Capítulo 25

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Hola queridos lectores, al fin, después de años de no actualizar he aquí un nuevo capítulo, había tardado años ya que como sabrán por las noticias si es que no son de México, nos movieron el tapete bien feo hace unas semanas, tanto que juro tenía estrés post traumático, sin embargo ya pasado el susto todo va volviendo a la normalidad y con ello la inspiración. Así que sin más preámbulos el capítulo está aquí. 

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"Eres mío ángel" Escuchó el murmullo directamente en su oído derecho, cuando miró por el espejo retrovisor vio el rostro de Matthew Brown a lado del suyo. "Eres mío" repitió con una peculiar sonrisa torcida de su comisura derecha.

Will parpadeó y giró el rostro con la mandíbula tensa sabiendo que se encontraría cara a cara con el Profeta, pero no estaba ahí, sólo el vacío, tembló, no estaba asustado, de cierta manera hubiera esperado que las cosas se desarrollaran así y todo terminara de una vez por todas. Se llevó las manos a la cara frotando su rostro con desesperación, estaba seguro de que se rompería en cualquier momento, la presión en su cabeza era insoportable, Matthew Brown estaba ahí, invadiendo su psique con la locura de su propia psicosis contagiosa, como un parásito.

Y tal vez, lo peor de todo era que Will lo veía como una persona, sería más fácil deshumanizarlo y darle caza como una bestia en el bosque. No era así, Will podía pensar en el enfermero como un ser humano perturbado, atrapado en su propio mundo, completamente solo, llorando como el niño que fue, un pequeño suplicando de rodillas a un salvador que nunca llegó.

Graham se reclinó con su espalda en el asiento, una mueca derrotada invadió su rostro y parpadeó con rapidez, no quería cerrar los ojos, temía a alucinaciones. Lo que menos necesitaba en ese momento era perder la línea de realidad.

Casi de inmediato Beverly regresó con un par de cafés y rosquillas, Will supo que se veía mal cuando ella perdió la sonrisa con sólo entrar al auto.

—¿Te encuentras bien?

—Creo que la definición de bien o mal me ha sobrepasado desde hace tiempo— forzó una sonrisa mientras tomaba el café que ella le extendió.

—Lo sé, este trabajo no es para cualquiera, aunque te sorprenda lo has llevado bastante bien con todo lo que sucede a tu alrededor, incluso con este asesino detrás de ti.

Will pensó en debatirle y decir que no era verdad, que todo eso estaba fisurando su mente y su persona a un grado masivo, que al igual a una casa vieja infestada de polillas no pasaría mucho tiempo para que se derrumbara desde sus cimientos, en cambio sólo agradeció, fingiendo entender.

Apenas quince minutos después apareció un auto negro con dos agentes vestidos de civiles quienes se identificaron con Will y Beverly para relevarlos de la vigilancia. Con ello fue el momento de moverse hacia Quántico al lado del equipo forense y el jefe de Ciencias del comportamiento.

Fue un viaje rápido, la cafeína y el azúcar hicieron su trabajo para que Will se sintiera al menos con un poco más de energía. La suficiente para reunirlos en la oficina de Jack Crawford sin que sintiera el habitual calor y la necesidad de escapar. En el mismo lugar se encontraba Alana quien se acercó a él en cuanto lo vio cruzar la puerta, su sonrisa fue tranquilizante, una bocanada de aire fresco, ella le tocó ligeramente el brazo para indicar que se quedara a su lado.

—Hayamos las coincidencias de ADN con la sangre en el casillero de Matthew Brown y las encontradas en los restos de Elizabeth Line, se han solicitado las pruebas del caso de Samantha Lowel y su marido, habrá una búsqueda intensiva del Profeta— anunció Crawford y sus movimientos denotaban la excitación por capturar al fin a uno de los dos psicópatas que rondaban sueltos por Baltimore, incluso si se le miraba de cerca parecía medianamente rejuvenecido— está acorralado, no intentará nada estúpido así que vigilaremos su apartamento, el hospital y sus tarjetas. Hasta donde sabemos trabaja sólo.

EternidadWhere stories live. Discover now