♛ V E I N T I O C H O ♛

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           Me había quedado pensando en las palabras que dijo Abel, antes de irse. Me estaban atormentando más de lo que podía soportar como era posible, que aquella simple oración, me haga desmoronarme, no debía, pero podía. "Tenía las ganas suficientes de decir toda la verdad, pero gracias a Franco no lo hice"

           Vinimos desde la conferencia con un silencio demasiado gélido, que mis efímeras palabras no lograron dispersarlo. Entonces esa era la razón, estaba molesto y tal vez ofuscado por no poder hacer nada, la impotencia que le causaba era mucho más grande que mi humilde opinión, la cual como podrán imaginar fue ignorada sin más. Las lunas del coche estaban ensombrecidas y relucientes a la vez, gracias al rocía del cielo, fue lo único bello en ese lapso de compañía ¿Después? No hubo después, la mala idea fue ir, mejor me hubiera quedado aquí con él, no sé, mirando una película, tal vez leyendo o haciendo dormir al niño, prefería cualquier cosa a lo que había pasado hace unas horas.

          La lluvia caía, pero no le importó, cerró la puerta dejando un gran eco del resonar de la puerta, la cual por poco cae al suelo, quedé estático mirando como su cuerpo se mojaba, aun teniendo la posibilidad de tener abrigo y calefacción, prefirió irse, dejó de lado todo, hasta a mí y corrió tras la ira, no se suponía que sucedería eso, pero sucedió.

           "Dime que no" susurraba el corazón mientras la mente le regañaba sin cesar. No quería sentir frío, pero la puerta no opuso resistencia, sólo se abrió, dejándome ver el enorme panorama de tristeza que me azotaba una y otra vez, dejando solo la inmadurez. "No gritarás, solo callarás" "No correrás tras de él, solo verás" "No llorarás, solo ignorarás" Fueron esas las enseñanzas de mi nuevo corazón a raíz de la mente.

            Sin querer el teléfono sonó y mi cuerpo reaccionó a contestar, pero ni siquiera yo quería hacerlo, era monotonía como la supuesta ira que tenía o ¿Pensaba demasiado y mal?

            ––¿Si? Quién es –pregunté levantando el teléfono. Mis manos estaban mojadas por la lluvia, pero poco más que dolor sentía, ni siquiera el temor a electrocutarme se hacía presente.

            ––Buenas noches –miré al reloj eran las 6:00–. Llamamos de la clínica San Dortella, lo buscamos para informarle sobre un suceso muy serio.

            ––Claro, dígame de qué se trata la llamada –dije con curiosidad. Desde el principio podía suponer que no era nada bueno, una clínica u hospital, nunca te llamaría si no fuera algo preocupante y de alta delicadeza.

            ––No podemos decirle desde el teléfono, por favor sírvase la gentileza de venir a la clínica, le explicaremos el suceso que pasó, gracias –fue lo último que dijo antes de que la llamada se cortara, sin antes escuchar gritar a alguien de dolor. Esto ya me estaba preocupando.

            Legué al hospital minutos después de la comunicación, me habría tardado unos 10 minutos en llegar al lugar, el taxi iba al extremo tardío, ya me estaba colmando la paciencia, más con los nervios y la curiosidad de esa llamada, iba a explotar si no llegaba de una vez.

            Me acerqué al mostrador con más de una incógnita, estaba mirando a los alrededores intentando encontrar a la señorita que atiende, pero solo luego de 10 minutos más apareció, mi cara de poca paciencia la estaba intimidando.

            ––Buenas noches, vengo por la llamada de un doctor –hablé. Que torpe había sido, no había preguntado el nombre del doctor, sería todo un lío encontrarlo.

            ––¡Ah! Sí, la llamada del Doctor Baltazar –aclaró colocando una expresión muy carismática.

            ––Como sea ¿Para qué me llamaron? –pregunté siendo un poco descortés. Después del tiempo que me había hecho perder, no me quedaba otra manera de tratarla. Más sabiendo que había dejado a Franco durmiendo en la casa, sólo y sin nadie que lo supervise, no debo perder más tiempo.

            ––¡Jacob! ¿Así es como te llamas? ¿Cierto? –preguntó un hombre con bata y con una barba muy larga, su voz era sombría y de terror, algo me decía que se escuchaba más tierno por el teléfono.

           ––Sí, soy yo, ¿Por qué me llamó? ¿Cómo sabía mi número? –pregunté dirigiendo una mirada gélida y de muy mal gusto al cirujano.

           ––Le tengo que decir unas noticias, que no creo que sean mucho de su agrado, respecto a su pareja y su tía –agregó dejando una sequedad en mis labios.

           ––Pero ¿Qué tiene que ver ellos en común? Ni siquiera se conocían –aclaré dejando de lado la temeridad a las noticias.

           ––Pues el "Común" lo tuvieron al ser víctimas de un accidente causado a las 6:45 en la carretera Norton de la 910. Su tía está en cuidados intensivos y no creemos que sobreviva a esta noche, mientras que Abel su pareja, está en camilla descansando y recuperándose del accidente –agregó Baltazar destrozándome por dentro.

            No lo podía creer mi familia, mi tía estaba a pocos y escasos metro de la muerte, no lo podía procesar era demasiado, mi mirada se nubló, sentí los escalofrío más duros de toda mi existencia, dejando a mi cuerpo helado y a la mojado por el sudor de desesperación que soltó al querer darme vida. Caí de rodillas frente a ellos, mientras mis ojos volvían a aclarecer, pero solo gracias a las abundantes lágrimas que soltaban.

            Tarde en reaccionar, pero lo logré, estaba devastado, pero debía ser fuerte, por los chicos. Me reincorporé y dejando de lado mi debilidad dije.

             ––¿Dónde están? Quiero ver a mi tía primero –hablé queriendo sollozar.

             ––Sígame –la enfermera me estaba llamando.

             Caminé por los pasillos de la clínica, dejando atrás a muchas puertas, hasta llegar a la zona de cuidados intensivos, la puerta de ella yacía frente a mí, haciendo que la perilla girara y abriendo la entrada, mi tía estaba en las peores condiciones, respirando por una máquina y con los cables conectados a más de una extremidad, ella no era mi tía, si no un ser sin vida 

MI CENICIENTO© [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora