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Luego de despertar de los efectos de los calmantes y sedantes que me había dado la enfermera vi a Andy durmiendo a un lado de la camilla y sujetaba mi mano firmemente. Al sentir que me movía se despertó y me miró de una manera muy angustiada. Tomé su mano entre la mía y la acerqué a mi mejilla, dejé caer una lágrima solitaria al recordar que había apartado su cálida mano de mí, de aquella manera tan brusca. Me acerqué a su pecho y dejé mi cabeza descansar sobre él. Él me abrazó y no dijo ninguna palabra, igual que siempre, Andy era la clase de chico que no preguntaba nada, solo escuchaba atentamente cuando alguien quería hablarle. La enfermera llegó cuando estaba abrazándolo e intentando descansar sobre su pecho. Me separé de Andy y aquella enfermera venía acompañada de un médico. Aquel hombre me había pedido que me tendiera en la cama porque necesitaba revisarme. Le pidió a Andy que saliera de la enfermería, pero no quise soltar su mano y pedí que se quedara, mentí diciendo que era mi novio y que no me importaba que me mirara. Cuando el médico intentó tocarme Andy detuvo su mano con la cara llena de nerviosismo por su repentina acción contra el médico. El doctor lo miró extrañado ya que estaba interviniendo con su trabajo.

–Joven, le pido que no intervenga y me deje hacer mi trabajo.

–Ella tiene androfobia. Solo por eso lo detuve.

–¿Androfobia? ¿Es eso verdad señorita?

–Sí, pero si Andy está aquí tomando mi mano, puede revisarme. Gracias por preocuparte por mi Andy.

–Bien, voy a estar aquí contigo.

El medico revisó mis ojos con aquella luz. Tomó mi presión arterial y pulsaciones, luego levantó mi blusa y palpó mi vientre, ya que, me había quejado del dolor que sentía en esa zona.

–Señorita, ¿Usted fue operada de apendicitis?

–¿Apendicitis?

–Esta cicatriz que tiene en el lado derecho de su vientre bajo, ¿Es una operación de apendicitis?

–No lo sé.

–¿No lo sabe?

–Yo... no recuerdo, desde que recuerdo tengo esa cicatriz.

–Ya veo, puede ser que haya sido operada cuando era muy pequeña. Señorita Schneider, necesito que se haga unos exámenes para verificar el origen de aquel dolor en el vientre. Si ya fue operada de apendicitis la causa del dolor puede ser alguna infección o un virus, así que necesitamos verificarlo. Realícese los exámenes lo antes posible.

–Gracias. Pero todos los síntomas que tuve son producto de la androfobia. Los exámenes no son necesarios.

–No la mando a hacerse exámenes por los síntomas de la androfobia, sino, por el dolor en el vientre, ese no es un síntoma de su androfobia.

–Bien, gracias por revisarme.

Al terminar de revisarme nos fuimos de la enfermería. Aun no quería soltar la mano de Andy y caminamos por los pasillos aún bajo la atenta mirada de las personas que pasaban por ahí. No quise soltarlo, su contacto me hacía tranquilizar. Iba enfrascada en mis pensamientos, pensando en que haría cada vez que ese hombre estuviera cerca. Ahora sería mi profesor a cargo y sería imposible evitarlo, también pensaba en Andy, pensaba que ya era hora de contarle aquel secreto que ocultaba recelosamente. Andy se detuvo de manera repentina y al levantar la mirada estaba aquel hombre frente a nosotros. No quise salir huyendo nuevamente para no preocupar a Andy, así que solo apreté un poco más su mano y me oculté detrás del sin soltarlo. Al notar aquel gesto solo me miró de manera preocupada.

–Señorita Mey... ¿Se encuentra bien?

–...

–No te acerques a ella por favor.

Profundos y Bellos ojos azulesUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum