♛ T R E I N T A Y U N O ♛

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        Estaba sentado en la oficina, dando vueltas, esquivando los pensamientos locos, que mi mente me daba... ¡Debes ir volando! ¡Puedes hacerte pasar como un visitante! Repetía una y otra vez mi conciencia. Sabía que hacerme pasar como visitante no era mala idea, pero ¿Cómo lo haría? Más sabiendo que la seguridad del palacio no es cosa fácil, los guardias estarían por todos lados y sin querer yo estaría en un segundo rodeado por todo ellos. Y así, así culminarías otra de mis más grandes hazañas mentales, sentado y relajándome en frente de un ordenador, el cual no paraba de gritarme Abel, por las fotos de las modelos ¿La colección? Reyes con secretos, pareciera que Agnes estuviera en mi contra.

       Alcance a oír unos pasos fuertes, con cada tacón, pareciese que plasmara su gran presencia en el suelo y como no, también los demás trabajadores se sorprendían, como no hacerlo, si después de todo, estaba que destruía el suelo, de lo fuerte y exagerado que caminaba. Muchos más fueron los pensamientos sarcásticos, sobre el inusual caminar de aquella persona, pero cuando pude saber de quién era, todas esas burlas, fueron directas al tacho de basura.

        ––Buenos días Jacob –saludó Agnes mirando mi escritorio, el cual lucía como si hubiera pasado un huracán por su encima.

        ––B-Buenos días señora Agnes –dije bajando bruscamente mis pies del escritorio.

        ––¿Pasa algo? –preguntó mirándome nuevamente.

        ––No, no se preocupe, no es nada –hablé mirándola a los ojos incrédulos que colocaba mi jefa–. Bueno está bien, sí, estoy preocupado y angustiado, por el solo hecho que mi novio, terminara siendo el príncipe –había soltado uno de los pensamientos, que tenía guardado.

       ––Eso no es novedad –sus palabras me sorprendieron tanto. Era como suponer que sabía esto desde hace mucho tiempo.

       ––¿Qué quiere decir con eso? –pregunté mirándola desconcertadamente.

       ––Pues quiero decir, que yo sabía que era el príncipe, desde que él vino a tomarse unas cuantas fotos a la editorial. Ese mismo día fue cuando ustedes hicieron contacto visual y desde ahí no has dejado de topártelo en situaciones realmente claras. Es imposible que no te des cuenta, aunque hablando de ti... –sonrió desmesuradamente, pareciera que estuviera a punto de carcajearse en mi cara.

         Todo esto me había tomado por sorpresa, pero sobre todo me había dado una de las cachetadas no carnales, más fuerte de mi historia. No había tiempo para enojarse con en ella, mucho menos con Abel, pues eso ya era cosa del pasado.

        ––¿Por qué no me lo dijo antes? –supuse estando en contra de toda acusación.

        ––No lo hice, porque pensaba que serías lo suficientemente inteligente para darte cuenta tu solo, pero tratándose de ti, ya veo que eres más ingenuo que una chica que cree que será feliz con un mujeriego –bufó mirando a otro lado, mientras me bajaba de lo alto de mi nube. Era increíble poder sentir como una sola persona te mandaba de lo alto de las nueves, a tragar polvo en lo profundo de la tierra.

        ––Bueno tal vez tenga razón, pero ¿Cree que pueda hacer algo? –pregunté buscando la respuesta en su mirada fría y distante.

        ––Hoy tendremos una entrevista con la reina, puede ser que necesitemos fotógrafos, después de todo el mejor de toda empresa eres tú –guiñó, dirigiéndose de vuelta a su oficina y antes de cerrar su puerta, la escuche gritar–. ¡Acaba todo que nos vamos en cinco minutos!

        No era mi plan, pero sabía que después de esas tontas ideas, la más coherente era la que la señora Agnes me otorgaba en bandeja de plata. Terminé de ordenar las próximas fotos para las revistas y sin querer encontré una foto de Abel y yo, cuando me llevo a pasear por primera vez.

        ––Listo señora Agnes podemos irnos –sugerí al salir de la empresa.

        ––¡Suban todos! –gritó Coralay desde la ventana de la limosina.

        Mis ojos giraron en dirección a Agnes.

       ––Tranquilo, juró no causar problemas, eso creo –advirtió Agnes subiendo de copiloto.

       La limosina arrancó, dejando atrás mis sentimientos de pena y angustia, solo debía ser lo suficientemente paciente para no desesperarme en el momento de estar frente a toda su familia. En poco tiempo estábamos frente al castillo, que recibiéndonos muy gratamente, se dejó entrever, la mala comunicación entre los padres de Abel, era la primera vez que los conocía frente a frente, pero me resultaba intrigante, saber por qué Abel no salió a recibirnos ¿Acaso lo habrán castigado?

* * *

        ––Bueno eso es todo por ahora, tenga la amabilidad de sentarse y descansar, seguiremos con las preguntas después de unos minutos –habló Agnes mirando mi cara de aburrimiento excesivo.

        Agnes acercándose a mí, dio a conocer la noticia por medio de susurros.

        ––Es tu momento, debes de ir a buscarlo –murmuró.

        ––Disculpe Reina ¿Sabe dónde estará el baño? –insinuó Coralay, tardo unos minutos la Reina en contestar, al parecer le incomodaba la idea, pero al fin contestó.

       ––¡Nana! –exclamó haciendo llamar a una señora de baja estatura y un cuerpo muy definido por sus estrepitosas curvas de edad.

       ––Si Reina ¿Desea algo? –preguntó la mucama.

       ––Lleva a estos dos, al baño de invitados –mandó la mamá de Abel. Al parecer todas las cosas que me contó sobre ella eran algo confusas o es ¿Porque la señora no me conoce?

        Salimos del salón con dirección al baño, claro, esa no era mi verdadera intención y dentro de tantas puertas, escuchamos un grito de lo más alto de la torre.

       ––¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir! ¡Por favor! –gritaba muy fuerte, esa voz la conocía, era la misma que hacía que mi corazón se exaltase en gloria. Con tan solo escuchar esa melodiosa voz, pude darme cuenta que las cosas no habían ido muy bien para él. Mi mirada se centraba en la inmensidad de la torre, que se alzaba fingiendo no tener fin alguno, no podría subir tantas escaleras en tan poco tiempo, menos bajar de ellas al momento de rescatar a mi príncipe azul. A mí Ceniciento, el que hacía que mis harapos se convirtieran en joyas


MI CENICIENTO© [REESCRIBIENDO]Where stories live. Discover now