Profundos y Bellos ojos azules

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15 de abril, el día de mi cumpleaños había llegado, ya estaba todo listo y perfectamente planificado por mí. Cada año mi padre celebraba mi cumpleaños por simple apariencia, odiaba el día de mi cumpleaños cuando las cámaras y periodistas se me venían encima. Ya estaba vestida y lista, mi tío Dan, Tomás, mi madre y mi abuelo estaban sentados en la sala esperando la llegada de las tres personas que faltaban. Cuando le conté a mi familia sobre los sentimientos que estaba comenzando a tener por Andy todos reaccionaron de diferentes maneras. La más divertida fue la expresión de mi tío, me había mirado fijamente por un rato fingiendo enojo y luego se puso a llorar fingidamente. Mi madre y mi abuelo habían sido los más felices, ya que, como Andy había dicho, mi familia y la del eran amigas antes de que nosotros naciéramos, mi madre y mi tío eran amigos del padre de Andy y mi abuelo era el maestro de su padre, había un pasado que nos conectaba. Al escuchar la puerta, todos salimos y nos encontramos con nuestros vecinos, Andy me sonrió y tomó mi mano luego de haber saludado a todos, nos subimos a la limusina y nos dirigimos a la casa de mi padre. Al llegar en la entrada estaba lleno de periodistas, bajamos y un millón de flash se encendió intentando tomar la mejor fotografía para redactar la noticia que sería la primera plana del día siguiente. Andy, Jeremy y Scott se pusieron cada uno a mi lado, no quería tener a Leyla acosándome toda una semana, pero me decidí a que ellos vallan a mi lado, mi madre, mi tío, mi abuelo y Tomás venían detrás de nosotros. Al entrar a la casa las primeras personas con las que nos topamos fueron mi padre y Leyla. Mi padre les lanzó una mirada fulminante a aquellos tres que iban a mi lado, mientras que Leyla parecía asombrada y luego me miró enojada, sabría que después tendría que inventarle una excusa.

–Padre, le presento formalmente a quienes me acompañan esta noche. Ellos son mis amigos, Scott, Jeremy y Andy Steven, son hermanos y amigos de la familia Aston desde hace mucho.

–Mucho gusto, soy Max Schneider, el padre de Mey.

Leyla cambió la cara seria que traía cuando Andy le tendió la mano a mi padre. Este aparentando delante de los demás tomó su mano sonriendo fingidamente, Leyla creyó que también la saludaría y tendió su mano, pero Andy solo miró su mano y luego me sonrió. Pude sospechar que haría, y solo seguí su juego para mantener a Leyla alejada del.

–Mey, ¿Quién es ella?

–Ella es mi hermana menor, se llama Leyla.

–Ya veo. Es la chica que estaba parada mirando todo ese día y no hizo nada por ti. Mey, tienes una hermana horrible.

–¿No la vas a saludar?

–No, no me agradan las personas que no hacen nada por ayudar a los demás. Mucho más cuando son testigos y las cosas pasan delante de sus ojos.

–Entiendo. Padre, espero que la noche sea de tu agrado, con tu permiso.

Mi padre solo frunció el ceño y me dio pena, pero pude ver una lágrima en la mejilla de mi hermana. Mi madre y demás familiares pasaron por el lado de aquellos dos sin siquiera saludarlos. Mi madre hablaba de vez en cuando con Leyla, pero a mi abuelo, a Tomás y a mi tío Dan no les agradaba, a Leyla tampoco les agradaban ellos, solo trataba llevarse bien con mi abuelo porque ella pensaba que eran familiares. Nos sentamos todos juntos en una mesa, en la cual estaban mis familiares y los invitados de honor, había un lugar vacío en la mesa, Emilio aun no llegaba. Me dio tristeza ver su lugar sin ocupar, a mi lado estaban los invitados de honor, mi madre a mi lado derecho seguida por Andy, Tomás y mi abuelo, de mi lado izquierdo estaba mi padre, seguido de mi tío Dan, Scott y Leyla, sabíamos que Leyla los admiraba a los tres, pero Scott era experto en ignorar a las personas.

–Mey ¿El mocoso con cara de niña no vendrá?

–No lo sé padre.

–¿Peleaste con él?