Capítulo 58

2.2K 209 33
                                    

Le relaté con tranquilidad todo lo que había recordado, el muchacho me escuchaba en silencio, pendiente de todos los detalles.

Cuándo terminé todas las historias me dedicó una dulce sonrisa.

-Lo recordaste todo perfectamente -añadió.

-¿Cuántas veces has escuchado la misma historia? -pregunté.

-Contando ésta, siete. Sin tener en cuenta las veces que las viví yo.

Me apoyé en su pecho, aprovechando cada centímetro suyo que me atraía hacia su cuerpo, todo parecía tan tranquilo.

-Ésta fue mi favorita. -concluyó.

El día era precioso, toda esa aura depresiva que envolvía el manicomio había desaparecido, los pacientes se veían más contentos, estaban disfrutando también la belleza del momento.

No pude evitar mirarlos con cierta envida, nosotros no podíamos ir a disfrutar el calor del día, pues yo estaba muerta, y Jack era un caso especial. Intenté imaginarnos jugando en la nieve, felices de estar juntos, inseparables.

-¿Por qué me sigues buscando? -inquirí después.

-¿A qué te refieres?

Jack se incorporó para escucharme mejor, volteándome para que lo mirara a los ojos, esos encantadores ojos grises.

Me acomodé el pelo para observarlo mejor.

-Siempre has estado a mi lado, sin importar que te vea o no, te quedas conmigo, ¿por qué?

-Porque eres lo más importante que tengo, y no podría soportar el saber que estás por ahí lejos de mi. Te prometí que nunca te iba a abandonar, ¿recuerdas? Creo que esa promesa terminó por convertirse en maldición, pues si estuvieras muerta no podría acompañarte, y aquí estás, obligada a siempre volver... Tengo que estar contigo, no puedo dejarte sola.

El muchacho tomó un aire cálido, a pesar de estar siempre helado, pude divisar como un pequeño atisbo de humanidad se asomaba por sus ojos, el chico del que me había enamorado seguía ahí, no se iba a ir nunca.

-Pero... ¿Cómo sabes que soy yo?

-A veces incluso llego a dudarlo, sobre todo cuando no lograbas verme, pero siempre ha habido una pequeña fuerza que me guía hacia ti, que me dice que eres tú y no otra persona, por lo que intento que te des cuenta que estoy ahí contigo.

No sabía que más decirle, las palabras estaban de más en aquel momento.

-Te amo.

-Yo también te amo, no sabes cuánto -respondió.

Lo abracé con fuerza y volví a quedarme dormida, después de todo, aquellos días habían sido un infierno para nosotros, desde mi llegada al manicomio hasta el momento de mi muerte.

* * *

-¿Y qué sucedió con los niños? -pregunté en cuanto nos despertamos.

-También fue un final feliz para ellos, al pequeño le costó un poco más irse, necesitaba sentir el cariño de su madre. La señora Olsen tuvo que tomarlo en brazos para que se tranquilizara, pero al cabo de unos minutos se quedó dormido y desapareció en sus brazos. De cierta manera se sentía culpable por no haberse dado cuenta, por haberlos hecho sufrir tanto y por tanto tiempo, pero le tranquiliza saber que ahora por fin pueden descansar en paz.

La noche comenzaba a caer, ya no quedaba nadie más que nosotros en el patio. Todo estaba demasiado tranquilo, por fin callado.

-¿Y Erika?

Jack soltó una risita por lo bajo.

-Después de que Anwär, el duendecito azul desapareciera, la camada entera se fue de luto, se sentían como héroes pero extrañaban el pesimismo del conito azul, hasta Erika se puso sentimental, la hubieras visto... No creo que regresen en mucho tiempo, al menos eso dieron a entender.

Aquel comentario hizo que me tranquilizara un poco más, hasta Erika podría mantenerse en paz después de todo ese lío.

-Me pregunto qué habrá sido de Matt...

Dejé que ese comentario saliera solo, ni si quiera esperaba una respuesta, me sorprendió bastante recibirla de todas maneras.

-Si te sirve de consuelo, me preocupé de ir a ver a todos los que te importaban, estuviste inconsciente por mucho tiempo, _____(tn), incluso llegué a preocuparme. Él está bien, triste pero bien. Las dos niñas con las que salías te hacen ver como una leyenda, cuentan historias tuyas que no son del todo ciertas para verse más interesantes, como por ejemplo que hablabas con los gatos callejeros, y que éstos te contaban los secretos de la vida.

-¿Y cuáles son los secretos de la vida? -pregunté con una media sonrisa.

-Es que no se los podías contar, le habias prometido a los gatos que mantendrías el secreto.

La luna estaba llena y Jack continuaba contándome el estatus de las personas con las que solía interactuar, mis padres se culpaban día y noche por lo sucedido, hasta habían intentado demandar al manicomio, pero como culparon mi huída con un ataque psicótico perdieron el caso. Mi madre se hundía en su propia miseria, Jack me contó que a veces se pasaba días enteros llorando junto a mi tumba, mi papá no podía sacarla ni a rastras, y tenía que vivir con sus constantes reproches, la mujer no solo se culpaba a si misma, si no que a él también.

-¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

-Por lo menos una semana, nunca antes había pasado y me tenías preocupado. Temía que te quedaras así para siempre.

¿Habrá sido que me demoré todo ese tiempo en recordar? La historia era más larga de lo que parece, pero normalmente los sueños no suelen demorarse tanto.

-Jack.

-¿Dime?

-Por las casualidades de la vida... O de la muerte, ya que estamos, ¿no fuiste a ver a Lauren?

Un destello salió de los ojos del muchacho.

-Sí.

-¿Y? -inquirí procurando esconder la sonrisa que comenzaba a formarse.

-Pasó de ser loquera a estar en un loquero, confesó lo que había hecho, que en realidad todo era mentira, que tú no estabas mal de la cabeza, pero que estaba harta de tu mal comportamiento. Como podrás ver, ese juicio si lo ganaron tus padres, solo que en vez de mandarla a la cárcel la enviaron a un hospital psiquiátrico al otro lado del mundo, por trastorno de estres post-traumático y otras cosas que no entendí muy bien, digamos que el hecho de que te hubieras aparecido en su casa ayudó bastante con el diagnóstico, de lo que les escuché decir a sus colegas, ni si quiera quiere salir de la habitación en la que la encerraron.

Y vaya que me hizo sentir bien aquella imágen, aunque no podía dejar de agradecer el cómo sucedieron las cosas, pues esos últimos días pude ayudar a más de una persona, logré conocer mejor a Jack y a mi misma, mi pasado. Y vaya que que disfruté poder estar cerca de la persona que más amaba.

Cerré los ojos para disfrutar nuestras victorias, y de un momento a otro comencé a sentirme más ligera, menos existente. Observé a Jack intentando entender qué estaba pasando, a pesar de que mis piernas comenzaban a desmaterializase bajo una cálida luz, no pude sentir nada más que paz.

-No sabes cómo voy a extrañarte -dijo el muchacho.

-¿Y si no regreso?

-Iré a buscarte hasta el fin del mundo, es nuestra maldición, ¿recuerdas?

La cálida luz me envolvía casi por completo.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo con todas mis fuerzas.

Y después de depositar un dulce beso me desvanecí en medio de aquella luz, y no pude sentir nada más que tranquilidad.

No me olvides, por favor (Jack Frost y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora