Capítulo 26

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Dedicado a DanyaRose Love, ya sabes que te amo platónicamente

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—Te estaremos esperando Will— dijo Matthew, una peculiar sonrisa torcida surcó su rostro mientras apartaba el teléfono móvil de su oído y terminaba la llamada, frente a él yacía Hannibal Lecter quien había recobrado la conciencia, posiblemente aún mareado por el sedante, sin embargo, se mantenía serio, digno aún en su posición de completa vulnerabilidad ante él.

El doctor estaba sentado sobre el piso de mármol gris y vetas blancas, en el gran baño de vapor, sus brazos, atados con cinta a un simple palo de madera, estaban extendidos y su ropa se había reducido a lo básico para mantener su pudor. En la gran habitación hacía calor, suficiente para que comenzara a sudar y el común vaho caliente apenas comenzaba a formarse.

Escuchó las indicaciones del enfermero dadas a Will para llegar a ellos, su mente hizo cálculos del tiempo que Will tardaría y de lo que el hombre esperaba. Era un punto realmente interesante, aunque no el más cómodo a decir verdad, esperaba que el Profeta se mostrara ante Will de una manera más directa y menos teatral, eso le daría tiempo para organizar una cacería adecuada, compartir con su amante el placer de destriparle, y después, una buena cena a la luz de las velas y un excelente vino tinto para maridar aquella carne que necesitaría ser ablandada adecuadamente, infortunadamente el Profeta había sido muy imprudente y Will tendría que matarlo en ese mismo lugar, sin elegancia, simple supervivencia. Aunque tal vez pudiera presionar un poco, mover algunos hilos por el simple placer de conocer el límite de Will o del Profeta.

Matt por su parte ajeno a los pensamientos de Hannibal, guardó el teléfono en su bolsillo y tomó la cuerda que había llevado en su maleta, un nudo ahorcado sería suficiente para aquel monstruo, debía atarlo como la bestia que era. Brown se había quitado la corbata y doblado las mangas de la camisa blanca, se sintió entusiasmado, Will vendría por fin a él, sería iluminado, redimido y perdonado, su hermoso ángel extendería sus alas y al fin ambos serían iluminados, alejados de la maldad. El enfermero comenzó a silbar tenuemente mientras manipulaba la cuerda, Will vería la verdad, ¡y al fin nada los separaría! El nudo fue fácil de hacer, había practicado lo suficiente antes por lo que fue mecánico realizarlo con aquellas manos hábiles. Como un vaquero se dio el lujo de arrojar el lazo sobre la cabeza del doctor, Matt sonrió, la bestia estaba domada.

—Judas tuvo la decencia de colgarse avergonzado por su traición— dijo el enfermero mientras jalaba la cuerda ajustándola al grosor del cuello del doctor levantándola un poco, jugando mientras lanzaba un extremo sobre un tubo arriba de ellos sin tirar de ella, sólo hacía falta un poco de peso para levantar a Hannibal, incluso podría él mismo jugar como un contrapeso brincando por los escalones de mármol mientras sostenía la cuerda, aún era temprano para eso— Pero pensé que usted necesitaría ayuda.

—Un enfermero del hospital psiquiátrico, ¿está creando un nuevo estándar en los cuidados?— preguntó el doctor sintiendo la cuerda rígida raspando su cuello, sin embargo fue ignorado por el hombre quien acercó hasta ellos un balde vacío de agua el cual volteó sobre el piso y luego se movió hacia la maleta— Will Graham no es lo que piensas, él no es precisamente un ángel— continuó Hannibal.

Matt se detuvo esta vez inclinado sobre la maleta, se giró y miró directamente a los ojos de Hannibal Lecter, en su mirada hubo ira y Hannibal sonrió internamente.

—Lo es, el más hermoso que los ojos humanos hayan visto— contestó tomando una navaja de la maleta, jugando con ella en sus manos, consultando el filo como si en ella se guardara algún extraño mensaje que sólo él podía revelar.

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