Profundos y Bellos ojos azules

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El día de mi cumpleaños llegó. Como ya estabaprevisto, llegaron muchas personas llenando aquel enorme salón del hotel. Mipadre y Leyla también estaban ahí, debían estar ahí. La música del salón seescuchaba levemente dando la bienvenida a los invitados. Poco a poco ibanllegando presidentes de diferentes empresas con las que los hoteles Paris Astony la constructora Stamford tenían relaciones laborales. Estaban los hijos depolíticos y varios actores amigos o conocidos de Andy y Jeremy. Mi madre y Matthabían regresado de su viaje hacia cuatro días. Ambos se veían bien y másenamorados que nunca, mi madre llevaba un vestido azul de un solo tirante, elcual llevaba detalles de flores bordadas en hilo plateado. Con caída recta y unvelo trasparente que caía desde la cintura. 

Matt, él parecía un príncipe en su traje. Llevabaun pantalón color crema, con un bléiser azul oscuro, camisa celeste y corbatadorada. El traje se ajustaba perfectamente a su cuerpo y él casi parecía de larealeza en él.

Efran iba en los brazos de su padre con unconjunto de dos piezas que lo hacía verse elegante. Era la primera vez que mimadre lo vestía de esa manera, pero se veía increíblemente adorable en aqueltraje de pantalón de tela. Camisa con mangas tres cuartos, chaquetilla sobreesta y una corbata de un color azul claro. 

Las luces inundaban aquel lugar, ya había pasadomedia hora desde que había comenzado la fiesta, pero yo aún no había hecho actode presencia en aquella reunión que celebraba mi mayoría de edad. Losreporteros que cubrían la noticia estaban impacientes y expectantes a miaparición. Y yo, yo ya quería terminar con todo aquello que debía pasar aquellanoche. Terminé los últimos arreglos y me subí a la limosina que me llevaríahasta el hotel. Quienes iban a mi lado podían notar mi nerviosismo, yo, porotro lado, sentía culpa y arrepentimiento. Sentía que no quería hacer nada encontra de esas personas y dejarlos vivir tranquilamente, pero si lo hacía,ellos seguirían interviniendo en mi vida cada vez que se les diera la gana. Yonunca había hecho un daño intencional a nadie, pero ahora, ya quería vivir mi vidasin intervención de nadie. Quería tener una vida pacífica y tranquila. Habíamosllegado, y nada más poner un pie fuera de la limosina los flashes comenzó unotras otro intentando tomar la mejor fotografía. Me quedé de pie ahí un momentoposando para sus cámaras. Era la primera vez que lo hacía. Era la primera vezque intentaba acaparar la atención de todos, sonreí para ellos y contesté unaque otra pregunta que me hicieron sobre mi cumpleaños y las empresas que aúnestaban bajo mi cuidado. Mi madre había hecho para mí un vestido del mismo tonoazul que el de ella, íbamos a juego. Era un vestido simple, pero que podíadisimular mi pequeño vientre abultado con los dobleces que llevaba por sobre elvientre y que caían hasta el suelo dándole un aspecto un poco más ancho a micintura. Con adornos dorados por sobre la línea del pecho.