—¿Y mi hijo? —chillé.

—No se preocupe, las autoridades se encargarán de él durante el procedimiento. Si no ha hecho nada, no tomará mucho tiempo. Si tiene un familiar que pueda venir y ocuparse de su hijo puede llamarle.

~

Estaba malditamente cansada de todo esto. Quería llorar, quería estar en mi casa y quería acurrucarme en mi cama. Ya han pasado unas cuantas horas desde que han detenido a Manuel. Tuve que declarar con la verdad, tuve que exponerle mi vida privada a alguien a quién no conocía para que pudieran creerme. Tuve que llamar a Marichelo para que buscara a Manu. Tuve que ayudar a la policía dándoles el portátil y el móvil de Manuel como pruebas. Y estoy jodidamente exhausta. No voy a salvar a Manuel de esto, luego de todo lo que me ha hecho pasar es lo que merece, por muy padre de mi hijo que sea, él me ha hecho esto. Y de ahora en adelante, toca vivir como ex-esposa de un ex-político convicto.

Por que si. El destino más seguro de Manuel sería la cárcel.

Unas horas más tarde estaba de vuelta al hotel, sintiéndome bastante mal física y psicologicamente. Mi mente y mi cuerpo estaban cansados. Había pasado por tanto en unas horas que aún no creía que todo estaba por acabarse. Al menos lo referente con Manuel. No esperaba volverlo a ver, y no quería verlo jamás. Para mi, él ya estaba muerto.

¿Que pensaría Poncho de todo esto?

Pensar en Poncho me hizo suspirar con nostalgia. No había dejado de pensar en él ni un segundo y de todo lo que me había advertido. En efecto, esta situación era terrible. Quería hablarle, pero él ahora no querría verme ni en pintura.

—¡Any! —Neni se levantó al verme entrar a la habitación. Su cara estaba roja e hinchada. Contrario a la mía, pálida y demacrada— Dios mío, Any, mirate. No puedo creer esto —me abrazó y yo solo pude hundirme en sus brazos. El calor familiar que tanto había necesitado durante toda la noche.

Mi hermana me hizo sentarme en la cama y le eché un vistazo a Manu dormido en medio de esta. Tan tranquilo.. Tan en paz.

—Necesito que me cuentes todo. Pero antes te pediré algo de comer —ahora su tono era autoritario, diría que hasta enojado. Tomó el teléfono y llamó al servicio de habitaciones, una vez pidió me miró nuevamente— ¿Tú sabías todo esto? —Solo pude asentir levemente, con la vista clavada en las manos sobre mi regazo. —¿Por que no me has dicho nada?

—Miedo —murmuré. Neni resopló— tengo mis razones, pero no quiero hablar de eso ahorita. Dame chance.

—Vale.. —aceptó, no muy convencida— ¿Como lo han atrapado?

—Pues —suspiré— Por lo que sé, él nos ha hecho venir acá porque había un problema con dos hombres que volarían a Alemania con muchos kilos de droga encima, era demasiado y los hombres se estaban "arrepintiendo", era bastante el dinero que le caería a Manuel y supongo que no quería arriesgarse, por eso vino a asegurarse que cumplieran con su trato, al parecer, ya les habían pagado parte del dinero adelantado. Se reunió con ellos en un hotel no muy lejos de aquí y los amenazó con matar a sus familiares... —tomé el aire que me faltaba. Solo imaginar a Manuel amenazado con matar, o haciéndolo, me daban ganas de vomitar— Todo eso quedó grabado en micrófonos y en una cámara de seguridad en la habitación. Los dos hombres estaban trabajando de encubierto para la policía de México y la DEA. Llevan años preparándose para desmantelar a la famosa red de narcotráfico de Los Cruz. Manuel forma una parte políticamente importante de ellos, y han pasado meses armando esa trampa.

—¡Dios mío! —sollozó Neni cubriéndose la boca— ¡todo este tiempo has estado corriendo peligro, mi niña!

Me alcé de hombros. Nunca me sentí en peligro con él, incluso luego de descubrirlo, sentía miedo, más no sentía que podría hacerme daño físico o incluso... matarme.. alguna vez. No lo veía siquiera pensándolo. Hasta hace unas horas... La forma en que me miró cuando se lo llevaron aún me hacía temblar.

—Lo sé, y ya no quiero pensar en eso. Ya todo acabó. Ahora debo lidiar con la prensa y los comentarios —me cubrí la cara con las manos—Manu no se merece esto ¿como fui tan tonta? Poncho tenía razón...

—Un momento ¿Poncho?

Me aparté las manos de la cara y la miré.

—Poncho y Christian estaban investigandolo por su parte, estaban casi seguros y yo me comprometí a buscar algo que lo delatara. Lo conseguí, así fue como lo confirmé. Pero él me descubrió y me amenazó con.. cosas mías privadas. Por ello me alejé de los chicos. De Poncho más que nada. Ahora me odia porque cree que soy una estúpida al volver con Manuel.

—Vaya, Anahí. ¡Me hierve la sangre! Además el muy cabrón te tenía amenazada. ¿Que puede ser tan privado, eh? ¡Tan importante como para que pongas tu vida y la de Manu en riesgo!

Neni estaba enojada, y la entendía. Pero ella debía entenderme a mi un poco.

—¡No tenía opción, Neni! No creí que todo fuera tan grave. Manuel me amenazó con unas fotos privadas que saldrían a la luz si lo delataba, y no quería que lo hiciera.

Mi hermana pareció sorprendida y confusa a la vez.

—¿Unas fotos?

—Unas fotos mías y de Poncho.

—¡Mierda! —asentí— y a Poncho le daría algo si se publicarán.

—Exacto. Y me odiaría igual, así que.. —me encogí de hombros— se que causaría problemas con su esposa, y quería evitarlo.

—Mmm, cuentame una cosa. En Cancún.. ¿Pasó algo entre Poncho y tú? —la pregunta tan directa me tomó por sorpresa, y casi me atraganto con mi propia saliva, aún así, Neni siguió— Poncho me llamó varias veces para saber de ti, le preocupabas, se notaba en su voz. Luego de un mes dejó de hacerlo.

—¡¿Qué?! Nunca me dijiste eso.

—Me pidió que no lo hiciera. Se sentía frustrado porque no sabía de ti.

—Manuel rompió el móvil, luego me compró otro con un número distinto.

—Entonces ¿si hubo algo?

—Uhm.. Si —bajé el rostro— pero pensé que era algo de unos días. Luego volvería con su mujer. Y así fue.

Neni alzó una ceja mientras murmuraba un mmm. Antes que dijera algo más tocaron la puerta de la habitación, era la comida.

—Dame un momento —se levantó y fue a abrir. Luego de recibir la comida volvió conmigo.

—Neni eso es demasiado. No tengo hambre.

—No me importa, vas a comer —mientras abría uno de los platos.

El olor a huevos revueltos invadió mis fosas nasales directamente hacia mi estómago, provocándome nauseas.

No pude más y corrí al baño a vaciar lo poco que había cenado esa noche, que no era demasiado. Luego de terminar me levanté temblorosa a limpiarme. Mi hermana mayor me veía desde el vano de la puerta con los brazos cruzados y una mirada acusadora.

—Te aconsejo que hables con Poncho... Ponto.

Siempre Serás Tú. Where stories live. Discover now