♛ D I E C I S E I S ♛

433 62 5
                                    


            Me había pasado una gran semana en París, le vida me había sorprendido, dándome un nuevo propósito para seguir adelante, Jacob

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

            Me había pasado una gran semana en París, le vida me había sorprendido, dándome un nuevo propósito para seguir adelante, Jacob. Nunca me llegué a imaginar que podría dirigirme a la persona que amo con tanta facilidad, espero que no hayan sido los celos, los que me permitieron hablar y decir lo que siento, porque si así es, no me imagino que cosas más, podrían haber salido de mi boca, sabiendo que en ese estado me convierto en la peor compañía que alguien puede tener, incluso mi madre.

         ––¿Hijo? ¿Abel? ¡Abel despierta! –escuché gritar a lo que parecía una gran mancha. Poco a poco mis ojos volvieron a presentarme el panorama, que sin lugar a dudas había cambiado drásticamente.

          ––¿Mamá? ¿Dónde estamos? –preguntaba constantemente, al centrarme más en el lugar. Cada vez que caminaba en ese pasillo, no paraba de recordar aquel tacón de cristal, perdón zapatilla.

           ––¿Hijo estás bien? Estamos en el avión de regreso a casa, te lo dije el día en que volvimos de la fiesta ¿Acaso no te enteraste? Eso te pasa por no estar de atento, a veces pienso que paras volando o en otro planeta, por causa de eso, ni siquiera me prestas la atención necesaria –rodó los ojos mientras tomaba de lo más tranquilo el té que poseía entre sus manos.

            ––Bueno olvidemos eso, que seguro lo aré por algo. Necesito urgentemente, que me digas donde dejaste las maletas –repliqué poniéndome más nervioso de lo normal. Mi intención no era ver los nuevos calzados que mi madre había comprado, mucho menos probármelos, quería estar seguro de que la zapatilla permaneciera en mi poder, no me imaginaba haberla perdido.

             ––Allá atrás –señaló la parte trasera del avión–. Pero ¿Para que las quieres? ¿Qué es lo que te pone tan nervioso? Dime o no te dejaré llegar hasta ahí –seguía advirtiéndome.

              ––Nada sólo quiero asegurarme de que lo empacaron todo y no falta nada, por qué estoy seguro que a ti, te gusta mucho regalar lo que piensas que ya no utilizo, por eso la preocupación –aclaré dirigiéndome hacia las maletas. Abrí la puerta y sí, ahí estaban cada una de las maletas, pero ahora faltaría revisarlas, una por una para saber con exactitud si está la zapatilla de Jacob. Me sorprendía a qué punto había llegado, ahora me volvía loco por una zapatilla, a lo mejor me estaría obsesionando mucho con él, después de todo no recuerdo su número telefónico.

               De la nada sonó, una llamada había asordado mis sentidos ¿Quién sería? Dirigí mi mirada a la pantalla del celular, para mi mala suerte, quién llamaba era Sara ¿Ahora qué querría? No quise cortar, si lo hacía no me podría imaginar respirando, ya que estaría ahogándome de tantas preguntas propuestas por esa loca, diré, Sara.

              ––¿Amor? ¿Eres tú? ¡Por qué si no eres tú, suelta el puto teléfono! –exigió su chillona vocecilla detrás del aparato.

               ––Si Sara, soy yo ¿Para qué me llamas? Es que estoy en pleno avión y no puedo estar con el teléfono prendido –sugería intentando desaparecer.

               ––¿¡Acaso no puedo llamar!? Solo llamaba para avisarte que estaré esperándote en el aeropuerto, tendré una gran sorpresa para ti, después de todo mañana es nuestro aniversario ¡¿No lo habrás olvidado?!

                ––Descuida, no lo he olvidado –corrección ¡Sí lo había olvidado!–. Yo también estaré ansioso de volverte a ver –bruja desquiciada–. Sólo no hagas nada que llame mucho la atención, después de todo soy yo quién paga lo que preparas –me lamentaba.

                 ––¿Pero tú te oyes? ¡Cómo no hacer nada grande! Si eres el amor de mi vida, la persona con la que me quiero casar y tener hijos –¡Perdón! Pero yo no te tocaría, así me lo exijan.

                 ––Bueno Sara, lo hablaremos luego, ahora tengo que descansar, lamento si no te he llamada últimamente, he estado ocupado con otra persona –¿¡Pero acaso eres idiota!?

                  ––¡Qué cosa! ¡¿De qué hablas Abel?! ¡¿Con quien haz estado?! ¡Contesta! –gritaba sulfurada por mi comentario, sabía que me había expuesto a que sepa la verdad, pero como no conoce a Jacob, no tenía nada de qué temer.

                  ––Hablaba de mi madre, creo que no te hace bien estar lejos de mí, aunque sea solo por unos cuantos días –presumí colgando el celular de un solo tirón.

                   Quería ser lo menos agresivo posible, ya que después de todo este tiempo es imposible no tenerle cariño a esa loca, que aunque no la ame, siento cariño espero que algún día me arme de valentía y de diga toda la verdad. Abrí toda las maletas, una por una, intentando no desordenar el contenido, faltaba más, camisas, camisetas, polos, pantalones y demás, salieron volando sin querer, sabía que me ganaría un regaño horrible, pero valía la pena por Jacob. Y ahí en todo ese motón de ropa hallé la tan especial zapatilla, poco a poco con la mayor delicadeza posible, la levante, la observé y la volví a dejar en su sitio, esta vez en mi maleta.

                  ––Abel ¿Encontraste lo que buscabas? –preguntaba mi madre, quién se percató del sudor que corría por mi frente.

                   ––Sí, gracias a Dios que sí –afirmé sentándome al lado suyo, la miré y sonreí, recostándome en su hombreo, a lo que ella respondió recostándose en mi cabeza.

                   ––¿Me puedes decir algo que me causa intriga?

                   ––Sí, dime, sólo que no sea algo molesto y de poca importancia.

                   ––¿Amas a Sara? –preguntó.

                   ––¿Quieres que te diga la verdad?

                   ––S, por favor.

                   ––No, no la amo, nunca la amé y nunca la amaré. En realidad nunca le di el buen visto, sólo que ustedes me comprometieron y no pude protestar, sabiendo como es mi padre, no podría ni siquiera decir "Pero" –dije, por fin me había liberado de una cargar tremenda, incluso me sentía más ligero ¿Por qué sería?

                    ––Gracias por sincerarte, hijo –intentó dibujar una mueca, pero la risa la desvió.

                    ––Sólo no le digas a papá, yo personalmente le diré y si no acepta, pues no tendré otra opción que rechazar a Sara –aclaré mis intenciones, para mi corazón, solo habrá un nombre y ese era el de Jacob, nadie ni nada podría cambiarlo.


MI CENICIENTO© [REESCRIBIENDO]Where stories live. Discover now