05 | Un tratado de paz.

Mulai dari awal
                                    

—Ten más cuidado —le espeto. No me molesto en disimular mi molestia. En su lugar, solo me arrodillo para recogerlo todo. Alex se apresura a ayudarme.

—Lo siento. Ha sido sin querer.

—Tú también deberías hacerlo más —digo entonces—. Lo de disculparte cuando te comportas como un imbécil. Es reconfortante.

Aunque no es mi intención, consigo robarle una sonrisa. Intento no prestarle atención mientras reúno todos los papeles que me caben en las manos. Por suerte, parece dispuesto a colaborar y enseguida logramos recogerlos todos. Entre los dos llevamos las cajas hasta la puerta y, cuando solo nos falta una, permito que sea él quien la transporte y me quedo observándolo hasta que termina.

No se parece en nada a Gale. Tiene el pelo más revuelto, como si disfrutase viviendo en caos, y los ojos mucho más oscuros. Además, sus facciones están menos marcadas. Tampoco tiene los brazos llenos de músculos, como los chicos del equipo de fútbol, y su personalidad es... desconcertante. Tiene cara de friki. Sí, definitivamente.

Me han encerrado aquí con un friki.

Cuando vuelve a mi lado, aparto la mirada. Entonces, me pregunta:

—Bueno, ¿cómo lo hacemos?

Subo las cejas.

—¿Cómo hacemos, qué?

—Es evidente que iremos más rápido si trabajamos en equipo. Este sitio no va a vaciarse solo —añade, mirando alrededor—. Deberíamos organizarnos.

—No somos un equipo —replico—. Iremos cada uno por su lado. Es lo mejor.

Acabo de soltar una estupidez. Por mucho que me duela admitirlo, tiene razón. No acabaremos nunca si lo único que hacemos es discutir, pero soy demasiado orgullosa como para admitir que estoy equivocada.

Se queda en silencio. Asumo que se ha rendido, que piensa aceptar mis condiciones, y suspiro antes de ponerme a buscar más cajas que ordenar. No me resulta difícil porque debe haber, como mínimo, cincuenta en la habitación. No obstante, no me da tiempo a efectuar un movimiento. De pronto, Alex me agarra del brazo.

—Espera —me pide—. Empecemos de nuevo, ¿vale?

—¿Qué?

Tiene la piel caliente. Me muerdo el labio mientras recuerdo lo que ha pasado esta mañana. Pienso en lo cerca que estuvimos, en cómo nos encontró el director, en la fotografía, en los miles de me gusta que está recibiendo y en que todavía no sé cómo voy a contárselo a Gale. Llevo sin recibir un mensaje suyo desde ayer por la noche.

Rompo el contacto de una sacudida. Alex se aparta, cohibido, pero no titubea a la hora de hablar.

—Escúchame. Sé que me odias, que piensas que no tengo vida social, que estoy desesperado y todas esas tonterías. Y, créeme cuando te digo que, si yo te caigo mal, tú me caes todavía peor; pero nunca saldremos de aquí si no cooperamos. Estamos juntos en esto, nos guste o no. Así que voy a pedirte por favor que hagas un esfuerzo e intentes soportarme, porque que somos un equipo. Yo haré lo mismo y todos contentos. ¿O es que quieres pasarte aquí dentro el resto del curso?

Me gustaría decir que sí, aunque solo sea para llevarle la contraria, pero entonces pienso en todas las horas que nos pasaremos encerrados, a solas, y decido que prefiero renunciar a mi orgullo a perder tantísimo tiempo.

—Está bien.

—Genial. —Esboza una sonrisa, orgulloso, y añade—: En ese caso, creo que, para que ambos sobrevivamos al castigo, deberíamos firmar un tratado de paz.

Cántame al oído | EN LIBRERÍASTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang