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Agárrense las nalgas...


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Stiles no se veía capaz de soltar al cachorro, y todo el camino hasta el piso de Derek lo hizo mirando al pequeño lobo que dormitaba en su regazo. Se quejó un poco cuando lo cogió para meterlo en casa, pero cuando lo dejó en el sofá junto a él, volvió a quedarse profundamente dormido.

Derek puso su chaqueta en el perchero de la entrada, yendo hacia su novio y sentándose en la mesa de café frente a él. Miró con una sonrisa al cachorro, que respiraba acompasadamente envuelto en las sábanas.


—¿Cómo te sientes? —preguntó Derek en voz baja, rompiendo el silencio.

—Bastante en shock, porque no sabría que me gustaría tanto verlo.

—Me alegro —murmuró el moreno ilusionado.

—¿Y tú cómo te sientes?

—Incrédulo. Maravillado. Genial —repuso mordiéndose el labio inferior.

—Es precioso.

—Lo es —afirmó Derek.


Permanecieron callados, mirando al cachorrito que se agitaba en sueños. Hacía pequeños ruidos que los mantuvo hipnotizados durante un rato. Luego Stiles se mordió el labio inferior, preocupado.


—¿Qué es lo que tiene que comer? —preguntó comenzando a sentir ansiedad.

—Tendrá que tomar leche; Deaton me ha dado algo para ir tirando, pero habrá que buscar más.

—¿Crees que tendrá hambre?

—Lo notarás cuando la tenga —dijo con una sonrisa, acordándose de los aullidos de los cachorros de su manada cuando estaban hambrientos—. De momento déjalo dormir.

—Creo que me voy a dar una ducha, ¿lo vigilas?

—No, voy a dejar que se vaya de cervezas. —Stiles puso los ojos en blanco y se fue al baño, no sin antes darle un beso a su novio.


El moreno se sentó en el sitio que ocupaba Stiles, echándose en el sofá y mirando de cerca al pequeño lobo. Acercó la nariz a su pelaje, sonriendo ante la esencia tan familiar y cercana que captaba.

Apoyó la barbilla en su mano, mirándolo con una expresión de embelese difícil de disimular, y era porque no se creía que aquello fuera de ellos. Obra de ambos. Tendría que contarle a Stiles lo que había pasado, pero esperaba que por el bien del lobo fuera comprensible.

Oyó pasos bajando las escaleras y le dio un beso al cachorro en el lomo, incorporándose y viendo bajar a Stiles. El castaño parecía algo extrañado, pero se sentó junto a Derek.


—¿Qué es lo que pasa?

—Creía que tendría alguna señal de haber tenido un cachorro. Ya me has dicho que no había herida pero ni siquiera parece que haya estado embarazado.

—Bueno, siguen las noticias fuertes —resopló el moreno cogiendo su mano—. Ni es cosa mía ni del lobito, así que no te vayas a poner en nuestra contra.

—Vaya famita tengo.

—Te precede, cariño —rio Derek. Tomó aire, intentando pensar cómo decírselo—. Verás, Sti, antes de la operación te desmayaste, y no volviste a despertar hasta que cogiste al cachorro por primera vez.

—Sí.

—Pues bien, resulta que en el momento que te desmayaste, no sé qué te pasó pero... te convertiste en un lobo —murmuró el moreno mirándolo con intensidad. Stiles apretó los labios, mordiéndose el interior de la mejilla y rascándose la frente con nerviosismo.


Derek lo observó con atención, porque Stiles evitaba a toda cosa mirarlo. No sabía si era porque estaba intentando que no le leyera la mente o qué, pero era un comportamiento muy extraño.

El castaño respiró hondo, levantándose y pasándose las manos por el pelo, para luego girarse y mirar a un muy confundido Derek, que seguía todos sus movimientos. Suspiró largamente y volvió a sentarse junto al cachorro.


—Soy un lobo —susurró Stiles en voz tan baja que Derek creyó haberlo imaginado—. Bueno, un hombre lobo —dijo de manera estrangulada—, nací así, y lo llevé más o menos de manera normal hasta el ataque, y desde entonces me odié a mí mismo, odié lo que era y odié ser tan sensible a la naturaleza, porque le leía la mente a todos los animales.

—¿Sabías que eras un lobo y no me lo dijiste? —preguntó el moreno con incredulidad.

—No hablemos de secretos que ya hemos tenido bastantes —cortó su novio con sequedad—. Cuando me contaste tu secreto no me podía creer mi mala suerte, me tengo que enamorar de alguien como yo... Desde siempre he sabido que mis padres me adoptaron, porque me encontraron en el bosque. Lo único que cuenta mi padre es que haciendo una guardia nocturna, encontró un cachorro gris cubierto de sangre seca. Me cuidó como lobo, y cuando me transformé delante de sus ojos, le costó creerlo, pero me crio como si fuera suyo, él y mi madre.

—Es que no me puedo creer que seas como yo —murmuró Derek.

—¿Cómo voy a decirlo, si odio quién soy? Bueno, lo odiaba. Gracias a eso ha nacido el cachorro, así que estoy dividido. Ya no odio a los lobos, porque te amo a ti, y aunque odio ser cómo soy, supongo que el ser lobo me ha ayudado en el embarazo.


Derek se quedó en silencio, pensando un buen rato sobre esa información. Le costaba digerirla, porque Stiles siempre había hecho bien su "papel" por así decirlo. Sabía que no tenía que haber sido fácil su situación, se odiaba a sí mismo y a lo que era por naturaleza.

Y su padre lo encontró en el bosque siendo cachorro, cubierto de sangre, abandonado a su suerte, sin la protección de su manada...


—¿Dónde te encontró tu padre? —preguntó de repente, frunciendo el ceño.

—Cerca de su granja, antes del accidente vivíamos allí. En Idaho.


Derek abrió los ojos anonadado, y volvió a mirar a su novio, que estaba extrañado de su actitud. El moreno entonces tuvo un torrente de recuerdos en su cabeza, que vinieron todos juntos, y todos reproducían una y otra vez la imagen de un lobo grande y gris que había conocido en Idaho, en su viaje para conocer la historia del chico embarazado.

Y entonces cayó en la cuenta, el lobo gris de Idaho era el padre biológico de Stiles.

Y Stiles era el cachorro que se perdió y que creía muerto.


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CHAAAAAN CHAN CHAAAAAAAAAAAAAANNNNNNNNNNNNNN

Lentamente nos vamos acercando al final, así que seguid agarrando vuestras nalgas :3

Wolf out [m-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora