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Dejé caer mi celular al suelo y silenciosas y abundantes lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. Los tres me miraron sorprendidos, no sabían que me pasaba. Solo reaccioné a llamar a mi chófer y pedirle que me recogiera. Cuando mi celular vibró mostrándome un mensaje del chófer diciendo que había llegado, salí corriendo del instituto y ellos tres corrieron detrás de mí. No les dije nada en todo el camino, solo fije mi vista en el mar y mis lágrimas seguían cayendo por mis mejillas. Cuando llegué a casa, en el salón, estaban mi madre, mi tío Dan y Matt inundados en llanto. Cuando mi madre me vio, solo se lanzó a abrazarme y ambas lloramos, solo entonces aquellos tres supieron la razón de mi repentino llanto. Andy lloró, después de todo el adoraba a mi abuelo. No recuerdo cuantos abrazos de condolencias recibí. Solo recuerdo que mi padre y Leyla vinieron, recibí sus condolencias y me hablaron, pero no recuerdo ni una palabra de todo lo que me dijeron. En el funeral ya no fui capaz de llorar, las lágrimas se me habían escapado de manera abundante los días antes y ya no quedaban lágrimas que poder derramar. Andy se encontraba a mi lado tomando fuertemente mi mano y Jeremy también me acompañaba. Scott sujetaba del brazo a mi madre quien se encontraba de rodillas sobre la tierra que cubriría el ataúd donde descansaría mi abuelo por toda la eternidad. Cuando vi aquel lugar, cubierto por la tierra y las flores sentí mi corazón oprimirse. Ya no quedaba nadie en el panteón, solo mi familia, Andy, Scott, Jeremy, mi padre y Leyla. Cuando ya no hubo nadie, me dejé caer sobre las flores y dejé caer las lágrimas que se habían reusado a caer delante de las demás personas. Andy acarició mi espalda y al sentir su cálido contacto me lancé a sus brazos a llorar. Pasé mis brazos alrededor de su cuello y hundí mi rostro en su pecho. Él me rodeo con sus brazos y luego solo vi oscuridad. Me desmaye ahí y al despertar supe que Andy me había cargado de vuelta y me había cuidado todo ese tiempo hasta que desperté con él a mi lado tomando mi mano.

Tres días después el abogado de mi abuelo nos pidió reunirnos en la sala de conferencias de la principal sucursal del hotel "Paris Aston". Se haría la lectura de su testamento y se mandó a reunir a todos los familiares de mi abuelo. Incluso a Leyla, quien, ante los ojos de la ley, era la nieta de mi abuelo. Mi padre vino acompañándola por petición del mismo abogado. Antes de sentarse por ahí, mi padre se acercó a mí y tocó suavemente mi cabello. Casi con cariño y se sentó en un sofá apartado de la familia, mi mente estaba tan ida que ni siquiera había sido consciente de su caricia. Ahí, en el salón del hotel nos reunimos todos a quienes mencionaba el testamento. Sentados por el salón estaban Leyla, mi padre, mi madre, mi tío Dan, Tomás y el pequeño Efran, a quienes se mencionaba en el testamento, y también, estaban Jeremy y Andy, quien no se había separado de mi lado en esos días. El abogado abrió su maletín y saco un documento de esta, se sentó y procedió a leer.

TESTAMENTO.

A todos los presentes, el hecho de que esté documento este siendo expuesto a ustedes, es por la simple razón de que ya no me encuentro entre ustedes. Hay muchos proyectos y cosas que aun a la fecha dejé sin concluir, pero que espero que mi sucesor lo haga. A mi familia, les pido su perdón por nunca haberles dicho sobre mi enfermedad, era algo que quería llevarme conmigo y no preocuparlos sin que fuera necesario, ya que, esta enfermedad no tenía cura.

Yo, Bruno Aston, durante mi vida fui propietario de un gran capital. Me casé con una gran mujer a la que amé y tuve dos hijos maravillosos que me llenaron de felicidad. Ellos, me dieron tres hermosos nietos a los que amo de manera incondicional. Por eso, son esos descendientes quienes heredaran mis esfuerzos, mi fuerza y mi pasión. A quienes les entregaré todo lo que me perteneció a cambio del gran amor que me dieron y por haber estado a mi lado durante los últimos años que este viejo disfrutó.

A mi hija Elena Aston. Fuiste mi primogénita, mi nena regalona. A quien siempre quise y apoyé en todo. A cambio recibí el amor y el cariño de una niña que muy rápido se convirtió en mujer. Mi primogénita, "la heredera Aston" como muchos te llamaban. Emprendiste por ti misma y sin necesidad de mi apoyo o del capital que te podía facilitar. Nunca quisiste ni pediste cosas materiales. La influencia de tu gran apellido nunca se te subió a la cabeza y creciste siendo alguien sencilla y humilde a pesar de que nunca te faltó nada. Estudiaste lo que tú querías aun en contra de la voluntad de tu madre, cumpliste tu sueño y hoy eres una gran diseñadora de la que me sentía orgulloso de vestir sus prendas. Hija, a ti, te heredo la casa en la que vivimos. Sé que no quieres mucho más, porque tienes lo suficiente con lo que has ganado con tu propio esfuerzo. Sé que esta decisión es la que querías que tomara y que si te hubiese hecho la heredera de mi fortuna por ser mi primogénita, la rechazarías. Elena, gracias por haber sido mi hija, por crecer de manera independiente y enseñarme a ser padre. Por darme a mis hermosos nietos y gracias, por haber pasado estos últimos años a mi lado.

Profundos y Bellos ojos azulesМесто, где живут истории. Откройте их для себя