Leyla me miró con algo de odio en los ojos, pero yo había cumplido con mi responsabilidad de acompañarla y eso no significaba que me iba a poner a gritar histéricamente junto con ella por un par de chicos a los que nunca había visto en mi vida. Aquella plaza estaba llena de gente, en su mayoría niñas histéricas gritando sus nombres y me daba vergüenza admitirlo, pero mi hermana era una de ellas. Aquellos dos niños que mi hermana me había señalado tenían toda la pinta de ser actores. Eran muy guapos, con una cara, cabello y cuerpos perfectos. Jeremy parecía de mi altura, cabe mencionar que mido 1.65cm, era delgado, de cabello rojo intenso que sobrepasaba del mentón, terminaba en puntas desflecadas de diferentes largos. Scott era un poco más bajo, tenía el cabello rubio y un poco ondulado en las puntas lo que le daba un aspecto algo desordenado pero hermoso a la vez. Era delgado, de piel blanca lechosa y de rasgos muy femeninos, casi parecía una pequeña niña frágil e indefensa. Ambos tenían los ojos de un azul cielo intenso y rasgos delicados y finos para ser hombres. Ambos estaban de pie leyendo lo que creí eran sus guiones mientras escuchaban como gritaban todas esas niñas. Cuando me aburrí de verlos bajé la vista a mi libro y continúe leyendo, pocos minutos después aquellos gritos aumentaron enardecidamente y escuché que Leyla me decía "¡Mey, él está aquí. ¡Es Andy!". Pero la ignoré olímpicamente y seguí con mi lectura, aquellos gritos se silenciaron al fin cuando comenzaron a rodar, agradecía a Dios por callar esos insoportables gritos, aquella salida me dejaría un gran dolor de cabeza, estuvimos sentados ahí unas tres horas. Leyla no se quería ir a casa hasta que finalizara el rodaje, ya había terminado mi libro justo cuando Leyla se sentó otra vez en la banca entre Emilio y yo con una expresión de asombro. Pero aun así no le tomé atención a lo que miraba, su cara me había parecido chistosa y en esa cara vi la posibilidad de regresar a casa de una vez. Así que le toqué el hombro, pero seguía sin ponerme la más mínima atención mirando atontada hacia la nada. Ya estaba comenzando a perder mi inagotable paciencia con ella, así que le grité en el oído.
–El... está mirando... hacia acá.
–¡No me importa quién demonios esté mirando hacia acá! ¡Tengo hambre, calor y estoy aburrida... me quiero ir a casa!
–Él ya... está aquí.
Cuando levanté la vista al notar que una sombra me tapaba el fuerte sol de esa hora, vi a aquel pelinegro que me había ayudado con el ladrón. Llevaba gafas puestas y traía las manos en los bolsillos del pantalón, estaba de pie frente a nosotros, con Leyla mirándolo embobada y una manada de chicas que babeaban detrás del. Cuando nuestras miradas se cruzaron él me sonrió y se quitó las gafas, dejándome ver aquellos hermosos ojos azules otra vez.
–Pero si es la pequeña y linda Mey. ¿Me viniste a ver?
–¿Verte a ti? ¿Por qué debería? Ya te dije que no sé quién eres. Así que menos sabría dónde encontrarte. Solo fui arrastrada por mi histérica hermana hasta este lugar.
–¿Estuviste todo el tiempo sentada aquí, y no viste el rodaje?
–No soy fan del cine. Y mucho menos de los ambientes ruidosos. Así que no, no miré.
–Cielos, eres increíble. Déjame presentarme. Soy Andy Steven, el actor principal de la película que se estaba grabando aquí.
–¡Qué bien! No me importa. ¡Emilio, Leyla! ¡Nos vamos! Mañana me mudo y tengo cosas mucho más importantes que arreglar.
Me levanté de la banca, tomé a Leyla y prácticamente la arrastré de vuelta a casa. Había salido corriendo de ese lugar, tenía la sensación de que, si me quedaba más tiempo ahí, sería asesinada por aquel tumulto de chicas histéricas. Al llegar a casa Leyla hizo un escándalo enorme porque aquel chico me había hablado y llamado por mi nombre. Cada vez que me preguntaba algo me hacía sentir como en un interrogatorio policial. Me preguntaba cosas como dónde lo había conocido y cosas de ese tipo. Pero como siempre, cuando adoptaba esa actitud, la ignoré. Comencé a empacar mis cosas, nos mudaríamos a una mansión que el abuelo había diseñado y construido en el mismo lugar donde estaba la antigua casa familiar. Quedaba cerca del edificio, así que podría seguir viendo a Emilio siempre que quisiera. Cuando Leyla comprendió que no le contestaría nada por más que gritara o hiciera pataletas tomó su bolso y se fue.
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Profundos y Bellos ojos azules
RomanceMey es una joven que nació en un matrimonio forzado y sin amor, creció bajo el estigma de no ser querida por su padre, quien le exigía la perfección en cada cosa que ella hacia y siendo comparada con su hermana meses menor que ella constantemente. D...
