☆ ◦☆ ◦☆ ◦ 10 ◦ ☆◦ ☆◦ ☆

8 2 0
                                        

Los días siguientes a ese, seguimos apartando la mirada el uno del otro con el rostro sonrojado. Comenzaba a sentir un millón de sensaciones que nunca había sentido, la que más lograba identificar, eran aquellas famosas mariposas en el estómago. Aun que era consiente de aquellas sensaciones y que desde aquel día comenzaba a sentir cosas por él, intenté mantenerme lo más lejana y neutra posible. No quería que este sentimiento siguiera creciendo, pero si uno fuera capaz de controlar sus propios sentimientos, el instinto simplemente no existiría. Jeremy ya era completamente consciente de la situación, ya que aquel mismo día nos había visto. A él no le molestaba para nada la situación, sino todo lo contrario, daba su aprobación completamente, pero yo, yo tenía miedo de seguir acercándome a él y hacer que ambos sufriéramos, tenía miedo y lo aceptaba abiertamente. La situación siguió por unas semanas, semanas en las cuales los tres venían a mi casa, mostraba una gran cercanía con Scott y Jeremy, pero con Andy era distante, evitaba hablarle directamente, e incluso mirarle, Y una persona, aquella que me conocía mejor que nadie en la vida se dio cuenta de mis actitudes que para mi abuelo eran poco corteses, mientras estaba en el invernadero leyendo, mi madre entró en el invernadero y se sentó a mi lado dejando dos tazas de té sobre la mesita. La miré extrañada, ya que por lo general a esa hora se encontraba en el trabajo. Me miró fijamente por unos minutos mientras apoyaba los codos en sus rodillas y apoyaba su cabeza sobre sus manos. No pude ignorar su suplicante mirada que me invitaba a que conversáramos mientras tomábamos el té. Puse el marcador entre las páginas del libro para marcar el lugar donde había quedado, cerré el libro y lo dejé sobre la mesa para luego tomar la taza de té, darle un sorbo y mirar a mi madre.

–¿Qué pasa mamá?

–Eso es lo que quiero saber yo.

–¿De qué hablas?

–Desde hace unas semanas estás siendo descortés con Andy, no le hablas, le apartas la mirada y huyes cuando quedan solos en el salón. ¿Qué pasa?

–Nada mamá.

–No me mientas. Te conozco, tú no eres así... ¿Te hizo algo?

–¡Claro que no! Es solo que...

–Vamos, dime. No voy a poder ayudarte si no me dices nada.

–¿Puedo preguntarte algo?

–¡Claro!

–Veras, desde hace poco he comenzado a sentirme rara cuando estoy con cierta persona.

–¿Y cómo te sientes?

–Me siento inexplicablemente feliz. Puedo haber tenido un muy mal día, pero solo con verlo y escucharlo, comienzo a sonreír inconscientemente, siento un hormigueo en el vientre y siento que mi corazón se me va a salir del pecho de la emoción cuando lo veo. Hace unas semanas nos besamos accidentalmente y no pude evitar corresponderle. Siento que no quiero que él se aleje de mí, no sé cómo describir todas las emociones. Cuando me toca...

No pude seguir contándole, sentí como mi cara ardía, seguramente estaba completamente roja. Mi madre tocó mi cabeza, acariciando tiernamente mi cabello, me senté a su lado y dejé caer la cabeza sobre su pecho. Podía escuchar claramente el latido de su corazón, aquel sonido me relajaba completamente desde que era pequeña, siguió acariciando mi cabello y me dijo:

–¡Hija, estás enamorada! ¡Realmente estás enamorada!

–¡¡¡¿Qué?!!!

–Te enamoraste perdidamente de Andy.

–¿Co-cómo sabes que es Andy?

–Con que si era él. Solo lo sospechaba.

–¿Por qué?

–He visto cosas que por lo general antes no veía. Él tiene gestos contigo que rechazas celosamente de otros hombres. Como que un hombre te toque, hace mucho que no veía a alguien además de Emilio que pudiera tocarte con tal confianza. Le sonríes y no solo eso, si no que hasta fuiste capas de abrazarlo y llorar en su pecho.

–¡Mamá!

–Tranquila, así que te ha besado.

–Ma...

–Y te ha tocado, ¿Se puede saber de qué forma?

–¡¡¡Mamá!!!

–Lo siento, lo siento. Lo que tienes que hacer ahora es decirle cómo te sientes.

–Mamá, yo... aún tengo miedo.

–Lo sé, pero lo que sientes es sincero y te va ayudar a salir adelante. No debes temer, que te toque quien tú amas es diferente a ser tocada por quien no quieres.

–¿Qué sentías tu cuando mi padre te tocaba?

–No sentía nada. Ni siquiera enojo, rabia u odio. Las veces que él me tocó puedo contarlas con los dedos de una mano.

–Ya veo.

–¿Qué vas a hacer?

–Tengo miedo. No quiero lastimarlo, aun me siento incapaz de seguir adelante.

–Has lo que tu creas que está bien. Si quieres esperar está bien.

–Me tranquiliza hablar contigo.

–Siempre que lo necesites te voy a escuchar. Quiero que seas feliz.

–Yo también.

–Lo soy.

–No me refiero a eso.

–¿No? ¿A qué entonces?

–Desde que tengo memoria siempre has cuidado de mí y has trabajado mucho para que no me faltara nada. Pero ahora ya soy grande y consiente de las cosas, quiero que dejes de preocuparte tanto por mí y te preocupes un poco por ti.

–¿De qué hablas?

–De que ya es tiempo de que rehagas tu vida. Enamórate, cásate, ten hijos. Sería muy feliz teniendo un hermanito, no sigas sacrificando cosas por mí. Me duele verte estancada en la época donde aún estabas con mi padre.

–Ya veo. De verdad has crecido mucho, eso me hace feliz. Ya veremos qué pasa con el tiempo con ambas. Ahora guarda el libro y a la cama, mañana debes ir al instituto y dejar de ignorar a ese pobre chico. Se nota que está sufriendo. No es necesario que le digas nada ni que comiencen a salir, pero con tu lejanía lo estás lastimando más que estando cerca.

–Ya veo. buenas noches mamá y gracias.

Cada vez que hablaba con mi madre sentía un gran alivio, ella era muy importante en mi vida y uno de los pilares fundamentales en el que me apoyaba. Aquella conversación me hizo entender muchas cosas y aclarar los titubeantes sentimientos que no quería asumir. En ese momento lo supe, estaba profunda e irremediablemente enamorada de ese chico. Luego de que ella se fuera subí a mi habitación y me tendí sobre mi cama, me sentía inquieta y no podía conciliar el sueño, así que simplemente comencé a pensar en muchas cosas. Recordé el día en que nos vimos por primera vez, cuando aquel ladrón robo mi bolso. Me puse a pensar en mi actitud del día del rodaje e incluso yo misma pensé que fui demasiado desagradable. Desde aquel primer momento Andy me pareció el tipo de persona de las que debía mantenerme alejada, siempre con una sonrisa en la cara y una actitud radiante que brillaba como el sol. Sentí, que no debía opacar ese radiante brillo, pero con su cariño, su apoyo y su constante preocupación logró irse acercando poco a poco sin que ni siquiera yo me diera cuenta, llegando al punto en donde estábamos ahora. Sabía, que él no había hecho nada para que me enamorara, tampoco yo quise tener ese tipo de sentimientos, pero nadie, desde aquel día, había sido capaz de tocarme sin recibir un rechazo inmediato de mi parte. Su toque, se sentía tan suave, tan delicado y cariñoso, como si mi cuerpo aceptara completamente su toque y no se opusiera a sentir su contacto. Cuando fui consciente de que su toque no me desagradaba supe que mis sentimientos por el cambiaron, de verlo como mi vecino, pasé a verlo como al hombre que quería. De solo pensar en él sentí como mi cara ardía y mi corazón latía queriendo salir de mi pecho, nunca pensé que experimentaría ese tipo de sentimientos, pero ahí estaba yo, con los sentimientos desbordantes. Me levanté de la cama y me puse mi camisón blanco lista para irme a la cama, pero aún no tenía sueño, así que caminé al balcón de mi habitación, me apoyé en el barandal y miré el cielo lleno de estrellas de esa noche. Mientras miraba casi embobada el cielo, una luz llamó mi atención, un auto se estacionó en la calle frente a mi casa y quien se bajó del, era Andy. 

Profundos y Bellos ojos azulesOnde histórias criam vida. Descubra agora