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Desde que había sido un niño había tenido una fijación especial por los lobos. Habían sido su obsesión, y al vivir en Idaho, los bosques plagados de manadas de lobos estaban a su alcance. Cuando alcanzó la edad para conducir, fue hasta uno de los miradores de las montañas, el que más suscitaba su interés, y se adentró en el bosque de al lado.

Llevaba ropa de abrigo, y comida para pasar bastantes horas por allí. Caminaba disfrutando de los ruidos del bosque, así como el sonido de los animales salvajes en su hábitat. Esperaba poder ver lobos, aunque fuera a larga distancia.


Pero no. Vio a un lobo gris solitario olisquear entre los árboles por los que él acababa de pasar. No estaba a más de dos metros, y allí estaba: majestuoso, imponente, pero sobretodo, amenazador. Nunca había sido un miedica, difícilmente le daba miedo algo, pero la sensación de estar siendo analizado a fondo porque querían comérselo era muy sofocante.

Intentó alejarse lentamente, retrocediendo, pero un gruñido tras él lo paró en seco. Empezó a temblar, porque varios pares de ojos estaban sobre él. Fue dándose la vuelta lentamente, contemplando las miradas sedientas de sangre de aquellos lobos.


—Cuando se nos conoce no se nos tiene tanto miedo —dijo una voz a sus espaldas, y al girarse, ya no estaba el lobo gris, había un hombre entre las sombras, y podía intuirla sonrisa en sus facciones.

—¿Qué...?

—Primero respóndeme a esto, ¿qué está haciendo un niño como tú en un bosque como éste, donde sabes que hay lobos y peores cosas?

—¿Peores cosas que lobos? —preguntó Liam, sin poder contenerse.

—Los lobos no somos tan malos —repuso el otro, y al chico no se le escapó que se había incluido entre los lobos.

—Estos no, porque te dejan estar con ellos. —El hombre se rio, y salió a la luz de la luna. Liam enrojeció hasta las orejas, porque aquel tipo estaba desnudo.

—Que te quede claro, no es que me dejen estar con ellos, es que soy su alfa. Soy un hombre lobo. Y puedes largarte de aquí mientras siga estando de humano, o si prefieres que me transforme en lobo y morir esta noche por tu irracionalidad.

—No son muy halagüeñas las opciones, ¿no puede haber una tercera, que me dejéis miraros en paz? Sólo quiero eso, admiraros, sin que me comáis.


El hombre desnudo -Liam estaba pasándolo mal para no mirarle con atención otras zonas- se quedó pensativo, y miró a alguno de sus compañeros, como si estuviera decidiendo cuál de ellos iba a comerse al chaval, hasta que finalmente suspiró y se encogió de hombros.


—Hemos hablado la manada y yo, y aunque algunos quieren tu carne, tras un rato de debate hemos decidido dejarte observarnos. Si viene algún lobo con actitud ofensiva sólo tienes que decirle que conoces a Peter. Y ya lo que haga el lobo será cosa suya, pero tendrá que explicarme a mí por qué te ha matado.

—Gracias.

***


Y así Liam empezó a ir todos los días al bosque, donde tenía la protección del hombre lobo. Al empezar a ir se quedaba mirando a los lobos sin descanso, pero llegó un punto en el que la presencia de la manada lo relajaba, y se ponía a leer, o a dibujar, y los lobos más jóvenes curioseaban qué atraía tanto la atención de Liam.

Pero había llamado la atención de otro lobo que había jurado protegerlo. Peter gruñía a todo aquel que osara interrumpir la concentración del chico, y se mostraba casi decepcionado cuando el chico se tenía que ir a casa. Porque seguía siendo un crío, y por lo que dejaba entrever, no tenía la mejor de las relaciones con sus padres.

Wolf out [m-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora