Prólogo

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Nunca he entendido estos métodos de relajación, el sonido de música instrumental me envuelve, se supone que de algún modo te ayudan a relajarte, no es cierto. Cierro los ojos intentando disminuir de alguna forma mi ansiedad y no, no sucede nada, muevo el pie intentando liberar un poco de energía, pero aun puedo escuchar mi corazón latir.

Dominic me espera. Su mensaje era tan urgente que es inevitable, estoy nerviosa. Miles de posibilidades aparecen frente a mí, quizás dice que soy un fracaso y nuestros proyectos se irán al drenaje. La gente debe aprender a dar malas noticias por medio de un mensaje de texto “Murió tu gato” “No eres tú, soy yo que ya no quiero estar contigo” “conocí a alguien, terminamos”, y así no ven la expresión de nuestro rostro, la sorpresa, la decepción o el dolor.

—Nicky, relájate—Dice Xavier mirando mi pie. Tiene la pierna cruzada, cada movimiento que hago lo desconcentra debido a que se encuentra sentado a mi lado. Le dije que esa música no me relajaría.

— ¿Sabes sobre qué me hablará Dom? —intento no moverme. Fijo mi atención en él.

—Solo sé que lo ayudarás —Dice mirándome solo un segundo.

Libero todo el aire contenido en mis pulmones.

—Correcto. ¿Qué tengo que hacer? ¿Alguna pista?

—No me han dicho nada más. —Mira su celular está claro que no quiere seguir conversando conmigo y toda mi ansiedad.  Una sonrisa pícara se le dibuja en el rostro, en otro momento le habría preguntado, ahora solo quiero saber de qué trata todo esto.

Soy escritora, bueno, eso intento, escribir para mi comenzó como una terapia, era mi forma de comunicarme sin miedo a ser juzgada, ahora me encuentro publicando la primera edición de mi  libro a los  21 años, lo que me resulta increíble; hace menos de un año estaba rogando para que le dieran una oportunidad a mi libro, ahora estoy  sentada en la parte trasera de un costoso auto con el asistente personal de Dominic Fallon, el más exitoso productor de películas de cine de la actualidad, que al parecer necesita que le haga un favor. No sé qué podría necesitar él de mí, tiene a cientos de trabajadores, su asistente tiene un asistente.

Diviso la gran mansión, poco a poco nos acercamos, la entrada es larga y en todo el tramo hay un hermoso jardín que parece sacado de una revista, los arbustos perfectos, la forma meticulosamente hecha en otros. A medida que nos acercamos mi agitación crece, no es nada malo, ya lo dijo Xavier, pero no soy la persona más positiva del mundo, siempre estoy lista para las malas noticias, es como mi seguro contra todo, a veces soy tan obstinada que hay cierta satisfacción en decirme “te lo dije”.

—Nicky, puedes bajar—Dice Xavier mirándome con una sonrisa burlona. Miro por la ventana, estamos en frente de la mansión, parece de esas que solo ves en televisión, un mini castillo, los tonos azules de las piedras combinan con el blanco de las grandes y pequeñas ventanas, la puerta principal es gigantesca de un oscuro color madera. Dominic la llama La gran casa de piedra.

Bajo del auto. Xavier se despide. Entro a la casa no dejándome impresionar por las escaleras dobles, todo el asombroso lujo y el olor a dinero; cada vez que vengo descubro detalles nuevos: pinturas, pequeñas esculturas. En el pasillo hacia la oficina hay fotografías de Dominic con gente famosa, es un pasillo de la fama, estoy frente a despacho: inhalo y exhalo, inhalo, exhalo.

Toco la puerta.

—Adelante.

Abro la puerta e intento no parecer nerviosa. Solo es Dom, no pasa nada; él está sentado detrás de su computador.

—Ahí está mi escritora favorita—Sonríe mientras se levanta.

Él se ve tan impecable como siempre con sus ojos castaños bordeados con unas pequeñas arrugas, tiene 48 años, y dudo que alguien pueda verse mejor que él, su cabello negro con muy pocas canas, sonrisa amable, el cuerpo que cualquier joven quisiera tener, quizás es el traje a la medida, pero se ve impecable. Llega hasta mí, me abraza con cariño, seguido de un beso en cada mejilla

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