Día 11: Es la mafia, la maldita mafia.

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Iré al supermercado. En esta casa la despensa está llena de pescado, huevos, carne y muchos vegetales, pero no hay galletas, ni un pan decente, nada de refrescos. Saco mi auto y es la primera vez que lo conduzco en esta ciudad. En la entrada veo a 2 paparazzis, los ignoro, marco el GPS; solo quiero algún supermercado, ansío ver a personas normales y poder comprar algo de dulce. Suelo comer sano, mi metabolismo es muy lento, por eso evito las calorias, pero todo el estrés me hace necesitarlas.

Miro por el retrovisor, los paparazzis están muy cerca, me siguen en una motocicleta, mi cuerpo se tensa, es horrible sentirse observado todo el tiempo, siento que debo cuidar cada cosa que hago. Me siento nerviosa, estoy empezando a sudar, están muy cerca, el GPS me indica que estoy próxima a llegar, es bastante cerca, pude haber venido caminando.

Cruzo a la derecha como me lo indica y veo el supermercado, estaciono cerca de la entrada, siento que me observan de todas partes.

Bajo del auto intentando ignorarlos, mis hombros se sienten tensos, entro en el gran local, se me escapa un suspiro involuntario, busco un carrito y empiezo a recorrer pasillos; galletas de vainilla, suficientes doritos, refresco de cola negra, Nuggets, milanesas. Tengo más dinero en mi tarjeta del que puedo gastar, Dominic se encarga de eso.

Unas chicas me observan, las miro y centro mi atención en la etiqueta de la crema de leche que tengo en frente, las chicas caminan y se alejan, lleno el carro con cosas que creo serán útiles para la reunión. En el fondo se escucha una canción que no reconozco, camino por los pasillos buscando algo, no sé qué, pero algo. Algunas, pocas, pocas personas me miran, sé que es por Darren, quieren saber si soy la chica que vive con él, los ignoro y cruzo al siguiente pasillo.

— ¿Eres la novia de Darren? — Pregunta alguien en mi espalda, me giro, es una señora, 39 años quizás. Estoy lista para decir que no, que me confunde. — Mi hijo es su mayor admirador, cumplirá 8 años y me encantaría que le autografíe su balón, o algo, será dentro de días y...

La miro, no sé qué decir.

— Este es mi número. — Busca en una cartera inmensa, saca un bolígrafo y busca en un bolsillo, hay muchos papeles, sonríe y anota algo. No sé qué hacer, he visto algunos comportamientos extraños, lágrimas, gritos, amenazas, pero este es raro en extremo. — Cumpliría el sueño de mi bebé.

Asiento y ella solo se va caminando, guardo el número en mi jeans, no entiendo qué demonios acaba de pasar. Busco algo de pan con mantequilla cuando algo me distrae, miro a un lado y están las mismas dos chicas tomándome fotografías, intento ignorarlas. Tomo cualquier pan y camino al siguiente pasillo, las chicas están siguiéndome, acelero el paso, sé que debo ignorarlas, pero hablan entre ellas y se ríen, quizás se burlan de mí, miro mi atuendo y no hay nada del otro mundo, camiseta blanca, jeans oscuros y zapatos deportivos, no pensaré en eso, no hay nada malo en mí, quizás se ríen de otra cosa, no me arruinaran el día, no lo harán.

Busco algo de helado, hace mucho calor en esta ciudad, y nunca está mal un poco de helado, llego a la nevera. Mi celular suena.

— Baja, necesitamos hablar, y pautar... — Habla Marko dando órdenes como siempre. Marko está siempre en casa, al igual que Jennifer, Darren solo está en su mundo.

— No puedo, no estoy en casa. —Digo abriendo la nevera.

— Necesito que Darren y tu afinen algunas cosas para lo de mañana, el equipo tendrá preguntas, y ayer no hubo forma de verte.

Luego de lo que pasó en la cocina con Darren, me encerré en mi habitación para no verlo.

— Vivimos en la misma casa, podemos hacerlo en cualquier momento.

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