☆ ◦☆ ◦☆ ◦ 15 ◦ ☆◦ ☆◦ ☆

11 2 0
                                        

El día de mi cumpleaños estaba cerca y como era costumbre mi padre hacía una fiesta a la que iban empresarios, políticos y los hijos de estos, era un gran evento y el único que mi padre ofrecía en mi honor durante el año. Aquellas fiestas no eran de mi agrado ya que solían estar llenas de desconocidos que me ofrecían su mano en saludo y a quienes mi padre me obligaba a saludar aun sabiendo de lo que sentía cuando lo hacía. Cuando vivía con mi padre siempre buscaba una excusa para ausentarme de ese tipo de reuniones y era Leyla quien se lucía caminando a su lado con gran ego y orgullo. Desde la perspectiva de la prensa, yo era la misteriosa hija de Max Schneider que raramente se mostraba a su lado. Mi hermana solía acaparar todas las miradas y eso me tranquilizaba en gran manera, pero ese día del año, era cuando toda la atención estaba puesta en mí.

Antes de que ese día llegara solía estar llena de cosas que organizar, mi padre me lo daba como una obligación que debía cumplir y organizaba mi propia fiesta desde los diez años. Mientras estaba en mi habitación llegó Emilio y se sentó a mi lado, él solía ayudarme con ese tipo de cosas y luego me acompañaba durante la noche de la fiesta.

– ¿Estás organizándolo este año de nuevo?

–Es una orden de mi padre, no hay nada que pueda hacer.

–¿Y si simplemente no vas?

–¿Quieres ir y recibir el golpe en mi lugar?

–Ya te he dicho que un día de estos mataré a tu padre por atreverse a ponerte la mano encima.

–Y yo ya te he dicho muchas veces que nada de eso tiene que ver contigo.

–¡Soy tu amigo!

–¡¡¿Y qué puedes hacer?!! ¡No olvides nunca que ese hombre sigue siendo mi padre y mientras yo no cumpla la mayoría de edad seguiré teniendo que seguir sus estúpidas ordenes!

–Mey, yo sería capaz de hacer muchas cosas por ti. ¿Por qué no me dejas ser quien te proteja?

–Porque no quiero que resultes dañado.

–Me haces más daño haciéndome a un lado... ¡Sé que sabes lo que siento por ti y aun así...!

–No soy estúpida, lo sé muy bien.

–¿Y porque sigues apartándome?

–Porque yo no siento lo mismo. ¿Nunca te has dado cuenta de que solo puedes tocarme por el simple hecho de que te veo como si fueras mi hermano pequeño?

–¡¡NO QUIERO SER UN HERMANO PARA TI!!

Al escuchar su voz gritarme lo miré fijamente, se quedó sentado en un sofá que había dentro de mi habitación, desde ahí me miraba recelosamente en silencio mientras abrazaba sus rodillas. La verdad es que me dolía tratarlo de esa manera, pero yo, sabía que nunca lo podría mirar con un cariño diferente al que ya le tenía. Las horas siguieron pasando y él seguía en el mismo lugar sin moverse mientras yo seguía arreglando cosas de la fiesta, hasta que escuché que tocaban a la puerta, quien se asomó fue Sebastián, el mayordomo de la casa y quien había trabajado con mi abuelo desde el día en que él se había casado. Al entrar me anunció la visita de mi vecino. Cuando dijo "vecino" no pude evitar pensar inconscientemente en Andy, y quien se asomó por la puerta fue precisamente él, al entrar me miró con una sonrisa en el rostro, se veía muy guapo con sus ropas, de seguro venía del trabajo, pero su sonrisa desapareció cuando vio a Emilio sentado en el sofá con cara de pocos amigos. Me lanzó una mirada auxiliadora y le respondí.

–Ignóralo, está haciendo un berrinche de niño pequeño. ¿Necesitas algo?

–La tarea.

–¿Tarea?

Profundos y Bellos ojos azulesWhere stories live. Discover now