Segunda parte

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Segunda parte.

Me sentía una mierda, pero esto era todo mi culpa por confiar en la persona equivocada.
Cuando Liam puso su estúpido y glorioso cuerpo en mi cama anoche, debí echarlo fuera. No dejar que se acerque a mí, Pero no lo hice y ahora debo abstenerme a las consecuencias.

Este maldito embrollo me sirvió para darme cuenta como era realmente el tierno y amable Liam.
Después de todo lo que había pasado, después de darme su apoyo desde el primer momento y hasta de tener la caraduras de meterse a dormir conmigo acurrucándome a su lado, me humilla sin pestañas y eso realmente dolía.

El agua caliente cubría mis lágrimas, solloce en silencio un buen rato, hasta que los chicos que estaban se habían ido, ahí recién fue cuando salí del cubículo.
Me encaminé hacia los lavados, Sentí alguien tras de mí, pero al voltear lo único que vi fue mi reflejo en los espejos, lo que provocó un pequeño gritillo.
La muchacha que mi reflejo mostraba se me hacía una extraña, no se parecía en nada a la ruda y divertida Elena.

Mi piel estaba pálida mucho más de lo normal, las bolsas y ojeras bajo mis ojos eran realmente preocupantes, tenía los ojos rojos tanto llorar y mis labios secos y agrietados

¿Cómo alguien podría fijarse en mí? ¿Cómo poder Liam, verme bonita?
Las inseguridades golpearon mi cabeza.

Selena es todo lo que quieres ser si eres mujer y todo lo que deseas en tu cama si eres hombre.
En simples palabras, ella era Perfecta. Tenía el pelo largo, negro y brillante. Cada cabello en el lugar correcto, sus piernas eran largas y su piel era bronceada y suave, tenía ojos claros y preciosos, sus mejillas parecían estar siempre ruborizadas y eso la hacía tener un aire a niña buena. Ella era delicada y perfecta como una bailarina de ballet de esas que vienen en las cajitas musicales.

¿Cómo Liam podría siquiera saber de mi existencia teniéndola a ella?

Yo era todo lo contrario.
Tenía mejillas regordetas y pálidas, mi pelo era oscuro y siempre estaba hecho un lío, mis ojos eran grandes con pestañas largas que me hacían ver como si fuera una muñeca sin vida y para completar era baja.
Mis labios eran carnosos y siempre estaban con un color raro, como lilas o un rojizo extraño, mi piel pálida por la falta de sol, me hacía ver como una muerta que caminaba.

Dejé de sentir pena por mí y caminé hasta el segundo lado de las duchas, donde estaban los loquers y donde mayormente se cambiaban los muchachos, necesitaba algo de perfume y encontrar la corbata de mi uniforme en el mar de cosas de mi casillero

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Dejé de sentir pena por mí y caminé hasta el segundo lado de las duchas, donde estaban los loquers y donde mayormente se cambiaban los muchachos, necesitaba algo de perfume y encontrar la corbata de mi uniforme en el mar de cosas de mi casillero.
Sentí una puntada en mi pecho, y las náuseas no tardaron en llegar.

Me sentía como una idiota, mis piernas se aflojaron y me tomé de los casilleros para no caerme.

Si tenía otro ataque de pánico, no estaba segura de poder controlarlo sin Liam.

Tal vez él no había sido tan cruel, pero las palabras que había dicho me habían dolido realmente, porque ellos se habían convertido en lo único real en mi vida y perderlos me asustaba.

James llega sin hacer ruido, va hacia su casillero.

—¿Estás… bien?— Susurra serio
Asentí con vergüenza.
—No le hagas caso, Son unos idiotas. — Me aconseja. Asentí nuevamente.
—¿Por qué dormiste con él?— Preguntó, parecía molesto. Me escogí de hombros. —Te dejaré tranquila. Nos vemos luego. — Dijo y se marchó.
Creo que estaba enojado conmigo.

Suspiré resignada.

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