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–Hola Mey.

–Hola.

–Sé que esto lo sabes mejor que nadie. Pero no creas en nada de lo que sale en las noticias, debe ser un malentendido.

–Lo sé, pero... ¿Y si no lo es?

–Si no lo es. Me encargaré personalmente de darle a Andy una paliza que no va a olvidar en su vida. Pero... el no sería capaz de hacerte algo así, no queriéndote como te quiere.

–Lo sé.

Sabía mejor que nadie cuanto me quería Andy. Sabía que mi inseguridad nos traería muchos problemas en el futuro, pero, aun así, quería estar a su lado. Quererlo de manera incondicional, aun que resultara lastimada. Era en momentos así, que entendía que aquel miedo que tenía de querer a alguien, ahora era una realidad y que la debía superar por mí misma. Pasé todo el día mirando la pantalla de mi celular esperando una llamada o un mensaje de parte de Andy, pero eso no pasó. En la noche, lloré como hacía tiempo que no hacía solo por la frustración que me abrumaba. No creía que Andy fuera capaz de algo como aquello, él no era una persona capaz de ir en contra de lo que sentía o actuar sin tener las consecuencias claras. Amy me abrazaba dormida a mi lado, desde que Andy se había ido sin decirle a nadie, era como si mi pequeña hija sintiera todo el tumulto de sentimientos contrariados que estaba sintiendo en esos momentos y solo me abrazaba para verme sonreír. Luciano la había dejado conmigo desde ese día en la casa de mi madre, tenía el permiso de mi padre de pasar en la casa de mi madre una semana, así que Luciano la envió para que me hiciera compañía. Le agradecía enormemente ese gesto, si no fuera porque debía sonreír para ella, me hubiera encerrado en mi habitación sin dejar que nadie entrara. Al amanecer dejé a Amy con mi madre y Efran y me fui al instituto. En clase Luciano no dejaba de mirarme con tristeza en los ojos, él también confiaba en Andy y me había dicho las mismas cosas que Jeremy para intentar tranquilizarme. En el receso subí a la azotea del instituto, quería estar sola y por ese lugar se pasaban muy pocos alumnos. Pero, aun que quería estar sola con mis pensamientos, no pude. Emilio llegó pocos minutos después de que yo lo hiciera.

–Hola Mey.

–Quiero estar sola Emilio.

–Te dije que esto iba a pasar.

–No he ido a buscarte llorando. ¿Por qué estás aquí?

–¿Por qué no dejas a ese imbécil de una vez? Yo no te haré llorar.

–Emilio... yo...

–Te dije que no te obligaría a nada. No estuve todo este tiempo a tu lado porque si, sino para asegurarme de que la persona que estuviera a tu lado fuera la apropiada. Pero... él no te merece. Tú definitivamente no mereces a alguien como él, aunque... tú solo tienes ojos para él.

–Yo...

–Sé que tu corazón es de otro chico. Pero, aun así, me gustaría intentarlo. Y lo intentaré. Si tú me dices que no me rinda, seguiré firme hasta el final. Si logro tener tu corazón, nada más me importaría. Con el solo hecho de tenerte a mi lado, estaría completo.

–Soy horrible. Incluso en este momento, no es en ti en quien pienso, lo siento.

–Yo... realmente quiero que seas mi novia.

–¡Mey!

Aquella voz gritando mi nombre la conocía demasiado bien. Aquella voz que me estremecía completamente. Giré mi mirada hacia la puerta que estaba a mi espalda, pero Emilio se paró frente a mí protegiéndome de aquella persona que nos miraba con el ceño fruncido. Aun viendo la espalda de mi amigo de por medio, sabía que él estaba ahí.

Profundos y Bellos ojos azulesWhere stories live. Discover now