Capítulo 9

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Los ojos de Hannibal Lecter estaban clavados sobre el rostro de su paciente, su mano inmóvil sobre su mejilla, mientras el hombre dentro del trance que le había inducido jadeaba, su cuerpo parecía vibrar. El doctor se acercó para respirar de cerca su aroma caliente sobre la piel sonrosada por el esfuerzo de su mente, era como la melaza tibia que se evaporaba sobre la piel de sus brazos, su cuello y su rostro. Will abría los labios mientras intentaba tomar aire evitando a toda costa los estertores de su cuerpo dominado por la lascivia de las proyecciones en su mente, mientras Lecter acercaba su rostro al de él inspirando su exhalación, abriendo la boca a milímetros de los tentadores labios del agente.

­—Tristán... ah, ah, por... por favor.

—Aún no— le susurró el doctor ante la súplica del muchacho, delineando su labio inferior con el pulgar.

Will clavó los dedos sobre los reposabrazos del sillón, su cuerpo se retorcía placenteramente y el bulto en su entrepierna era demasiado evidente, el psiquiatra sólo podía mirar, regresó a su asiento sintiendo sus manos vacías sin el calor del hombre pero con su aroma impregnado en ellas. El agente gimió de nuevo estirando su cuello, el doctor observó su pulso en la arteria, sus propias pupilas se dilataron ante la imagen de Will cuando su excitación lo hizo llegar al clímax con tan sólo las visiones en su mente. El doctor sonrió recompensado, los recuerdos llegaron también a su mente y cerró los ojos un momento compartiendo la misma visión de Will; estaba de pie entre los arboles observando el rostro contraído de placer de Galahad cuando su alter ego lo tomó por el cabello y jaló su cabeza hacia arriba, el propio Hannibal pudo sentir el calor del joven caballero, como si en ese momento él estuviera siendo envuelto por su carne. El aroma de Will era un catalizador para transportarlo a esas sensaciones, que ahora eran tan vívidas y tangibles.

Era un momento de contundente intimidad entre ambos, podían estar separados físicamente, sin embargo, sus mentes estaban unidas a través de los recuerdos y el lazo del destino que los colocaba nuevamente frente a frente. Galahad había sido un pupilo receptivo y completamente fervoroso de su maestro, ¿podría serlo en esa vida de nuevo?, ¿sería Will un amante compañero en su oscura soledad? Era obvio el antagonismo que podían representar, pero ¿qué es la vida si no se pone en riesgo algo en el gran juego? Después de todo lo único certero es la muerte.

Lecter abrió los ojos y volvió a su realidad, tomó la grabadora y rebobinó la grabación hasta el punto donde Will le había suplicado a Tristán y la colocó en funcionamiento de nuevo.

—Will, Will, ¿dónde estás ahora? ¿qué es lo que ves?

—No, no— susurró el agente apenas dejando escapar su aliento caliente— mi nombre, mi nombre es...

—¿Recuerdas tu nombre?

—Galahad.

—¿Eres Galahad?

—Sí.

Hannibal se sorprendió ante la respuesta, ¿podría permitir una segunda personalidad en el agente?, cotejó las posibilidades, eran bastas e interesantes, tal vez a causa de su encefalitis Will podría albergar dos personalidades, sonrió apenas tomando en cuenta lo benéfico que sería inducir a su paciente ante su alter ego.

—¿Quién eres Galahad?

—Soy un caballero de la orden de Artorius Castus. Perteneciente a la avanzada romana en Britania.

—¿Dónde naciste?

—Sar... Sarmacia

—Eres un guerrero sármata.

—Lo soy.

—Galahad. ¿Quién es Tristán?

—Él es mi mentor, mi amigo... mi amante...— dijo en voz baja y serena.

EternidadWhere stories live. Discover now