Capítulo 23

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En medio de la noche Hannibal sintió el movimiento de Will sobre el colchón, su sueño regularmente ligero le hizo despertar de inmediato. El joven se levantó, desplazándose al final de la cama, estático frente a la chimenea, parecía completamente inmerso en las danzantes llamas del hogar, el doctor acopló sus ojos de inmediato a la luminosidad. Desde su perspectiva, la luz circunvalando el cuerpo de Will lo hizo parecer pequeño, una sombra del hombre que realmente era, etéreo y mágico, acariciado celosamente por las codiciosas lenguas de fuego.

Su innegable abstracción incluso ante el sonido de las sábanas detrás de él, fue un indicio para Hannibal, Will por lo regular ansioso ante cada movimiento a su alrededor como un cervatillo en el bosque, se habría girado de inmediato, era diferente al hábil cazador que se mantiene estático para no ser visto ni escuchado, el explorador que se adapta al entorno y espera, asecha.

—Daría cualquier cosa por entrar en tu mente y conocer tus pensamientos, Galahad.

—Oh, pero ya lo has hecho, ¿no es así Hannibal Lecter? Has contaminado nuestra mente con tus manos manchadas de sangre—retó el joven sin quitar la vista del fuego— ¿qué harás cuando lo sepa? ¿Cuándo la brecha que nos separa por fin se disuelva y todo lo que sé lo sepa él también?

—Y sin embargo me intriga mayormente saber qué es lo que esperas tú. Will es a su manera impredecible, los lazos sentimentales que ha formado le hacen tambalear sobre las delgadas creencias de su moralidad. En cambio, tu presencia celosamente guardada me hace conjeturar que existen secretos. Misterios más allá de simples supersticiones— Lecter se levantó de la cama y se posó detrás de Galahad mirando su nuca y las sombras cambiantes sobre los músculos de su cuerpo. Acarició temerariamente la espalda del joven con el dorso de la mano y la piel de Galahad se erizó al contacto tal como esperaba.

—Supersticiones— dijo Galahad con una risa agria— he visto cosas que no podrías comprender.

—Cualquier cosa puede ser creíble si se coloca en una historia, incluso la comprensión de un mundo paralelo a lo tangible— el psiquiatra recorrió el pecho de Galahad con sus palmas, la calidez de su piel era deliciosa gracias al tiempo que había pasado frente al fuego— ¿Qué fue lo que les trajo aquí? ¿Qué poder posees Galahad El Puro? — le dijo al oído besando la inclinación entre su cuello y el hombro. Recibiendo un tenue suspiro.

El joven caballero se giró de inmediato deshaciéndose de su abrazo y le clavó un golpe sobre el estómago, Hannibal se tambaleó y cayó de rodillas sin aliento.

—Debería simplemente matarte y terminar con el mal que portas— expresó con enfado enredando las finas hebras plata de Hannibal. Pero la luz del fuego iluminó las facciones del hombre y Galahad dudó soltando el cabello del hombre. La mirada que siempre reconocería estaba de nuevo frente a él.

—Tú no matas por placer cachorro— sonrió.

—Intentaría no disfrutarlo. Tristán— musitó y le dio la mano para que se pusiera de pie— y ahora me manipula a través de ti. Sabe que no podría matarte.

Tristán se levantó encantado con la forma en la que Galahad se movió hacia el fuego aún molesto, orgulloso e imperante.

—Mi cachorro, siempre impetuoso en cualquier batalla, pero dejas de lado la parte más evidente cuando se trata de hacer reconocimiento— Tristán se acercó y lo tomó de los antebrazos para que lo encarara—estamos sólo tú y yo en este momento.

—Nunca estaremos solos, ellos...

Galahad lo miró como si apenas descubriera su desnudez mientras Tristán devoraba cada parte expuesta ante él. Un calor más allá de la chimenea se instaló en su abdomen cuando el mayor dio un paso más cerca y lo besó profundamente. Sus brazos fuertes se deslizaron por el pecho de Tristán, palpando con intensidad, jadeando tan pronto como las manos de su amante recorrieron sus caderas y su boca sensual mordisqueaba su barbilla.

EternidadWhere stories live. Discover now