08 | Rota en pedazos

Start from the beginning
                                    

Sin embargo, enseguida me arrepiento de no haber ideado un plan B. Porque, en cuanto me adentro en el pasillo que conduce a mi taquilla, descubro que Gale está parado frente a ella.

Esperándome.

Mierda. Trago saliva y pienso seriamente en salir corriendo. Por desgracia, mi novio está con sus amigos, los chicos del equipo, y son demasiados como para que ninguno recaiga en mi presencia. Veo cómo Neisan, un jugador de último año —que ya se ha ganado mi odio eterno—, le da un codazo a Gale y me señala con disimulo.

Nada más verme, echa a andar hacia mí. Aprieto los labios y miro a mi alrededor. El corazón me late a toda velocidad. Para tranquilizarme, tomo aire y me repito mil veces que Gale me conoce; sabe que odio llamar la atención y estoy segura de que no va a montarme una escena.

Al menos, no aquí, en medio del pasillo. No delante de tanta gente.

De nuevo, estoy equivocada.

—¡¿Dónde demonios está?!

Se acerca muy rápido y me pilla desprevenida. Alarmada, pego un respingo y doy un paso atrás.

—¿Qué? —demando, en un susurro.

—¿Dónde demonios está? —repite—. ¿Dónde está ese capullo?

El corazón me da un vuelco. Solo tardo un instante en comprender que está hablando de Alex.

—Gale, tranquilízate. Sé que has visto la fotografía, pero...

—Sí, Holland. He visto esa jodida fotografía —me interrumpe. Su tono es bastante brusco, tirando a agresivo—. Quiero saber dónde está ese capullo, y quiero saberlo ahora. Voy a partirle la puta cara. Nadie me deja en ridículo, ¿me oyes? Nadie. Dime dónde está. —Como no respondo, da un paso hacia mí—. ¡¿Dónde cojones está?!

Sus gritos me ponen los pelos de punta. Angustiada, miro a nuestro alrededor. Nos hemos convertido en el centro de atención.

—Cálmate —le susurro—, por favor. Las cosas no son como tú crees. Deja que...

—¿Cómo diablos son, entonces? —me espeta. Intento cogerle la mano para llevármelo de aquí, pero se aparta con brusquedad. Su mirada se enciende. Está furioso—. No me toques. Mentirosa. Eres una puta mentirosa. Por eso no querías hacer nada conmigo, ¿no? Porque estabas tirándote a otro. Me has dejado en ridículo delante de todo el mundo, Holland. ¡Delante de todo el puto mundo!

Se acerca más y retrocedo dando traspiés. Tengo el corazón en la boca. Aunque intento hablar, las palabras se me atascan.

—No fue así —respondo a toda velocidad—. Deja que... Por favor...

—No quiero que me expliques nada. No quiero que hagas nada. Lo he visto con mis puñeteros ojos. No puedo creerme que me hayas hecho esto. Joder. ¡Joder! —Se lleva las manos a la cabeza—. Llevo años contigo, Holland. He soportado todas tus jodidas inseguridades y tus putas estupideces. ¡He estado ahí cuando me has necesitado!

—Lo sé —balbuceo—. Y de verdad que... yo no...

—¿Cuánto tiempo llevas con él?

—¿Qué?

—¡Dímelo!

—Gale...

—¿Sabes qué? Olvídalo. No quiero saberlo. Hemos terminado —sentencia, y sus palabras se me clavan, como estacas, en el pecho—. No quiero volver a saber nada de ti. Jamás. No vuelvas a acercarte a ninguno de mis amigos. A partir de ahora, estás sola. Sin mí no eres nadie, Holland, y te aseguro que voy a demostrártelo. Se acabó.

Cántame al oído | EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now