––Es el momento, Jacob no sudes, no quiero que al darle la mano empieces a mojar todo –rió con sarcasmo Agnes, dejándome en las manos de mamá.
––¿No crees que esto es maravilloso? –preguntó mi madre caminando despacio hacia la puerta de entrada.
––Si lo sé, pero los nervios me carcomen por dentro y no sé si estoy haciendo lo correcto –afirmé queriendo excusar a mis manos sudadas.
––¡Estás loco! Yo misma he visto a Abel, entregar todo por ti y por si no fuera poco, dijo la verdad ante todo el mundo y un reino entero, crees que eso fue fácil, todo aquí en la boda sabemos el eterno amor que sienten el uno por el otro –intentó sonreír después de sus palabras.
––Entonces que no se diga más, vamos. Quiero llegar a el altar –hablé con gran firmeza.
Mi madre me había apoyado en toda esta recuperación y no dejaría que unos tontos temores arremetan contra mi felicidad, había luchado tanto por ella que no dejaré que se me escape otra vez.
Seguí por la alfombra mirando los delicados y detallados diseños que cada flor poseía, los invitados con su mirada de esperanza y felicidad, todos apoyando de una u otra manera a mi vida. Mi pequeña dama de honor y mis pajes de lo más lindos, pero sobre todo mi querido príncipe azul Abel.
––Te estabas tardando –susurró Abel en mi oído.
––Las ganas por verte estaban a tope –presumí sonriendo cálidamente, no podía despegarme de su mirada, era demasiado hipnotizante.
––¿Quieres hacer esto? –preguntó.
––Contigo, lo que sea –respondí dándole la mano.
––Estamos aquí reunidos... –estaba empezando.
––Esto es aburrido –bufó Abel–. Ya quiero llevarte en brazos a nuestra nueva casa y poder hacerte mío –habló, lo hizo tan fuerte que todos los invitados escucharon, aquí venía la vergüenza.
––Shhhh! –exclamó Coralay que tenía una mirada muy acosadora.
––Perdón –rió Abel.
––Entonces Abel, tomas a Jacob como tu pareja para la eternidad –habló el licenciado.
––Aceptó –contestó.
––Y tú Jacob, aceptas a Abel como tu legitima pareja –repitió.
––Acepto –respondí.
––Entonces por el poder que me confiere el estado, os declaro marido y marido –dijo muy alegremente.
No vi en que momento, pero mis labios ya estaban siendo succionados por los de Abel en un cálido y atrevido beso.
CZYTASZ
MI CENICIENTO© [REESCRIBIENDO]
RomansMuchas veces hemos visto y oído las diferentes historias de princesas, su vida termina siempre en un final feliz y ahí acaba, es tan fácil soñar con una vida así, que hasta el tiempo se nos va, sin saber si algún día lograremos conseguir un destin...