Capítulo 3 - Lazos

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Cuando Lance llegó a la universidad se encontró con sus compañeros de equipo en el aula que utilizaban para su proyecto. Estaba molesto y claro que pasó al menos los primeros treinta minutos quejándose, detestaba que arruinaran los avances que llevaban, detestaba tener que asistir un sábado por la noche a la Universidad de emergencia y detestaba que no fuera por su causa. Lance realmente odiaba a las personas pesadas, aquellas que únicamente se proponían arruinarle la vida de diferentes maneras bizarras a otros y seriamente. Él era consciente que se la pasaba haciendo bromas, comentarios y molestando, pero jamás con la intención de realmente perjudicar a alguien... a diferencia de aquella persona que se encargaba de sabotear un proyecto que no solo era de él sino de todo su equipo, era otro nivel y cruzaba la línea de maneras diferentes.

Todos los del equipo se pasaron al menos cuatro horas arreglando el desperfecto que había sido provocado, estaban cansados, algunos habían incluso cancelado o abandonado sus compromisos con tal de lograr arreglar aquella maldad. Cuando al fin terminaron sonrieron triunfantes y optaron por dejarlo en un lugar mucho más seguro esta vez, se quejaron, se agradecieron y se despidieron para poder irse tranquilamente a sus casas y por fin descansar.

Lo único que le hacía falta a Lance, era eso, su adoración, su premio mayor.

—Aquí estoy, bebé —El mulato murmuró fastidiado, pero con satisfacción. Se encontraba frente a una máquina expendedora cerca de la entrada de la universidad, observando a través de la vitrina el área donde se encontraban afilados sus tan preciados muffins—No lo tengo exacto —dijo en cuanto vio que no completaba el precio con las monedas, decidió entonces pagar con un billete, lo extendió con cuidado y lo metió a la máquina.

Mientras Lance tecleaba con una sonrisa el código, podía ser capaz de sentir el dulce sabor a chocolate en su boca y los trozos que iban escondidos en el interior de éste, pero toda esperanza le fue arrebatada al igual que su sonrisa cuando la máquina escupió el billete, cancelando la venta— ¿Qué, ¿qué?, ¿Por qué? —El mulato tomó el billete devuelto, lo examinó, lo extendió contra su rodilla alisándolo para asegurarse de desaparecerle las arrugas y volvió a introducirlo, repitiendo la venta. Para su mala suerte, el billete había sido regresado por segunda vez—¡Nooo! —dijo en voz alta y dramatizando. Tomó el billete y volvió a intentarlo al menos unas quince veces más. Cuando el chico se dió cuenta que era imposible, se resignó abrazando la máquina con tristeza y pegando su frente contra el frío cristal de la máquina— Yo confiaba en ti... —¿Por qué el mundo estaba siendo tan cruel este día?, mientras intentaba encontrar una respuesta notó un brazo que salió de sus espaldas depositando dinero y tecleando el código tan conocido para él. En cuestión de segundos un muffin comenzó a avanzar a través del resorte hasta caer al depósito.

—No creo que la máquina este en tu contra —Lance siguió con su mirada el brazo hasta llegar al dueño de la voz que se encontraba recogiendo el muffin de la máquina, reconocería ese copete blanco donde fuera. Shiro se enderezó entregándole el muffin con una sonrisa y el billete que la máquina le había rechazado.

—¿Shiro? —El moreno lo observó sorprendido mientras tomaba el muffin con sus manos, pero dejando el billete como forma de pago por el gasto que su amigo había hecho— ¿Qué haces por aquí?, por cierto, gracias por eso... te ganaste los escalones al cielo, que decir escalones, ya estás en la lista VIP de acceso todo incluido al paraíso, buena alma.

Shiro soltó una risa guardando el billete en la chaqueta de Lance, no necesitaba que le pagara aquél muffin, era un regalo— Pues tengo que pasar por aquí a fuerza si quiero salir de la universidad, entonces te vi aquí sufriendo y llegué para ayudarte y obtener mi pase VIP.

El chico llamado LANCE - Klance AUWhere stories live. Discover now