Medidas desesperadas

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Sasuke ingreso al lugar del encuentro, estaba desesperado, había perdido el apoyo de su padre para recuperar a Naruto y estaba por jugar la última carta.

- Son cinco millones –dijo dejando el maletín sobre la mesa, el hombre que lo esperaba lo observo serio y sonrió de medio lado – otros cinco cuando lo hagas.

- ¿Hacer qué? – pregunto divertido.

- Eliminarlo – le lanzo una fotografía, el hombre se sorprendió pero no dijo nada – que parezca un accidente o algo así.

- Niño no puedes desaparecer a una persona tan importante así como así – dijo serio – son treinta millones, la mitad antes y la otra después – Sasuke bufo.

- Me parece mucho – dijo sentándose.

- A mí no, para eliminar alguien así se necesita trabajar mucho y eso cuesta dinero – puso el maletín debajo de la mesa - ¿Lo tomas o lo dejas?

- Te traeré los diez que faltan en la tarde – se puso de pie.

- Quince, faltan quince – aclaro sonriente – estos cinco es por el tiempo que le dedique a esta reunión.

- Maldito estafador.

- Seño Uchiha mi tiempo vale oro así que retírese y regrese con el dinero si quiere que elimine a su hermano – Sasuke no dijo más y salió maldiciendo al hombre que dejaba atrás, si no podía competir contra su hermano se desharía de él y así tendría el camino libre con ¡Su rubio!. Ignoro la voz de su conciencia que le decía lo mal que estaba actuando y que se arrepentía toda la vida de lo que hacía, pero no tenía más opciones mientras Itachi viviera Naruto jamás estaría con él, no podía hacer más.

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Hidan se encontraba en la cama abrazando posesivamente a Sai que intentaba por todas las maneras posibles zafarse.

- Quédate quiero no voy a soltarte – dijo divertido - ¿Sabes que lo normal en una pareja después de hacer el amor es mimarse?

- Nosotros no somos una pareja normal y sabes que no me gusta que me abraces tanto, me sofocas – dijo el pelinegro sonrojado hasta las orejas.

- No me importa, necesito mimos y tú vas a dármelos, es tu responsabilidad – lo regaño falsamente y antes de decir algo el teléfono lo interrumpió.

- Contesta – ordeno Sai pensando que así se lo sacaría de encima.

- No quiero, es mi día libre, si alguien cometió un delito que espere hasta mañana.

- Debe ser importante – dijo Sai.

- No más importante que tú así que no importa.

- Hidan – el tono de Sai era de advertencia así que el varón bufo mientras tomaba el celular sin soltar a su pareja.

- Diga – hablo cortante para que la persona del otro lado supiera que molestaba con la llamada.

- Al parecer tenemos un mal día – se burlaron del otro lado, Hidan se tenso al escuchar la voz - ¿Qué pasa te quedaste mudo?

- Voy a cortar – dijo fríamente sorprendiendo al propio Sai que jamás había escuchado ese tono en su novio.

- No lo hagas amor, tengo algo importante que decirte – Hidan de mala manera se puso de pie olvidándose por completo de su novio y salió de la habitación.

- Que sea rápido, no tengo tiempo – encendió su cigarro.

- Quiero verte.

- Olvídalo- respondió Hidan muy seguro.

El Pecado de ser DoncelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora