♛ V E I N T I S I E T E ♛

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             Las miradas de toda la sala se centraron en Franco y por consecuencia en mí, me había quedado escuchando esas palabras una y otra vez, mi cabeza solo las repetía haciendo cada vez más eco en mis sentimientos tanto como pensamientos

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             Las miradas de toda la sala se centraron en Franco y por consecuencia en mí, me había quedado escuchando esas palabras una y otra vez, mi cabeza solo las repetía haciendo cada vez más eco en mis sentimientos tanto como pensamientos. La mirada desconcertada de mi madre y de los funcionarios que ahí presentes, solo les quedó mirar. Levanté la mirada y las manos de Jacob solo tapaban el asombro de él, mientras que una lágrima de alegría, rodaba por sus mejillas.

              ––Disculpe príncipe Abel ¿Quién es él? –preguntó uno de los periodistas acercándose un poco más.

              ––Por favor, se los repito no involucren al niño en sus asuntos, ahora ¿en qué estábamos? –hablé siendo directo y cortante. No quería que ensucien su mente como todos menos nosotros.

              ––El niño es uno de los miembros del orfanato, donde Abel, mi hijo, trabaja ayudando a los más necesitado. Una obra muy grata para todos –habló mi madre, rompió la regla que había impuesto, el niño, no tenía nada que ver.

              ––Él es mi hijo adoptado, en conclusión por favor se los repito no pregunten más sobre él, no les involucra en lo más mínimo –contesté a mi madre con una mirada fulminante, cortando todas las palabras que por consecuencia saldrían al dar mi declaración.

              ––¿Es su hijo? Pero si usted está soltero y no tiene ninguna pretendiente –agregó otro periodista. Era increíble poder darse cuenta que siendo una persona pública, pocos secretos son los que se pueden ocultar, ahora me van a salir con la primera que tuve sexo.

               Sentía una rabia incontenible, solo apretaba mis puños e intentaba tragarme toda la furia que ese momento quería salir volando y explotar contra todos. Giré nuevamente a mirar a Jacob y esos ojos solo seguían mirando inerte al darse cuenta de la situación que en ese momento estaba pasando. Corría mi corazón, sentía como mi alma alzaba vuelo, dejando mi cuerpo sólo y sin nadie, pero unos ojos se sobrepusieron a ese suceso, unos ojos azules, tan profundos y cristalinos que ni siquiera los luceros más hermosos se podían igual, esa mirada profunda que derrumbaba cualquier ira, era Franco.

Respiré una vez más y dije.

             ––Se los reitero, por favor aléjense de él, si no quieren tener problemas, el no conoce este mundo público y con mayor razón, os pido su comprensión, gracias –exigí colando una caricia en sus cabellos.

             ––Bueno, olvidemos esto ¿En que estábamos? –agregó mi madre, mirando el gesto que estaba haciendo con el pequeño.

             ––¿Señora usted es abuela? –preguntó una señorita que estaba mirándola directamente. La pregunta no era para mí, ni siquiera para Franco, solo dependía nuestra relación Madre-Hijo de la respuesta que ella iba dar.

Me miró y con una sonrisa fría respondió a la joven, que estaba ansiosa por la respuesta de la reina.

              ––Sí, soy abuela y no tengo ningún problema en echarlos de aquí por la imprudencia con la cual están trabajando, les pido por parte de nuestra reunión, que respeten ciertos criterios y ordenes de esta sala –su respuesta fue breve pero contundente.

             Al fin mi madre había hecho bien, me centre en las demás preguntas que dictaban, pero como si fuera un acto de magia, mi mente se distraía con la más mínima cosa, haciendo que más de uno sentado en la tribuna, se enojara conmigo, pero no me importaba, me importaba la pequeña cosita que estaba sentada a mi derecha.

             Me quede pensando en las cosas de la vida, me distraje de todo y me fije en los ojos de Jacob que queriendo reír, me sonrió. Le devolví la sonrisa y acto seguido se sonrojó.

              Veía a mí alrededor, inspeccionando los muros que me contenían como un conejillo de laboratorio, estaba exhausto de tantas fachadas ¿Y si decía toda la verdad? ¿Y si soltaba la verdad de una sola vez? ¿Sería libre? Sabía que era el momento preciso para soltar las riendas y dejar que todo fluya tal como lo imaginé, pero mi cordura encarcelaba todas mis ganas, me decía que eran absurdas y que mi vida cambiaría drásticamente.

             Aunque no lo quisiera, mi cordura tenía la razón, la extravagancia del corazón no servía en estos momentos, mejor sería seguir a mi cuerda mente, que de seguro ganó este duelo.

             ––Príncipe Abel ¿Es cierto que usted y Sara han terminado? –preguntó colocándome el micrófono más cerca de lo normal, podría sentir como mis labios rozaban el utensilio.

             ––Sí, es verdad, terminé mi relación con Sara hace unos días, que pasado ya reclamó –contesté fijo ante mi respuesta.

             Sentí unos ojos clavados en mí, la mirada de sorpresa e intimidación de mi madre se repelían como cualquier otra, pero la mirada de Jacob, quién sentado al frente, podía ver como se ponía feliz de que hubiera dicho la verdad.

             << ¿Sería igual si dijera la verdad? >> –pensé.

              La habitación se volvió a tornar oscura y ensombrecida, me había quedado algo estúpido después de la declaración, mi mente y corazón se habían puesto en contra mía, para poder llevarme al extremo de mi agonía. De repente una mano fría y delicada se juntó con las mías, secando cualquier rastro de desesperación y nerviosismo. Sin querer seguí era caricia y me topé con la mano de Franco, que con la poca edad poseía una agarre muy preciso y determinado.

             Era un pequeño, lo sabía, pero fuera de eso, era uno de los pilares más fuerte de toda mi vida, en mi cabeza no entraba la posibilidad de que con tan poco tiempo de conocernos, ese chiquillos había podido destruir todo rastro de desinterés, en mi corazón. Lo que yo tardaría y tardé en hacer con Jacob, él lo hizo en tan solo una noche.

             ––Gracias a todos, la conferencia a terminado –agregó uno de los ministros.

             ––Abel, hablaremos de esto en casa, ahora te suplico que dejes al niño en paz –exigió mi madre, hablando con sigilo y con mucha paciencia. La cual me parecía hipócrita y de muy mal gusto.

             ––Lo siento madre, pero como declaré, él es algo muy importante para mí. Me tengo que ir –me despedí colocando al niño en mis brazos y bajando de la tribuna, para poder irme con Jacob.

                                             Si por mi fuera ya hubiera dicho toda la verdad. 

MI CENICIENTO© [REESCRIBIENDO]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin