Profundos y Bellos ojos azules

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En el instituto había demasiada gente que conocía a mi padre y que podría hablarle de nuestros encuentros en el instituto. Así que había decidido que ese tipo de contactos no los tendríamos en el instituto para no ser descubiertos. Tampoco me agradaba la idea de tener a todas las chicas detrás de mí. Dirigí mi mirada hacia su rostro y pude ver una expresión triste por mi rechazo.

–Lo siento.

–No entiendo por qué te disgusta que nos vean en el instituto.

Es porque en este lugar hay muchas personas que conocen a mi padre. Podrían hacerle llegar el rumor que nosotros en realidad no nos llevamos mal y podría alejarnos nuevamente. Además, puede que a ti no te moleste tener una manada de chicas molestas detrás de ti, pero a mí sí. Y si llegan a saber que salimos, no las quiero detrás de mí.

–¿Y por qué habrían de seguirte?

–¿Te parece poco el hecho de que sea la novia del hombre al que todas ellas adoran? Me odiarán y harán lo imposible porque me aparte de tu lado. Ellas son iguales a Leyla.

–Yo las detendré cada vez que te hagan algo.

–No siempre estarás aquí para alejarlas de mí.

–Esta situación me estresa. Quiero poder tocarte o tomar tu mano en cualquier lugar.

–Lo siento.

–¿Vas a venir al festival?

–¿Qué festival?

–El que se celebra para el aniversario del instituto cuando termina el año.

–No había escuchado nada de eso, acabo de regresar hoy. Estaré aquí, ¿Y tú?

–Esa es mi semana libre. Quería pasarla contigo.

–Bien. Pasemos juntos esa semana.

Sabía mejor que nadie como era Andy. Él era muy expresivo y de tener contacto con las personas que quería. Y que yo rechazara su contacto o sus muestras de cariño, le incomodaba. Por mi parte, a mí me incomodaban esas miradas que me daban cada vez que caminaba a su lado. Ese mismo día y sin habérmelo dicho a mi o a sus hermanos, Andy se fue a Europa por un mes completo para grabar escenas de la película en la que trabajaba arduamente. Ese mes que iba a estar sin su compañía iba a ser largo y solitario, no lo reproché, no me enojé ni nada por el estilo. Confié en él, pero fue unas tres semanas después, que a primera hora de la mañana, en todos los titulares de televisión y los diarios, se podía apreciar una noticia en grandes y llamativas letras. "Se confirma el amorío del famoso actor Andy Steven y la actriz Vanessa Poe". Vanessa era la coprotagonista de la película. La chica de la que en la historia se enamoraba el personaje que interpretaba Andy. Ella era una mujer muy hermosa y extravagante, era el tipo de mujer que podría tener a sus pies a cualquier hombre, más si era ella quien lo quería a su lado. En la pantalla se podía apreciar una fotografía de ambos, sonriéndose el uno al otro mientras cenaban en un lujoso restaurant. Andy ya me había dicho antes que las cenas o almuerzos como esos eran algo común en su trabajo y que ese tipo de situación se prestaba para malentendidos. O que se hacían escándalos como ese para hacerle promoción a la nueva película que saldría. Pero, aun así, al no verlo o poder hablar con él, dolía. Ese preciso día me había quedado en la casa de mi madre. Dejé caer el vaso con agua que tenía en mis manos al suelo y este se rompió en miles de pedazos al chocar contra la cerámica del piso. Mi madre y Matt, que estaban conmigo en la sala, se me quedaron viendo fijamente con preocupación en los ojos. Bajo su atenta mirada y sin decir o escuchar nada de lo que decían me fui a mi habitación, me puse mi uniforme y cepillé mi largo cabello. Salí de casa ignorando la voz de mi madre que me hablaba con preocupación. Quería llorar, quería llorar sobre su regazo como hacía cuando era pequeña, pero sentí, que también debía ser fuerte. Al llegar al instituto casi podía sentir todas las miradas sobre mí, nadie en el instituto sabía de nuestra relación, pero el comportamiento de Andy hacia mí, le daba a entender claramente a los demás que yo le gustaba. Mientras caminaba a mi salón, en el pasillo me topé con Jeremy, él me sonrió muy cálidamente y me saludó igual que siempre, desordenando mi perfecto y arreglado cabello.