41. Bailes dulces

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Magnus siguió a Isabelle Lightwood a la cocina.

-¿Sabes cocinar? -preguntó ella de nuevo. Magnus asintió-. Qué bien, porque yo no.

Eso hizo a Magnus sonreír un poco. Había tan pocas razones para sonreír ahora.

-Simon no está, fue a hacer las compras de la semana.

Magnus se preguntó si ellos podrían estar separados cuando tenían el alma del otro, ¿o estaban usando su propia alma? ¿podían cambiar de alma a su antojo, o una vez dada no había vuelta atrás?

Como si ella adivinara, respondió: -Él tiene mi alma y yo la suya, pero no solemos sacarla, mi padre no lo sabe y no lo permitiría, porque Simon es cocinero y somos "diferentes" -ella resopla mientras saca algunos ingredientes y utensilios-. Como sea, sabes que al dar un alma libremente, puedes vivir sin problemas incluso alejado de ella. Yo extraño mucho a Simon cuando estamos lejos, pero también lo siento porque sé que no me ha abandonado, y va a regresar. Lo quiero mucho, ¿sabes? Mucho tiempo esperé que a Alec le sucediera lo mismo para que fuera feliz, pero él se cerró completamente. Me apena mucho que vendieran tu alma, pero espero que ayude a Alec.

En aquellos ojos oscuros había tanta sinceridad que Magnus no pudo enojarse. Curvó sus labios un poco. Ya de nada servía lamentarse, iba a morir tarde o temprano. -¿Eso es chocolate?

Isabelle asintió y dio un saltito sobre sus tacones altos. -Siii. ¿Te gusta? Podemos preparar, creo que todavía hay leche.

Magnus asintió. -¿Tienes malvaviscos?

En su casa nunca hubo malvaviscos ni chocolate, o desayunos dulces y felices. Sólo había gritos, golpes, empujones hacia su habitación y puertas cerradas cuando había visitas.

-¡Obvio! -Isabelle empezó a buscar mientras él ponía la leche y el chocolate en la estufa-. ¡Lo encontré! -Isabelle bailoteo feliz como una niña, encendió la radio antes de volver con Magnus que ya removía la mezcla.

Una canción rápida comenzó e Isabelle empezó a tararear y bailar mirando a Magnus que movía uno de sus pies. No dijo nada, no lo presionó, sólo esperó. No pasó mucho antes de que Magnus moviera suavemente sus caderas.

Isabelle sonrió mientras Magnus cocinaba y bailaba tímidamente.

Ninguno miró a Alec entrar a la cocina y mirarlos con el ceño fruncido.





CONTINUARÁ...

Dueño de mi alma (Malec)Where stories live. Discover now