Profundos y Bellos ojos azules

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Aquella noche, casi como si supiera que lo estaba mirando volteo la cara hacia donde yo estaba. Iba a girarme y entrar a mi habitación, pero recordé lo que había hablado con mi madre y aun titubeante alcé mi mano haciendo una señal de saludo, supe que él en realidad me estaba mirando cuando respondió con el mismo gesto. Decidí que estaba siendo demasiado terca y con otra seña le indiqué que me esperara. Así tal cual estaba bajé y caminé descalza hasta la reja del patio. Cuando abrí la reja él estaba apoyado sobre la pared de ladrillo y me miró, cuando lo hizo se sonrojó de inmediato y apartó la mirada de mí.

–Perdona por pedirte hablar a esta hora, pero si no lo hacía luego podría cambiar de opinión.

–No importa.

–¿Vienes del trabajo?

–Si.

–¿Siempre llegas a esta hora?

–Hoy llegué temprano. Hay días en los que llego en la madrugada.

–¿Y al otro día vas al instituto?

–Si.

–Si sigues con ese ritmo de vida, uno de estos días tu cuerpo te va a pasar factura. No estas durmiendo lo suficiente.

–Bueno, tengo que trabajar.

–¿Por qué?

–En mi casa solo vivimos mis hermanos, nuestro tío que es profesor y su pequeña hija. Desde que nuestros padres ya no están he tenido que cuidar de mis hermanos y he trabajado desde muy pequeño para que no les falte nada.

–Lo sé. Después de conocerte investigué un poco de ti.

–¿Y qué descubriste?

–La fecha de tu cumpleaños, tipo de sangre, medidas, pasatiempos, lo que te gusta y desagrada...

–Esa información está en la internet por mi trabajo.

–Lo sé. También supe, que has trabajado como modelo desde los 7 años, a los 13 te hiciste actor. Y desde entonces has trabajado en ambas cosas. ¿Es necesario trabajar tanto?

–Lo es.

–¿Incluso hasta el punto de descuidar tu propia salud?

–Lo hago porque quiero y lo necesito.

–¿Por qué?

–Porque me gusta mi trabajo, y porque necesito el dinero, quiero ir a la universidad. Nuestro tío es quien cuida de nosotros, pero solo es un profesor, no le alcanzaba para cuidar de nosotros tres. Nuestros padres nos dejaron la casa y durante nuestra infancia se ocupó en nuestros estudios su herencia, así que para no ser un problema para él decidí usar mi belleza natural para trabajar.

–¿Ahora eres un idiota narcisista?

–¡Claro que no!

–Aun así, deberías exigirte menos, aun eres joven y estás creciendo. Es importante que duermas las horas necesarias. Sé que eres actor y modelo, ¿No estaría bien solo elegir una y luego cuando termines el instituto volver a retomar?

–Te pareces a una madre. Lo voy a tomar en cuenta.

–Te quería pedir una disculpa por ser tan descortés contigo.

–¿Qué?

–Durante estos días he estado evitándote.

–¡No! ¡Yo tengo la culpa, así que no te preocupes!

–Sobre lo que pasó ese día, ambos tenemos la culpa. Ninguno fue capaz de detenerse.

–¡Ponte esto!