma.

—No me siento bien, Tal vez pesqué un resfriado. Estoy un poco mareada. — Confieso.

—¿Quieres ir a la enfermería?— Preguntó James. Negué. — Elena… tus brazos. — Mi piel estaba color rojizo y quemaba.  Me levanté rápidamente, Los tres me miraron sorprendidos.

—Vamos a la enfermería. — Ordena Jacob parándose.

—Sí. Iré. Tranquilo.

—Iré contigo — William se levanta de prisa, veo la mueca de dolor al hacerlo, aún le dolía su pierna.

—Estoy bien, solo es una alergia. Vuelvo en un momento —Sonrío para dejarlos tranquilos.

—¿Segura?

—Si Jacob. Ya vuelvo. — Susurro.

Camino hacia la enfermería, voy por el pasillo abierto, la brisa afuera estaba fresca, aquí el clima era perfecto.
La academia estaba escondida entre bosques sin fin y montañas gigantes, lo que llevaba a que siempre haya niebla, esté lloviendo, nevando o nublado.
Desde que había llegado a este lugar, yo no había visto el sol, aquí el clima era húmedo, pegajoso, frío y hostil, no quería saber cómo se pondría en invierno y para eso faltaba casi nada.

Trate de pensar en cualquier otra cosa que no sea el dolor en mi cuerpo.

Mi vista se nubló y me tomé de una columna para no caerme.
Cerré y abrí los ojos reiteradas veces intentando aclarar mi vista.
Mis piernas flaquearon y sentía un peso enorme sobre mí.
Mi piel ardía y sentía como me faltaba el aire.
Estaba tan agitada que mi respiración parecía solo un pequeño quejido.

—¿Elena?— una voz tras de mí.

—Estoy bien— Dije tratando de recuperar mi postura, aun sin abrir los ojos, estaba aturdida y desorientada.
Mi cerebro se estaba apagando, al borde del desmayo.
Entonces sentí sus brazos tomándome de la cintura y el dolor se hizo más fuerte.

Viviendo Entre BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora