Capítulo 47

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-Corre- dijo Jack al tiempo en que blandía su bastón como si de una espada se tratase.

Aquel demonio era horrible, y créanme cuándo les digo que ninguna descripción bastaría para asemejar el aura llena de miedo, odio e ire que manaba. No era nada, pero a la vez lo era todo, no pude verle ojos aunque sabía que estaban ahí, denoté un destello rojizo al vernos a los niños y a mi.

-¡Que corras!- gritó Jack desesperado mientras apuntaba con la madera en dirección al demonio- y busca a la Sra. Olsen.

-Pero no puedo entrar.- respondí con un hilo de voz, estaba -si me permiten el uso de tal palabra- cagadísima de miedo, cualquier temor que alguna vez hubiese vivido no se comparaba con aquella psicosis que me daba la criatura, incorpórea y al mismo tiempo corpórea.

-Arréglatelas.

Asentí, afligida, tomando a los niños uno por cada brazo y abriendo carrera en dirección al manicomio. No quise voltear a ver la pelea que sabía, certeramente, ocurría. Pude sentir el frío intenso que desprendía Jack de aquel palo, de repente algunos gruñidos proviniendo del demonio.

Choqué contra el ventanal del manicomio tan fuerte que casi se me escapa el pequeño Daniel. Era como si una fuerza invisible nos empujase hacia el patio, pero no estaba dispuesta a satisfacer sus necesidades. Golpeé el vidrio avejentado con devoción, nadie parecía tomarme en cuenta. ¿Por qué lo harían, de todas formas?

-¡Sra. Olsen! - grité frenéticamente sin dejar de torturar aquel vidrio que amenazaba con romperse en cualquier instancia. Sentía como el aliento del demonio me pisaba los talones, el miedo incrementaba y un extraño palpitar en todo mi ser subía, mareada, a punto de caer.

Me había colgado al pequeño Daniel en la espalda, necesitaba esa mano libre. Una corazonada me golpeó de lleno en la espalda obligándome a dar la vuelta y apreciar algo que me heló hasta los cimientos; Jack no era lo suficientemente fuerte, no podía detener a la entidad demoniaca por mucho más tiempo, no sangraba pero estaba herido seriamente. Me volví hacia la ventana golpeándola con más fuerza aún.

-¡Abranme!

De pronto, el umbral transparente se abrió de golpe casi tirandonos a los niños y a mi al suelo.

-¿Te puedes callar?- dijo una voz conocida, una voz femenina que representaba una indiferencia que podía hasta cortar aire- Hay gen...- lo primero que vio fue a Jack peleándose con algo que ella desconocía, después dirigió sus ojos a la base de la ventana en donde estaba afirmada con los puños rojos.

-Llama a Margot.- dije con un tono de adrenalina en mi acento. Era la primera vez que sufría tanta acción en mis tiempos, después de una vida tan recta, tan lineal, incluso dentro de ese lugar, convertía ese día en una excitante aventura.

-¿_____(tn)?- inquirió ilusa.

-Erika, por favor...

No me olvides, por favor (Jack Frost y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora